In memoriam Carlos Gardel

junio 24, 2010 § 1 comentario

Y hoy es tu voz que vuelve a mí

Hace 75 años fue el accidente donde Gardel perdió la vida. No se puede escribir que haya muerto pues, como bien se afirma, el Zorzal Criollo cada día canta mejor. “En esta tarde gris” (música de Mariano Mores; letra de José María Contursi; 1941), por supuesto, no se incluye en su repertorio pero es sin duda un tango cabal.

No se diga más y dejemos que en esta tarde gris sea Javier quien —con mariachi y orquesta— llame a Gardel.

Con mariachi (incluída en el cedé Las mañanitas con Javier Solís): 

Con orquesta (incluída en el cedé Javier Solís con orquesta): 

Brindis

Por Alfredo Le Pera, Guillermo Barbieri y Ángel Domingo Riverol.

Su canto en el cine

abril 20, 2010 § 1 comentario

Así más o menos será el título de la próxima recopilación de canciones de Solís. Según la nota de hoy del periódico Esto, en entrevista con la Sra. Blanca Estela Sáenz , para el 2011 (i.e., 45 aniversario luctuoso) se tendrá un disco con todas las canciones interpretadas por Javier en sus películas. Dicha tarea, la compilación, estará en manos de Jorge Ibarra Márquez (gerente de Fondo del Catálogo de Sony Music México).

Sea pues, no queda sino esperar.

Atahualpa le canta a Javier: un corrido

abril 19, 2010 § 5 comentarios

Sí que lo es, el de la voz e inspiración es Atahualpa Yupanqui, nuestro gaucho cantor.

Esta es la letra del «Corrido a Javier Solís»:

Corrido a Javier Solís
(Atahualpa Yupanqui/Sebastián Britos) 

Amigos, canten muy quedo
que sólo se escuche aquí
porque asegún me dijeron
se ha muerto Javier Solís. 

Un corazón mexicano
templado como un violín,
amigo pa’ los amigos
tal era Javier Solís 

Mujeres, muchas lo amaron,
según dicen por ahí
pero yo sé que una sola
lo ganó a Javier Solís. 

Un día será leyenda
si el pueblo lo quiere así
y en las guitarras del pueblo
volverá Javier Solís 

Amigos, canten muy quedo
que sólo se escuche aquí
porque asegún me dijeron
se ha muerto Javier Solís

Desde la llanura sureña se engendra este sencillo y sentido canto. Así como cantó a Neruda (Pablo nuestro que estás en tu Chile…), también Atahualpa lo hizo con Javier. Por si quedara duda del alcance de su voz, es ahí en la pampa donde uno de sus mayores cancioneros —acaso el más grande— le dedica coplas y el rasgado de su guitarra.

Poco o nada logro saber de la historia/circunstancias de este corrido. Sé de él a través de Heber Galicia (miembro del ClubYahoo JS). En la Fundación Atahualpa Yupanqui tan sólo se encuentra en el listado de canciones y más nada. Se consigue en uno de los cedés de la colección Magia de Atahualpa Yupanqui donde, por cierto, se le registra en el periodo 1974-1977, en particular el 10/09/76, así que, suponiendo que esa es la fecha de grabación del corrido, resultaría todavía más interesante el poder saber del porqué o cómo de la composición. Lo único que se me ocurre es que a diez años de la muerte del cantante, fue de esa manera en que Atahualpa le recordara. Le cantara.

El nombre de Britos es también una incógnita. No se tienen mayores referencias de él junto con Atahualpa (o Solís). Parece ser que es un pianista argentino. Sin duda una pieza más para el armazón musical javierista.Decía Atahualpa Yupanqui, «acerco mi tierra a través de mi guitarra», por él ese acercamiento les fue a otros íntimo. Pues es así como nos llega ese himno a Javier: totalmente cercano. La muerte —como la soledad, decía Yupanqui— nos queda cerca.

Canten muy quedo, pide Atahualpa, cual confidencia hecha canto, así era como gustaba de llevar su arte. Cantante pa’ cancioneros, tal era él. Ambos leyenda: el pueblo lo quiere así.

Addendum

De los comentarios de esta nota rescato el de Marcos Britos, quien señala (desde Neuquén en la Patagonia argentina) que cuando el tío Sebastián Britos regresó de México, «tocó y cantó en su guitarra esta canción en mi casa como un homenaje personal e íntimo a Javier Solís».

