Recuerdo a Solís en el Panteón Jardín
mayo 8, 2009 § Deja un comentario
Como lo prometieron, TotalProducciones1 cuelga en su canal de youtube la segunda parte de su crónica de aquel 43º aniversario luctuoso de Javier en el Panteón Jardín de la Ciudad de México. Sea pues, aquí el video:
[youtube http://youtu.be/x7bjF4J2j1o]Actualización (13 de mayo):
Aquí la siguiente parte, cortesía de TotalProducciones1 en su canal de youtube. Seguimos al pendiente.
[youtube http://youtu.be/wLQTp9yGyYQ]Lunes de quincena
mayo 4, 2009 § Deja un comentario
Así tal cual, a quince días del 43º aniversario luctuoso de Solís, encuentro hoy lunes que desde ayer domingo hay en la Internet material audiovisual que da cuenta del recuerdo de tan especial fecha; evento llevado a cabo en el Panteón Jardín de la Ciudad de México. Según los créditos del video, éste es producido por TotalProducciones1 y dirigido por Maira y Emiliano Bautista Neumann. Sea pues, aquí lo ligo y espero que, si es el caso, alguno de ustedes, selectos lectores, se reconozca de entre la gente a cuadro (y alcen la mano).
[youtube http://youtu.be/NCAMb3pV2nE]Por aquí nos vemos y leemos, ¡qué va!
Las dimensiones de Javier (ecos del 43)
abril 20, 2009 § Deja un comentario
Precisamente, como ya suele ser costumbre, selectos lectores, éste recién cumplido aniversario luctuoso de Javier trae consigo —cortesía de la casa disquera y demás personas allegadas directamente al material audiovisual de nuestro más querido artista— un material discográfico. Uno más. Una recopilación de temas que ahora, ojo, no son clásicos, ni de colección, ni éxitos, sino e-sen-cia-les. Eso: «Lo escencial de Javier Solís [3 CDs + DVD]» (2009). Chúpale, pichón. Sin duda se rompieron la cabeza los de la disquera, pues llegar a ese nombre es casi tan difícil como lo que nos cuesta a los seguidores de Javier tener (ya) esos 80 temas. Todavía más, y para que no se quejen, ya les digo, la disquera tuvo a bien incluir videos, entrevista y pistas musicales. All in one. Bárbaros. 3 cedés 3, y un devedé: un regalo sin duda para los seguidores de Solís. Un, lo dicho, detallazo que nos pone, desde ya, a esperar el próximo aniversario y su algún otro material igual de novedoso, original y fresco. Entonces, éste que les digo está ya anunciado y puesto en circulación; en la página güeb de Mixup se reporta que su precio de lista será (sigue con ellos en estatus de preventa) de 259 MXN (unos, al tipo de cambio de hoy, 20 USD).
De lo anterior (que redacto ciertamente con ironía motivada por el escepticismo a este tipo de trabajos recopilatorios) me entero vía la nota periodística de hoy lunes de Alma Rosa Camacho, del grupo Organización Editorial Mexicana (OEM). En el reporte, además de ponernos al tanto de la ya tradicional reunión de admiradores en el Panteón Jardín de la Ciudad de México, Camacho nos dice, mutatis mutandis, que para este disco se desempolvaron 45 canciones con hasta ahora nula difusión, v.gr., Quinto patio, Poquita fe, Mar y Más allá; también, que los videos provienen de la videoteca de Televisa, y que la entrevista incluída es una narración-primicia de Solís de su vida artística y personal. De lo primero, espero sinceramente que el disco contribuya a la difusión de lo poco conocido de Javier: aunque, y aquí la duda, no me queda claro el cómo (¿relanzando al mercado tales canciones a la par de otras 35 ya «más difundidas/conocidas»?). De los videos, gracias ciertamente por, ciertamente, desempolvarlos y hacerlos públicos. De la entrevista, algo me dice que es aquella que se escucha, desde hace tiempo, en lugares como el youtube. Como fuere, prometido está, tan pronto como pueda tener el material, la reseña y opinión de esta novedad que , ojalá, resulté novedosa. Luego, el día de ayer, la misma Alma Rosa se dio a la tarea de recordar a Javier Solís a través de una entrevista con la Sra. Blanca Estela Sáinz, última esposa de Gabriel Siria Levario. Además del lugar común del anecdotario, se nos cuenta que la pareja sentimental de Blanca Estela le solía firmar su comunicación personal con los seudónimos de «El Apache», «Sombras», «El Loco» ó «Javier». Ésto me resulta interesante por, entonces, la simbiosis que ocurría en la