Esta tristeza mía… ¡en vivo!

abril 25, 2006 § Deja un comentario

Me es muy grato presentarles este video del mismísimo Javier en vivo y… en blanco y negro, ¡je, je! Eso sí, R., gracias mil por el apoyo (guiño). Entonces, selectos lectores, me arriesgo (por aquello de los derechos de autor aunque, eso sí, recuerden, aquí cero lucro y sí la debida mención de las fuentes) y he aquí el video que es parte del nuevo material que la casa disquera ha sacado a la venta y del cual ya se habló de él en esta bitácora, es decir, del cedé-devedé «A 40 años… me recordarás». La canción es Esta tristeza mía de Antonio Valdez, el lugar y año los desconozco, si alguno de ustedes, selectos lectores, tiene el dato, se agradecerá. Vale, helo aquí:

Vean ustedes la maestría de Solís, así nomás, con el puro micro del estudio (ése que pone al tú por tú a los musicos y a la voz) y un buen traje de charro, sin necesidad de tanta parafernalia: su voz basta y sobra. Puro sentimiento, que ni qué, la toma de su perfil (cuando grita «¡se sufre pero se aprende!»), es excelente (sencilla y carismática); bien parado en el escenario y, lo más importante, con un tórax y garganta dispuestos a cantar bien y bonito, a hacer lo suyo y lo propio. No era charro, es verdad, pero su talante y arrojo lo hacían cual si hubiera nacido como tal. No, no hay moño que se quite y, de hecho, más bien se cala el sombrero y hace de su persona una percha idónea para el traje. Así, lo dicho, sin tanto menester propio de los espectáculos de ahora, Solís en vivo es una muestra más de lo que su calidad de artista llegó a ser y se quedó para siempre.

Al parecer, se dice, como Pedro Infante, Javier no tuvo muchas presentaciones en la televisión y por tanto pocos son los videos que se tienen de ellos cantando en vivo en tv. Recordemos que la televisión, en los cincuentas y sesentas, si bien ya era un producto de consumo masivo, todavía no era del todo el lugar preferido para las estrellas de entonces pues las giras, películas e incluso la radio, seguían teniendo prioridad en sus agendas. Es decir, se me ocurre, todavía se tenía que talonear como Dios manda y no precisamente intentar vender por vender con la ayuda de luces y sonido de un estudio. Las tristezas nuestras de ahora, quizá.

Sale pues, por aquí nos vemos y leemos, ¡qué va!

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