Nada nuevo bajo el Solís

abril 18, 2010 § Deja un comentario

Los 19 de abril son fechas en que sus seguidores —acaso sin remedio— se sientan a esperar alguna canción inédita o —esto sí sin remedio— alguna nueva compilación de éxitos. También, son fechas en que algún osado vuelve a la carga con homenajes o discos tributo; de igual forma, son fechas de panteón y misa. Fechas, pues, de lo mismo.

No obstante, ya se verá, en tales fechas vale sobre todo recordar ciertos detalles y momentos de aquél funesto día. Lo haremos con la ayuda de los propios javieristas que, al fin ellos (nosotros), están a la caza de material diverso que puede resultar valioso y útil.

Así, gracias al ClubYahoo de Javier Solís y a José Juis Medrano, es como podemos llegar al discurso de despedida que el actor Javier Fernández (entonces secretario general de la ANDA) pronunció en las exequias de Javier. Cierto, es mañana un 19 de abril más; dejemos para mañana una nota que, espero, les sea especial, y por hoy las palabras de un compañero. Escuchémosle*.

 

Señoras y Señores,
Compañeros:

Al darnos cita en este lugar en donde reposan los restos de tantos compañeros actores, vengo con el más profundo dolor a dar la última despedida a quien supo ganar nuestro cariño por su sencillez, por su gran compañerismo y porque veíamos en él no una promesa en embrión, sino una positiva realidad dentro de nuestra industria cinematográfica, a la que era una rutilante estrella. Tal fue para los actores Javier Solís.

De cuna muy humilde, luchó desde su infancia con la adversidad del destino. Cuántas amarguras, cuántas privaciones, cuántos días de ayuno le cercaron durante su niñez y su adolescencia. Fue en esa fragua donde templó y se forjó su alma que no desmayó nunca. Con cuánto orgullo proclamaba la humildad de su origen. Cuando llegó a la popularidad no le cegó la luz del éxito, pero nunca estuvo satisfecho de su carrera, por eso día a día estudiaba con más ahínco para superarse y darse por entero a su público. A este público que lo había convertido en su nuevo ídolo.

Javier, por tu nobleza supiste ganar el cariño de todos los que te tratamos. Tenías siempre a flor de labios una palabra de cariño para tus cuates (como los llamabas). Tú saliste del pueblo, supiste como ellos de la angustia y de las vigilias, por eso estrechaban con cariño la mano esos seres que veían en ti a su actor predilecto, por eso escuchaban tu voz que hacían de la canción un arrullo o una queja. Cuánto sentimiento ponías en cada una de tus interpretaciones. Tu arte traspasó nuestras fronteras y tu voz fue siempre un mensaje de fraternidad de nuestro México, de ese México que tanto amaste.

Ahora esa voz se ha apagado para siempre. La ley inexorable del destino truncó una vida que florecía dentro del arte escénico nacional. La fortuna te sonreía y te daba todo lo que antes te había negado. Cuando medrosamente iniciaste tu carrera artística, sufriste muchos desengaños, pero tu voluntad de acero supo sortear todos los escollos. Amabas el arte pero amabas también a los tuyos y por ellos, por darles la felicidad de la que habían carecido, luchaste denodadamente y tu triunfo no se hizo esperar. Puedes descansar en paz, Javier, fuiste un hombre bueno en todos los órdenes de la vida.

La canción ranchera, de la que fuiste un gran exponente, se cubre de luto y enmudecen los mariachis, y nosotros los actores prendemos un crespón más en nuestros corazones. No podemos olvidar tus canciones Llorarás, Sombras, Entrega Total.

Al hundirte en las sombras de lo desconocido llorarán por ti todos los que te amaron, y el arte a quien te diste en una entrega total pierde a uno de sus más recios pilares.

Javier, amigo compañero, te llevas en cada flor que queda sobre tu tuma nuestro cariño y tu recuerdo vivirá por siempre entre nosotros. El rocío que son las lágrimas de tu pueblo dan vida permanente a estas flores.

Javier, descansa en paz.

 

* Así lo reportó Jaime Pericas, jefe de información de Cine Mundial, el jueves 21 de abril de 1966.

NB. De Jaime Fernández, más información aquí.

4 Años 4

marzo 18, 2010 § Deja un comentario

Y cual celebración, queda formalmente inaugurada la nueva versión de la SOLISMANÍA, publicando ahora en la plataforma de posterous (y manteniendo su dominio: solismania.net).

Son ya cuatro años de estar dándole —mal que bien— a la tecla y hacer de la internet un rincón más para la voz de Javier. Ojalá que guste al preciado lector este nuevo espacio.

Por el momento, además de la imagen, las novedades son: el mejor orden de las notas (vía «tags»); la actualización de sus correspondientes ligas (a videos o páginas web), así como el audio incluído en algunas de ellas (por ejemplo, todas aquellas con el tag «audios»).