persona de Siria Levario: fue tal la fuerza del artista, de la figura pública, que inclusive en esos momentos personalísimos, el cantante (o, incluso se puede decir, el mito) se sobreponía. Interesante sin duda. La entrevista no abunda al respecto y continúa con las anécdotas, tema culinario incluído, de la pareja. También, se recurre al tema ya clásico del presentimiento de muerte prematura y el cómo, por ello, se encargó la composición de temas tales como Si Dios me quita la vida (a Luis Demetrio) y Me soñé muerto (a Armando Manzanero). Temas especiales parecen ser también Cuando el amor, Entrega total y un inédito Ahora y siempre (éxito con el trío Los Tecolines), toda vez que eran los que Javier le solía cantar a Blanca. Y hasta ahí lo más sustantivo de la entrevista. Por otro lado, el sábado 18 la agencia Notimex recordó también a Javier con una nota-resumen de su carrera artística, donde sobresale la mención de dos puntos: (i) una participación de Solís en el histórico programa colombiano «Yo y tú» de Alicia del Carpio y (ii) un tema de Lucho García dedicado a Javier intitulado El inmortal. Esa mi gente de Colombia, ¡ahora es cuando! Así las cosas en los tradicionales medios. Es decir, que ahora, gracias a la atinada referencia del carísimo selecto lector Heber Galicia, pongo a su disposición un par de homenajes a Javier que, además de estar acorde con estos tecnológicos tiempos, son hechos sin duda con, tal cual, lo esencial y de mayor valía: dedicación, esfuerzo y cariño. El autor es Gabriel Rico, quien desde su cueva (La cueva de Gabo3D) nos brinda un Javier Solís a todo color y, ¡qué va! en 3D:(cc) Gabo 3D
… y mi favorita:
(cc) Gabo 3D
Aplausos, Gabo3d, literalmente supiste darle otra dimensión al recuerdo de Javier. ¡Qué va!
Tres para un 43 (entrega última de tres)
abril 19, 2009 § 2 comentarios
Llegamos al final de este recorrido. Hoy hace 43 años Javier Solís cesó de cantar de viva voz, dejando entonces toda una herencia musical que no para de dar frutos varios. Uno de ellos fue, en concreto, la producción que ahora proponemos como una tercer manera de conmemorar este aniversario luctuoso. Cierra esta serie el llamado «lujo de México», Marco Antonio Muñíz (Jalisco, México, 1933) y aquella su producción, a sus 60 años, Un marco para dos Ídolos: Pedro Infante y Javier Solís (1993).
Aquí, acotemos de inmediato, no hay falla alguna en dirección o arreglos musicales: Ruben Fuentes y Pedro Rivera Toledo llevan las riendas con garantía y el respaldo de su trayectoria profesional, logrando así un impecable trabajo. Marco Antonio se desenvuelve entonces en sus terrenos y a sus anchas, sin mariachi de por medio y con una orquesta que le sigue y acompaña sin pero alguno. El piano, valga decir, es simplemente delicioso a lo largo de todo el disco. O sea, que así seas una leyenda viva, reinterpretar a ese par de monstruos de la música requiere, ya puestos a jugar con las palabras, un marco digno para el marco de esos nuestro queridos ídolos (cuantimás si se les quiere recordar a la par).
Ahora bien, antes de seguir, y tomando ese asunto del recuerdo conjunto, me aprovecho de aquello que dije anteriormente (cuando anuncié la búsqueda de este material en julio 2007): «se puede pensar inclusive que tal disco-homenaje incluyó a Pedro para, como se dice, destantear y no hacer tan obvio el merecido tributo a Javier y así saldar deudas pendientes, pues Solís, sus interpretaciones, quedan más cerca del estilo musical de Marco, y no así las canciones de Pedro». Como fuere, Marco Antonio es si no un ídolo, sí una leyenda del romanticismo musical y la bohemia; se guste o no de su estilo, su voz tiene un lugar único y por ello ha podido navegar en varias aguas, por bastante tiempo, aplaudido y querido por la gente, tanto en su tierra natal como allende las fronteras. También, debe reconocerse, en sus trabajos hay siempre un esmero por ofrecer arreglos musicales de valiosa manufactura: este disco, lo dicho, no es la excepción. No obstante, se tiene que reconocer, Muñíz en tales fechas de grabación está ya en el otoño de su carrera y ello es factor de peso en las interpretaciones de los clásicos contenidos en este material referido. Entremos ya en materia.
