Los ecos europeos de Solís

septiembre 4, 2009 § 5 comentarios

En los últimos años de carrera de Javier se incluyeron los llamados covers de, sobre todo, versiones originales en italiano. Anteriormente mencionamos el “Dio, como ti amo (1966) de Domenico Modugno en voz de la siempre bella Gigliola Cinquetti (quien con su interpretación ganó el Festival de San Remo de 1966). Pues bien, además de esta canción hay un par más que podríamos llamarlas conexiones de Javier con la canción popular europea. Ecos europeos javieristas, si se quiere.

Esto es, que las versiones de Javier de “Dio, como ti amo” y “Al di la” (de Luciano Tajoli), tuvieron origen en aquello que desde 1956 busca ser (o lo es de hecho para algunos) la referencia primera y mejor de la canción popular europea: Festival de la Canción de Eurovisión. Así, en 1961 Betty Curtis interpreta el “Al di la” de Tajoli (y se queda con un 5° lugar de la tabla), y en 1966 el propio Modugno interpreta su canción (quedando, sea dicho, en último lugar de la tabla; por cierto, en ese año también está en la competencia un jovencísimo Raphael cantando “Yo soy aquél”, y quedando en séptimo lugar).

Javier se da a la tarea, pues, de reinterpretar ese par de participaciones italianas del mentado cancionero europeo. Nos regala así: “Más allá” y “Dios, cómo te amo”. La primera se incluye en el LP Boleros, boleros, boleros (1963) y la segunda en acaso su último LP grabado, Con Orquesta (1966). Y sí, “Más allá” es una canción con acompañamiento de mariachi y “Dios…”, tal cual, con orquesta. Ambas canciones guardan la sana distancia con sus originales. Es decir, al escucharlas y conocer la existencia de las otras se sabe enseguida que hay un paralelismo, sin embargo, y aquí la valía de Javier, hay de por medio una lectura distinta —mejor— de cada una de las respectivas letras.

Valiéndose únicamente de su voz (pues el acompañamiento musical es siempre constante, por no decir monótono), Solís va imprimiendo poco a poco, y de manera justa y serena, esa celebración que ambas canciones buscan ser. No hay gritos ni entonaciones forzadas (o divorciadas de la letra y su intención); Javier siempre sigue el discurso de la canción y lo puntualiza y contiene de manera óptima. No se desborda: va arruyando cada pasaje. Es más, tómese como ejemplo esa parte final donde en lugar de recurrir al lugar común de cantar «más allá de la muerte/ estás tú, más allá, más allá del final», y hacer una típica y esperada elevación del tono y/o volumen, mejor cierra y se va acompañando al coro final. Así sin más, sencillamente elegante. Y lo mismo con “Dios…”, una letanía que en todo momento va dotada del acento y énfasis perfectos. Su parte final también es una muestra de la maestría de Javier para entender las canciones, sumada por supuesto al arte de cantarlas. Todo Solís.

Queda así esta revisión de la relación entre Javier Solís y Eurovisión. Sin duda alguna, Javier pudo y supo estar, a su manera, en la escena mundial musical. Como pocos. ¡Qué va!

Por aquí nos vemos y leemos.

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