Es una ley eterna de llorar y reír
febrero 8, 2015 § 1 comentario
¿Cuál fue la mejor composición de Felipe Valdés Leal? Dentro de su obra, además de canciones, hay artistas, cancioneros como Javier Solís que, gracias al oído de Valdés Leal, hicieron a su vez obra contante y sonante. Para los javiersolistas el nombre de Valdés Leal es de sobra conocido, pero su trabajo no del todo, pues el reconocimiento se acota a su labor como productor y catalizador, incluso, de la leyenda Solís: he ahí la grabación de “Llorarás, llorarás”, cuando Javier insistía en llorar como infante lo que podía cantar como Solís; o aquella mañana de augurio cuando Valdés Leal le dice al muchacho Javier, «si puedes cantar “Violetas imperiales” con mariachi, ya eres millonario»; y ni hablar de aquellas producciones vanguardistas como Javier Solís en Nueva York. Lo dicho, la obra de Valdés Leal para con Javier Solís es sin duda una gran obra, ¿pero su mejor composición?
Las canciones de Valdés Leal abundan en el cancionero popular mexicano, pero no precisamente en el javiersolista. Con Solís sólo hay tres canciones de Valdés Leal. Tres muestras, ya se verá, del perfil de Valdés Leal como compositor y, por supuesto, del Solís intérprete. Tres canciones que pasan a veces desapercibidas, incluso en esos pequeños universos de discos donde fueron editadas. “Mal pagadora”, “Por voluntad de Dios” y “Borracho”, incluidas en Añoranzas, Javier Solís con el mariachi Perla de Occidente y Sin mañana ni ayer, respectivamente, son pues la trilogía de Valdés Leal como compositor en la obra javiersolista.
Sólo tres de más de trescientas canciones en voz de Solís es lo que Valdés Leal se permitió tener como compositor; él, que sabía mejor que nadie la reputación del intérprete Solís y su cotización con el resto de colegas compositores: «Todo se lo dan a Javier [Solís]», llegó a quejarse un Marco Antonio Muñiz. Dicho de otro modo, eres compositor y además productor del mejor cantante del país, ¿cuántas canciones le darías a grabar? Los derechos de autor y regalías al parecer no le fueron suficientes a don Felipe: su profesionalismo rebasó cualquier ego y de su cosecha dio a Solís sólo lo necesario. Más que suficiente: las tres canciones son sin duda una genial arista de semejante artista.
La “Mal pagadora” quedó hecha bolero en Añoranzas. Esa que con sentimiento ranchero cantó Miguel Aceves Mejía, pocos años después fue interpretada cual bolero para ese disco de, rezaba el subtítulo, boleros inolvidables. Valdés Leal puso a hacer de las suyas al buen Solís. Javier sopesó los versos pentasílabos y octosílabos de Valdés Leal, e impregnó su voz pura en una simple queja, así, sin chillidos ni reproches, sólo lo puntual. Le faltan fuerzas/ al corazón.
Meses antes, en 1957, la CBS sacaba al mercado el primer LP de Javier Solís… Con el mariachi Perla de Occidente. En la contraportada se lee que con tal disco la compañía había «descorrido el telón de la popularidad y la fama para la definitiva consagración artística de Javier Solís». Once boleros y una ranchera, amén de una portada con la fotografía de Solís que a la postre resultaría monografía, incluyó aquello. “Por voluntad de Dios”, inédita, palidecía ante el resto de jóvenes clásicas como “Angustia”, “Lágrimas de amor”, “Amor mío”, “Échame a mí la culpa” o “Quémame los ojos”; sin embargo, en “Por voluntad de Dios” está quizá el Javier más Solís de ese disco. El fastidio de Valdés Leal encuentra voz en ese recuento de Solís: de lo sagrado a lo carnal, de lo divino al frío, a lo frío: si alguien no escucha el callado y deseado divorcio, entonces tampoco el obligado matrimonio de esa historia. Aunque de corazón ya no te quiero. El temple de Solís apenas comenzaba y Valdés Leal lo estaba escuchando y probando.
Vendría la ranchera de Valdés Leal para Solís, vendría su quinto al piano, la del estribo: “Borracho”: canción javiersolista cabal, se la encuentra en Sin mañana ni ayer y en recopilatorios de éxitos como Mis 30 mejores canciones, El rey del bolero ranchero y A 40 años… me recordarás. Hay que oírla:
¿Quién dijo que nadie como Pedro para la hora del trago? ¡Qué va! Las inflexiones de Solís son certeras e insuperables. La composición de Valdés Leal, sus versos, son recorridos al centavo y con el peso exacto: el cantante está ya en la cima de la interpretación. La atmósfera, etílica, se huele por doquier. Los remates del estribillo, por ejemplo, son sensacionales; Solís juguetea con su media voz y acaso se ríe de ella. Pero la borrachera es de altura, cuidado, aquella copla de Valdés Leal no es cualquier cosa: conviven heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos. El bálsamo que alivia mi amargura es savia pura, pero la mejor parte está en ese alejandrino que Solís hace único: Es una ley eterna de llorar y reír.
Los puristas suelen pasar de largo a Solís cuando hablan de boleros o de rancheras; otros lo hacen lugar común y, como París, lo nombran sin haberlo visitado, tan sólo turisteado. Unos y otros en realidad no lo conocen. Valdés Leal sí que conoció a Javier Solís, junto con él birló y burló a tales puristas y turistas. Así como Alfonso Reyes, explicó Zaid, llevaba y traía su prosa en carretones de carretillas que otros pensaron vacías, así también Valdés Leal ensaya y cincela con la voz de Solís a su mejor creación: un centauro leal. El bolero ranchero es algo más que bolero y algo más que ranchero; Solís es algo más que cantante de boleros o de rancheras; la mancuerna Valdés Leal-Solís es lo todo. La pregunta entonces es otra: ¿fue Javier Solís la mejor composición de Felipe Valdés Leal? En gran medida, sí.
Así las cosas, selectos lectores, no dejen pasar este jueves 12 de febrero: la Fonoteca Nacional, en su ciclo “Música popular mexicana”, y tras recibir la colección particular del maestro, brindará un homenaje a don Felipe Valdés Leal. He aquí la invitación y los detalles:
Muchísimas gracias por su publicación, será un homenaje hermoso!
Ojalá sus lectores puedan asistir, la entrada es libre.