Seis temas (de 15) son los que le tocan a Javier —es decir, que Infante, al menos en número, se impone con un tema más (no, avezados lectores, no es que me fallen las cuentas, resulta que dos canciones ni Pedro ni Javier las cantaron en su momento: Enamorado perdido y el pasillo ecuatoriano Sombras de Rosario Sansores Pren y CarlosBrito Benavides)— en este, según la contraportada del disco, «recuerdo»: Sombras (exacto, las de Contursi y Lomuto), Cenizas, La corriente, Llorarás, Esclavo y amo y Ojitos traidores. Aquí valga un paréntesis para recordarles, selectos lectores, que Muñíz cantó en su momento con Javier Solís, al menos en algunos mano a mano y, en particular, en esa película El Pecador (1964) en una escena donde interpretan, sin hacer dueto, Poco a poco (de José Alfredo), cada uno con su particular acompañamiento (ya les digo, sin hacer precisamente un dueto).
Con un inesperado pero intuitivo popurrí de Sombras, Marco Antonio inicia su recuerdo de Solís; peca de estilo y, como decimos en México, le termina echando mucha crema a sus tacos y no resuelve bien aquella primera incursión. Es decir, que toma más bien el perfil tanguero (el original de la canción, sí, pero no por ello mejor ni mucho menos el deseado en este disco) de las Sombras «javieristas» y uno termina por aplaudir y pedir más de aquellas Sombras «ecuatorianas». Viene entonces otro popurrí, correspondiente ahora a Pedro, y se llega a una cadenciosa y bien llevada Cenizas. Fuera de una faltante dosis de mayor sentimiento, con ella no hay inconvenientes. Otro popurrí más para Pedro y ahora, a la mitad del disco, navega uno ya en La corriente. Una vez más el arreglo musical corresponde del todo al espíritu Solís; poco a poco esa corriente nos arrastra pero sin ahogarnos, al contrario, gozamos del aire de la voz cantante y de unos muy bienvenidos coros. Estos también se escuchan en la subsecuente Llorarás, sin embargo, aquí no tienen adecuado lugar y contribuyen así a una versión sin los requeridos acentos y matices (evidentes sobre todo en ese aburrido final). Más coros (ya de estilo orquesta-para-toda-ocasión) en la siguiente canción, y entonces los metales soplan para recibir un Esclavo y amo que, a saber por qué, es llevado, literalmente, cual toro en plaza. Es decir, que a menos que se tome como introducción para la parte final correspondiente a Javier, i.e., Ojitos traidores, no me queda claro el por qué Marco Antonio pretende cobijar a ese emblemático Esclavo y amo con un, digamos, capote taurino españolado. No ha lugar. Cerramos entonces con una versión de Ojitos traidores que, esa sí, guarda gitana distancia con la de Solís aunque finalmente no logra realmente sonar genuinamente a Marco Antonio: se queda a la mitad. Muñíz no alcanza a empatar la festividad de la música y su voz resulta opacada (bien le viene así ese descanso y broche final del suave Nocturnal); la serrana se le escapa.
En síntesis, Muñíz dejó pasar valiosos años para ponerle un mejor marco a Infante y Solís; eso sí, aquél sale mejor librado que éste. Afortunados los admiradores de Pedro pues de ellos es la mejor parte de este homenaje: los seguidores de Javier nos quedamos con las ganas de escuchar a ese Marco Antonio que, precisamente con genuino esfuerzo y total entrega, abría aquella arriba mencionada escena de película, sentado al piano, con una voz totalmente en comunión con Solís pero sin perder su propio estilo (y armonía con el piano). Éso es lo que se extraña aquí en este disco… y en otros que buscan recordar a Javier sin verdaderamente conocerle. Marco Antonio, se sabe, conoció muy bien el trabajo de Solís: le faltó entonces un mejor reconocimiento.
