Osa ya preso ser payaso
agosto 14, 2017 § 2 comentarios
En nueve se quedó la cuenta de canciones de Z. Maldonado con Solís, pero más de una habrá valido el doble. Una, incluso, se tiene en el cancionero javiersolista hasta con cuatro versiones (a saber: con Los Panchos, con trío, rondalla y con banda); y dos fueron las que, al parecer, Maldonado hiciera a la medida de Javier: “Qué va” y aquella multiversionada “Payaso”.
Arreglista también, Maldonado supo oír en Solís lo que todos veían, y ver lo que nadie había oído. No conforme con componerlo, Maldonado hasta lo arregló.
Si “Volver, volver” se vuelve coral cada que se canta (o grita, dicho sea con indirecta a los Fernández), “Payaso” se encierra en ese cofre que sólo Solís poseía, único e irrepetible. La hipocresía, por cierto, estaría en afirmar que “Volver, volver” tiene también lo suyo frente a un “Payaso”: no hay tal, la primera es muy inferior tanto en interpretación como en composición (y el propio autor lo sabía y reconocía). Si la anécdota es cierta, Maldonado no sólo vio la tristeza de un payaso a punto de salir a escena (después de una ruptura sentimental), sino también la poesía de aquella careta. Van los endecasílabos:
En cofre de vulgar hipocresía
ante la gente oculto mi derrota.
Payaso con careta de alegría
pero tengo por dentro el alma rota.
En la pista fatal de mi destino
una mala mujer cruzó el camino.
Soy comparsa que juego con mi vida
pero siento que mi alma está perdida.
A la mitad de camino la letra, su estructura, de verdad que se rompe. De una rima AB-AB se pasa a una herida CC-DD. Después, la risa de Solís redondeará la interpretación. La sella. Los estribillos con Solís sirven de maquillaje de esa careta inicial. Si la anécdota es cierta, Javier no sólo vio lo mismo que Maldonado aquella noche, sino también lo entendió de igual manera. El disfraz a la medida: lo que siguió fue la gran función.
Este año, el 20 de agosto, se cumplirán cien del nacimiento de Fernando Zenaido Maldonado. Los javiersolistas tenemos mucho que agradecerle, sus contadas perlas nos son invaluables, y sin duda su trabajo como compositor y arreglista allanó el camino de este nuestro cantante.
Estaría de más escribir que a Maldonado lo recordamos en este espacio con esta sencilla nota: a alguien como Maldonado se lo tiene siempre en mente cuando de Solís se habla y trata. Sirva de recuerdo más bien la siguiente postal: una canción de Maldonado —poco conocida incluso entre javiersolistas— y una imagen que intenta dar en el blanco (en señalar la puntería del maestro Maldonado con el intérprete Solís).
“Buena” con orquesta:
Fotografía de Javier Solís intervenida por la artista visual Arantxa Rodríguez
Que alguien piense en los Beatles
junio 1, 2017 § 1 comentario
Javier Solís y los Beatles tienen en común algo más que un “Bésame mucho” o unos bigotes de portada (los primeros del cuarteto en el mítico Sgt. Pepper’s). Incluso la génesis de un nombre artístico —Luquín, Solís; Beetles, Beatles— los pone a la par. Tacubaya y Liverpool no fueron ajenos al Zeitgeist de los sesenta; sus hijos predilectos, tampoco.
Si bien la edad de Solís lo hace más bien un hermano mayor (y aquí pensemos incluso en la película Un callejón sin salida con Alberto Vázquez y Solís en los papeles de hermano menor y mayor, respectivamente), su música es contemporánea a la obra de los ingleses. El peso musical que se forjaba a la par no es detalle menor. Es cierto que la genialidad de los Beatles fue, sobre todo, la composición; Javier Solís, por su parte, hizo de la interpretación su gran obra. Quedémonos con ello, entonces, y fijémonos en cosas como un concierto en la azotea.
Ya 1966 estaba en los anales como un año de despedidas: adiós a Solís y a los Beatles en vivo. El cuarteto, sin embargo, volvería a tocar en 1969 ante el respetable en un peculiar escenario: la azotea del número 3 de Savile Row, en el lujoso barrio Mayfair de Londres. El revuelo, según los reportes, no se hizo esperar, pero no fue la primera vez que un público miraba, con sorpresa y acaso sin aliento, hacia las alturas. Javier, unos cuantos años antes, tuvo también que subirse a cantar. La razón fue más bien práctica: no había de otra. Un concurso y una serenata fueron los motivos de tal peripecia. Una joven de la colonia Molino de Rosas de la ciudad de México ganose una serenata y Javier Solís era el encargado de llevarla. No muy lejos de su Tacubaya, y ya en la cumbre de su carrera, se apareció Solís para cumplir el compromiso; no fue el único en la cita, una multitud le hizo comparsa a la ganadora y hete ahí que nuestro cantante tuvo que subirse a la azotea para librarse de la masa, y llevarle así a la musa en turno su bienvenida misa. Vaya qué va en la azotea.
Solís, también hay que decirlo, salió no sin cariños, araños, abrazos y jalones de aquella empresa. La crónica sigue hasta el escape de Solís: por los tejados y apenas salvando su pellejo, pues perdió su sombrero, al entrar al auto que lo rescataría. Los Beatles no habrán tocado en México, pero qué tal lo que le tocó a Solís en aquellos dorados años.