Sea pues, esto fue nuestra manera de conmemorar a Javier. Sí, con voces de tres artistas que intentaron cantar aquello que por Solís tan especialmente se escuchó. No lo hicieron mal, qué va, ejemplos hay donde apenas y logran, literalmente, dar la nota (por cierto, el señor Montero ya amenazó con otro disco basado en temas del repertorio de Javier), pero tampoco nos ofrecieron, como se esperaba dada la trayectoria de cada uno, cabales y redondas reinterpretaciones (adaptaciones) hechas con sus particulares voces y estilo. De una escala del 1 al 10 los tres discos promedian un generoso 8 (ayudados sobre todo y más bien por esos arreglos musicales de este último disco). Se puede decir justamente que estamos siendo muy exigentes, pero no es para menos: año tras año a Javier se le extraña más y lo mínimo que se puede hacer para compensar ello es tener, además de su música, producciones que, utilizando aquella, respeten no sólo al artista sino también al público. Eso es finalmente la buena música. Eso finalmente hizo y nos dejó Javier. Eso, en un día como hoy, es exigido. Todo ello, en resumen, a 43 años, cual solaz se hace patente.
Javier Solís: ¡Qué va!
Tres para un 43 (entrega segunda)
abril 18, 2009 § Deja un comentario
Continuamos con esta nuestra particular conmemoración del 43 aniversario luctuoso con un segundo disco en el que ahora todo él está inspirado por el recuerdo de Javier. Vamos hacia atrás en el tiempo y llegamos a un particular disco de una intérprete, esto es coincidencia, contemporánea de Amanda y, también como ella (aunque sin adoptar la nacionalidad), con una carrera artística desarrollada principalmente en México. Toca el turno pues a, lo dijo Armando Manzanero, «la mujer que nació para cantar», Manoella Torres (Nueva York, 1954) y su De la tierra… Javier Solís, al cielo (2002).
La carrera artística de Manoella tiene acaso paralelismos con los de Javier: cuidada más bien por su abuela (y no por los padres), echada a andar profesionalmente con la ayuda de uno de Los Panchos (Alfredo Gil), prolífica en sus grabaciones, requerida como actriz y, en su verdadero oficio, intérprete de una pléyade de compositores. Así, con una trayectoria afianzada sobre todo en la segunda mitad de los 70s y primera de los 80s, la mujer que nació para cantar graba este material ya en plena madurez. Ahora bien, con el antecedente de, por un lado, sus grandes y merecidos éxitos con baladas como «Acaríciame» o «A la que vive contigo» y su cabal entendimiento del bolero (desde niña es ya una fanática de los boleros), y, por otro lado, sus grabaciones con mariachi, las expectativas son altas.
Abre entonces sus 14 interpretaciones con un «Esclavo y amo», y así de ese calibre javierista es toda la selección, es decir, Manoella tiró alto; despliega su arsenal pero éste se ve limitado por un acompañamiento musical que, en general, no cumple con la tarea. Son sólo algunos temas donde la voz de Manoella tiene el marco musical adecuado. En este sentido, más hubiera valido prescindir del mariachi y hacerlo todo de un modo, se me ocurre, más bien basado en, por ejemplo, guitarra y piano. Claro, ello quizá hubiera dejado fuera a algunos temas y requerido otros: pero al menos así se hubiera asegurado que el disco quedara a la altura de las circunstancias. Y es que, ya se ve, el repertorio de Solís no es cualquier cosa: tiene su arte. Ahora bien, también debe reconocerse que por momentos es la propia Manoella quien se contiene, faltándole esa fuerza y bravura que, en estos tiempos, otras intérpretes creen tener y lo sacan a la menor provocación (o bien, por pura pretensión y pose). Con todo, la voz de Torres sigue siendo de buen calibre.
Tomemos pues aquellos particulares temas donde efectivamente tierra y cielo parecen ser dos en uno; donde Manoella logra que su particular estilo vaya y venga de la mano de la música y letra, y nosotros, dicho sea, terminamos rendidos a ella como otrora en sus más sensuales años. Es decir, que obviaremos a ese, literalmente, primerizo «Esclavo y amo», un muy plano «Y…», el intento de «Si Dios me quita la vida» (a pesar de los destellos de una guitarra), y un fingido (palmeo incluído) «Adelante». Sobresalen así «En mi viejo San Juan», donde la sentida (y esperada) interpretación de la boricua Manoella fue acaso respaldada por una posible nostalgia (no así por, insisto, el arreglo musical); la sencilla pero suficiente «He sabido que te amaba»; una muy acertada «Me recordarás»; la original «Moliendo café», mi favorita sin duda por sobre todo ese, paradójicamente, acompañamiento musical que, ahora sí, reviste y le da una nueva cara a este clásico javierista-caribeño dotándolo de un perfil lounge; un acertado y a la medida «Échame a mí la culpa» (con todo y su insípido final); la apenas justa «Una limosna»; el «¡Qué va!» rescatado en sus últimos segundos; un «Sombras» donde la voz es protagonista sin duda y el carisma de Torres sobresale claramente; las «Cenizas» y su lograda atmósfera intimista; y, finalmente, el «Se te olvida», que si bien no fue broche de oro, sí uno de bronce.
Entonces, si bien parece ser que diez de 14 es un buen síntoma para una calificación positiva y alentadora, el resultado y balance final no corresponde del todo a la parte cuantitativa. La calidad del disco se restringe a un bronce, es decir, que de hecho esos 10 mejores temas no guardan entre ellos una homogeneidad y hacen extrañar a aquél sonido que Manoella nos supiera regalar en el pasado y, por supuesto, a aquello que Javier cultivó y legó. No hay del todo innovación y frescura. Si, así las cosas, se tuviera a lo largo de todo el disco aquella propuesta musical de «Moliendo café», la carga pasional de «Sombras» y el aire logrado en «Cenizas», entonces sí lo de Manoella hubiera sido un camino recto que no nos motivara a salirnos de él, y estar con ella de principio a fin en este su encuentro con Solís.
Queda pues este disco como una producción a la que le hizo falta una mejor dirección artística. Sin duda alguna Manoella entiende lo que Javier es e implica en el tipo de música que ella interpreta, no debe ser entonces difícil que nos brinde mejores faenas, sin embargo, lo dicho, Solís exige, y hacer ese recorrido de la tierra al cielo es algo que requiere algo más que bonita voz, ganas y buenas intenciones. A un año más del aniversario luctuoso y en espera de, seguramente, todavía más discos recordando a Javier, ojalá que voces, ganas e intenciones, correspondan de mucho mejor manera a lo verdaderamente valioso y esperado: cantar con propia voz y estilo lo que por voz de Javier bellamente surgió. Ni más, ni menos.
Por aquí nos vemos y leemos. Mañana la tercera y última entrega. ¡Qué va!
Tres para un 43 (entrega primera)
abril 17, 2009 § Deja un comentario
A tres días de conmemorar el 43º aniversario de la muerte de Javier Solís, aquí unas líneas sobre tres artistas que se dieron a la tarea de regrabar algunos temas de Javier en sus respectivos discos. Es decir, que al parecer este año habrá un cedé con material, quiero pensar, «especial y original» de Solís; así las cosas, no está de más entonces traer a colación otros materiales discográficos que, así nos han dicho, han rendido homenaje a Javier y su voz. Tomo entonces tres en particular; en esta primera entrega: Amanda Miguel (Argentina, 1956) y su más reciente material Anillo de Compromiso (2008).
Amanda es una cantante ya hecha y derecha, baladista que supo posicionarse, gracias a su estilo y voz, en un lugar especial dentro de la escena musical, sobre todo, mexicana. Sin duda alguna posee una voz que aún mantiene la originalidad que en sus inicios (los 80s) trajo a las baladas (v.gr., Así no te amaré jamás). Resulta pues natural que aquella de Él me mintió tomara algunos clásicos de Solís y los cantara a su manera. Este es el resultado: tres temas incluídos en su más reciente producción. ¿Pudo pues Amanda lograr descargar toda su característica energía y desgarradora voz en tales canciones?
Antes, valga mencionar como antecedente a esta tarea (i.e., interpretar balada ranchera) a su disco Rompecorazones (1992) donde demuestra con temas como La Escalera, literalmente, la buena altura de su voz para ése tan especial género musical. Ahora, con la dirección de Jorge Avendaño, graba lo que ella misma llama su particular homenaje a la patria adoptiva, México. A diferencia de aquel primer material ranchero, esta vez el disco cubre no solo los boleros-rancheros sino también los boleros y algunas baladas, por lo que el mariachi se ve también acompañado de la orquesta. El resultado en general es positivo y ciertamente hay todavía un muy buen estilo y voz de Amanda Miguel.