Habrá que seguir las trayectorias de ambos mitos; sirva este botón como muestra de su paralelismo. Los mejores discos de los Beatles están cumpliendo, o están por cumplir, cincuenta años; los de Javier Solís, todos, ya lo hicieron. A vuelo de pájaro, o incluso desde una azotea, las similitudes son bastantes.~
Solís en una nuez
junio 24, 2013 § Deja un comentario
Donde la nuez es una cápsula de televisión presentada por la joven y carismática Edurne Keel. El lugar es el restorán Antiguo Palacio de Coyoacán, en la ciudad de México, y el programa es Playlist del canal TVC. Aquí los tres videos, uno de presentación y los dos en los que Keel cuenta en breve un poco de lo grande del Solís. ¡Qué va!
La anécdota que refiere la joven es conocida entre los javiersolistas, pero con una variación: Solís dio al niño no sólo la fotografía autografiada, sino también una generosa “propina”. El encanto de Solís.
Ahí te estorbo yo, un punto negro
abril 7, 2013 § 1 comentario
Oír trío con Solís no es cosa rara, al menos no para los javiersolistas. Si bien el mariachi fue fiel compañero, el trío no se quedó atrás: ni Solís con ellos… dicho ello con el trío México en mente: ese que el jovencísimo Gabriel Siria formara (~1949) con Pablo Flores y Miguel García, y que abandonara al poco tiempo para seguirla en solitario. Todavía más, hay alrededor de los tríos sabrosas anécdotas entre ellos y Javier; una de ellas la presento ahora con la ayuda de un video que está en la cuenta de un javiersolista cabal, kwebytaz, quien a final del año pasado subió a la red este recuerdo del duranguense “caballero de la canción” Antonio Velázquez, exprimera voz de Los Tecolines, fallecido en noviembre 2011:
[youtube http://youtu.be/fBxUbrFavnI]Velázquez cuenta de aquellos meses aciagos, febrero-abril, de 1966. Él empezaba, después de haber salido de Los Tecolines, su carrera como solista (en Chicago), y visitaba a Javier en su último trabajo para el cine (en los estudios Churubusco, México), su papel en la película Juan Pistolas. Solís escucha cantar a Velázquez (cuya carrera de solista, dicho sea, fue como cantante de rancheras) y le ofrece llevarlo y presentarlo a alguna casa disquera. ¿La Columbia (CBS)? No, explica Javier: ahí estorba: solo le hacen caso a él y a las Hermanas Huerta: ¿para qué hacerle perder más tiempo?
Solís estaba por terminar la filmación e irse de gira por el norte con la Caravana Vallejo. ¿Grabar más canciones? Seguramente: sabe ya el ritmo de la industria, trabaja para la CBS (y rechaza cheques en blanco de la competencia) y quiere incluso que otros más graben: un amigo y un profesional. Porque era así, qué se le va a hacer: Javier estorbaba a otros que querían un pedazo del pastel (de la Columbia); pero, qué va, ello no le pesaba a Javier, al contrario: reconoce los recovecos y procura a quienes, como él, buenos eran en lo suyo y se la pasaban tocando puertas.
Al rasurarse Velázquez escucha la noticia aquél 19 de abril: La canción mexicana está de luto… porque murió Javier Solís; con voz entrecortada sigue aún el recuerdo. «Con las palabras, con eso me alcanzó», finaliza el recuento.
La siguiente canción no es del repertorio de Los Tecolines, ni de Velázquez, pero sí de Solís. Es con trío. ¿Cuál? Según el blog nuestrostrios.blogspot.com es el trío Los García; según otras fuentes puede ser aquel trío México que después, se dice, mudó en Los Galantes. “Punto negro” se llama la composición —de Roberto Reynoso— que, se dice, fue de las primeras que Solís hiciera (incluso antes de “¿Por qué negar?” y “Qué te importa”) junto con “Virgen de barro”, “Tómate esa copa” y “Te voy a dar mi corazón”, y de ahí la incertidumbre sobre el trío que acompaña, amén de la falta de noticia y crédito (al fin hecho en México) del disco donde se incluye la grabación, Mis 30 mejores canciones (Sony 1998). Esta es:
Punto negro (Roberto Reynoso)
No quiero ya saber
si te mueres o no por mi cariño;
ni me importa que tú
diciendo vayas hoy que me dejaste;
yo sé que para ti,
igual que para mí, hay otros besos:
¿por qué insistes en ser
en mi quieto vivir un punto negro?
Tu orgullo de mujer
te ha vuelto mala y cruel, y me atormenta;
cuando el amor se va
se queda el corazón ensombrecido;
olvida tu rencor,
que solo ha de empañar aquellas horas:
no quiero que seas tú,
de esta historia de amor, el punto negro.
De la canción, según la SACM, no tiene más intérpretes que Solís y un tal Rodolfo Sánchez (?). La de Javier solo tiene esa edición, era pues de las inéditas tras su muerte. ¿De sus primeras? No lo creo: tanto ésta como “Virgen de barro” y “Tómate esa copa” (referida en la nota de “Tómate una copa”), resultan únicas para Javier, ¿un cantante en ciernes con canciones exclusivas? Insisto, no lo creo. Solo de “Te voy a dar mi corazón” se tiene registro con la veracruzana bolerista Ana María González (aquella de “Solamente una vez”); así, si el resto de canciones hubieran sido ya (más o menos) escuchadas, sería creíble aquello de la primicia… Sin embargo, hay un detalle: Ana María González era artista de RCA Victor… y Javier Solís con ese su trío México llegó a ser parte de RCA Victor (!), luego es posible que sí haya pasado revista en esos años a canciones como “Te voy a dar mi corazón”… ¿y “Punto negro”?
El requinto es preci(o)so y Solís remata de igual forma, sobre todo, los endecasílabos. Su voz guarda el equilibrio entre la queja y el reproche, y llega natural a la petición (sin sonar a súplica). Su quieto vivir.
No quería estorbar a aquel amigo; no quería Solís el punto negro.~