Pero entonces, decía pues, que en sí son solo tres temas javieristas los que Amanda reinterpreta en este su homenaje a México (nótese pues el lugar que se le da a Javier: es de aplaudirse). Esclavo y amo, Sombras y Si Dios me quita la vida son los temas en cuestión. El primer tema (que es el número tres en el disco), es apenas una merecida introducción a esto que podemos llamar Solís à la Miguel; es decir, que solo en algunas partes Amanda logra imponer su estilo y sonar así a ella misma y no a una, digamos, cantante más de karaoke. La canción le termina quedando grande. Cinco temas más en el disco y llegamos a la mítica Sombras. Podía esperarse que aquí, ya habiendo preparado al oyente con los temas anteriores, Amanda explotara del todo… No lo hace. De nueva cuenta se queda en la media e incluso esta vez el acompañamiento musical ayuda todavía menos pues, ese sí del todo, suena tal cual a karaoke. La dejó ir, pues, la señora Miguel.
Viene la última. Aquí se ayuda en mucho de que fuera precedida por una insulsa (incluso en su título: Algo tonto) adaptación al español de Something stupid (cierto: ¿dónde quedó el homenaje a México?… en fin), esto es, que lo que siguiera a ese dueto con Verdaguer sería por mucho agradecido. Y sí, además de esas razones, Amanda saca adelante Si Dios me quita la vida y logra, ahora sí, dotarla de su ropaje (cabellera incluída). Es aquí donde mejor se puede apreciar, por un lado, la herencia de Javier (i.e., ese toque de elegancia y sensualidad) y, por otro, la voz e interpretación característica de Amanda. Sobre todo en la última parte de la canción, v.gr, «sería tan grande mi celo que en el mismo cielo me vuelvo a morir», donde ese su grande celo nos transporta a aquellos temas ya clásicos de Amanda, i.e., los de su propio repertorio, y es entonces cuando, cabalmente, se le aplaude: entendió la herencia de Javier y la logró hacer propia. En resumen, sin embargo, Amanda Miguel nos queda finalmente debiendo en esas tres interpretaciones. Su energía y voz no son desafortunadamente los protagonistas en estas queridas canciones como en el resto del material donde sí que se puede escuchar mejor lo que Amanda aún sabe hacer.
Así las cosas, queda aquí esta nuestra primer lectura de estas tres propuestas para recordar la ida de Javier, y con ello dar cuenta de la venida de este nuestro tiempo en el que sin él en los escenarios y estudios de grabación, la escena artística sigue de muchas maneras (y con distintas calidades) ligada a lo que Solís cantó, logró y encumbró.
Por aquí nos vemos y leemos. Mañana la segunda entrega. ¡Qué va!
PS. Sí, la joven cantante Ana Victoria es hija de Amanda Miguel y, genética al fin, tiene un estilo de voz sumamente parecido al de su madre, pero ya hecho a los tiempos de ahora. Acaso, valga decir, valdría la pena escucharla cantar algún bolero ranchero.
A Tres Años… ¡Qué va!
enero 21, 2009 § Deja un comentario
Seguro no tienes mucho que decir u opinar —acaso otras tareas e ideas te entretienen— pero hete ahí que estas líneas se siguen leyendo y otras se siguen escribiendo. Es decir, otros más siguen haciendo aunque tú no. Ahí está JKceres y su excelsa página, o Juloenri y sus destellos; allí los distintos club donde mensaje tras mensaje un grupo de desconocidos conocedores parten y departen; acá esas visitas que día a día llegan, acaso sin querer, y se van, queriendo, con un poco más de lo mucho de Solís. Son los de siempre, pensarás, pero tu mayor deseo es que sean nuevos, los de apenas, los que van llegando. Y, mira tú, que sí puedes tener razón, que aquello que empezó con una idea y que poco a poco fuiste materializando, se cristaliza en detalles como una mención, inmerecida, de algunos. Es decir, que con todo y tus ausencias hay aquellos que además de leerte te nombran. Te dicen que gracias, que sigas compartiendo. Vaya, que no está tan mal.
Entonces sí, taimado, mucho tienes que decir (aun con una simple y sencilla palabra bastará como principio). No hay opción; sobre todo después de leer y ver a gente joven como MASOLIS4U. Éso es lo que querías y quieres. Que en este canal de comunicación, en esta telaraña informática, haya un hilo nítido donde Javier Solís haga lo que mejor supo hacer: cantar y encantar; y que nosotros, tú incluído, guardes silencio para escucharle… o bien hables de su canto, de la música de su voz.
No eres tú, ya lo ves, el que cuentas, son ellos, los selectos lectores —hacedores de la SOLISMANÍA— los que con su paciente lectura y cordial visita dan vida a este espacio. Tú podrás escribir de vez en vez: ellos escuchan a Javier una vez y otra vez. No queda sino decirlo en una sencilla y simple palabra: gracias.
¿Y Javier?
mayo 15, 2008 § Deja un comentario
A raíz del aniversario luctuoso de Frank Sinatra (ayer 14 de mayo) y el anuncio (por parte de sus herederos) de la creación de Frank Sinatra Enterprises, la pregunta obligada es: ¿Y Javier, nuestro Javier Solís?… Lo de siempre, lo acostumbrado, lo común, lo ordinario: una misa aquí, un programa especial allá (favor que nos hacen) y un disco por acá (otro gran favor). No es que esté mal, qué va (Javier dixit), pero es simplemente un nimiedad ante el legado de Solís. Javier sigue esperando algo más de las masas que discos y misas: musas.
El paralelismo de Sinatra y Solís en cuanto a voz y talento se limita a eso, precisamente, y no se extiende a lo que los herederos en el caso de Frank han hecho con semejante ícono de la música anglosajona: un ícono cultural. Javier Solís sigue esperando alguna fundación (acaso como la Frank Sinatra Foundation) o algún mercadeo como la mencionada Frank Sinatra Enterprises, fruto de la visión a mediano y largo plazo de sus herederos (es decir, la familia Sinatra) y casa disquera (Warner Music).
¿Qué estamos esperando? ¿Solución a conflictos a familiares para comenzar entonces una verdadera y bien pensada explotación musical de Javier Solís? Digo bien pensada porque una cosa es lanzar el debido disco (sea doble, triple o de edición especial) y otra repensar el catálogo musical de Javier para su mejor estudio, disfrute y deleite. Digo explotación porque así como en vida Javier dio todo de sí para ese extraordinario número de grabaciones y actuaciones, éstas deben tener eco no solo por, lo dicho, su número sino, sobre todo, por su extraordinaria calidad. Digo también solución a conflictos familiares porque Gabriel Siria, como su ídolo Pedro, dejó de igual forma un buen enredo de lazos familiares, y con ello un obstáculo para la comercialización post mortem de su música (i.e., de a cómo y a quién va a ser la parte del pastel de la venta de equis disco del difunto).
Así las cosas, pareciera que Javier Solís (y con él sus seguidores) seguirá sujeto a aniversarios y fechas especiales para que alguien y algo lo recuerde con lo hasta ahora visto y tenido, y nada más; mientras. que otras figuras de la misma e igual talla, como Sinatra (y sus seguidores), pueden ver cómo su herencia y legado se perpetúa con acciones sendas y prestas.
Por aquí nos vemos y leemos, ¡qué va!
Envío
A Jorge L. Caceres, por su magnífica página, ejemplo de aquellas requeridas acciones.
El adiós de Javier
febrero 29, 2008 § Deja un comentario
Gracias al video que rsolis nos refiere, aquí la imagen de Javier Solís en el sepelio de Pedro Infante, el día miércoles 17 de abril de 1956 en el panteón Jardín de la Ciudad de México. La anécdota es conocida: Javier rindió aquél día su particular tributo y liberó, en medio de aquella cárcel de brazos y lágrimas, su grito prisionero.
AGN, Archivo Fotográfico Hermanos Mayo
Elige tú, que canta Moré
febrero 20, 2008 § Deja un comentario
A 45 años de su muerte, y porque ya va siendo hora de su muy debida mención en este blog, recordamos a Benny Moré (a) el Bárbaro del Ritmo. Un monstruo. La mejor voz cubana, un artista en toda la expresión. Fue un 19 de febrero cuando Moré zarpó definitivamente de su isla dejando tras de sí una valiosísima herencia musical forjada entre México (fue ahí, por cierto, donde adoptó el ‘Benny’) y Cuba.
«Conmigo no hay aquello de que no canto una canción/… yo canto cualquier cosa: y es porque soy buen cantador». Benny Moré cantó boleros, guarachas, sones, batanga, rumbas… ¿Les suena? Era Moré, carajo, un cantador. Como Solís, en sus palabras, era un cancionero. Eligan ustedes, selectos lectores, que cantan los que cantantes se saben y cantadores se dicen. Grandes ellos. Únicos.
Te escuchamos, Moré, bonito y sabroso. ¡Qué va!