El paseo, pues, espero sea mucho más placentero. Bienvenidos.

De 100

febrero 12, 2010 § Deja un comentario

Acaso como un tequila añejo y así de bueno, hay en el repertorio javierista un puñado de interpretaciones que hoy día, su contenido, alcanza ya el centenario. Canciones que vieron la luz hace ya cien años y que Javier tomó en cuenta para el enriquecimiento tanto de su propio acervo musical como el de la tierra que las engendró. O mejor dicho, para honor de sus creadores.

Por supuesto, la mayoría de ellas se clasifica como valses, toda vez que fue precisamente en las postrimerías del siglo XIX y primera década del pasado cuando tal género musical ocupa el primer lugar de popularidad, y motiva plumas y partituras varias de una pléyade de compositores. Ahora bien, fácil no es señalar la fecha precisa en que las obras se registraron y entonces calcular exactamente la longevidad de su alcance musical, empero, lo cierto es que en este 2010 tienen ya los tres dígitos de edad.

Solís, lo dicho, las graba a poco más de 50 años de existencia en la memoria musical de entonces, y deja así una muestra más (y mejor) de la belleza inmortal de tales composiciones. Es decir, la verdad sea dicha, Javier supera en mucho a los que le precedieron (incluyendo, por ejemplo, a Infante y su Dios nunca muere) y a los que le siguieron.

Dicho lo anterior, sirva este espacio para enlistar a las más viejas canciones que Javier grabó y que en este especial año (de centenarios y bicentenarios) se han de recordar de forma especial. Ojo, no todas son valses, hay dos que más bien son semilla de lo que será en mucho la gran producción mexicana durante tres cuartos del s.XX, es decir, la canción ranchera. Sea pues.

Encabeza la lista (cuya base es una muy sencilla variable: año de nacimiento del autor) el himno oaxaqueño “Dios nunca muere”, fechado en 1868, del maestro Macedonio Alcalá [1831-1869], letra de Cipriano José Cruz:
Y el selecto “Club Verde, fechado en 1901, de Rodolfo Campodónico [1868-1929]:
Después, “Viva mi desgracia” de Francisco Cárdenas Larios [1872-1945]: 
Y la todavía muy viva “Alejandra”, fechada en 1907, de Enrique Mora [1876-1913]
Cierra esa primer tanda de valses “Cuando escuches este vals” de Ángel J. Garrido [1880-1924]  
Y se hace un espacio (paréntesis si se quiere) para: “La Malagueña de Elpidio Ramírez Burgos [1882-1960] que, se sabe, Javier interpretó y dejó apenas constancia en película con una participación especial junto a Los Calavera:

Parte ya de la etapa histórica revolucionaria la lista continúa con la entonces exitosa

Y la siempre excelsa: “Morir por tu amor” de Belisario de Jesús García [1892-1952]
Finalizando con, aquí la segunda excepción a los valses: “El adiós del soldado” de José María Garavito, quien, si bien colombiano, su adiós suele pasar —también— por mexicano… y tal cual es bienvenido a esta lista 

La lista pues concluye ahí por una razón muy sencilla: el siguiente compositor es Francisco Moure Holguín [1897-1964] cuyo vals «Julia» está fechado en 1924, luego tal obra tiene apenas 85 años por lo que queda fuera de la selección. Cierto, “Morir por tu amor” podría también quedar fuera, mas 5 años de diferencia entre la edad de los respectivos compositores me parecen razón prudente para asumir que quizá con 18 años Belisario haya dado a luz a su Morir. También, estoy dejando fuera de la lista a los restantes 3 valses grabados por Solís: “Por ti aprendí a querer” de Lorenzo Barcelata [1898-1943], “Noche azul” de Carlos Espinosa de los Monteros [1902-1972] y “Mañana” de Victoria Eugenia Sepúlveda [¿?].

Así, herencia invaluable son estas canciones no sólo por su ya inmortal contenido sino también por haber quedado en boca de Javier y su arte. Son estas joyas, su interpretación, la debida reverencia de Solís a aquella música que en este año reafirma plenitud (ello afirmado sin empacho) con unos merecidos ya 100 años de vida. Lo más, Javier con su canto las revistió de particular elegancia e insufló en ellas la serenidad necesaria para que hoy día puedan ser escuchadas sin dejos de arcaísmo.

En corto, la inigualable voz de Javier es, en este centenario, el mejor medio para seguir brindándoles un espacio por demás vivo. Un Javier Solís no de 10 sino de 100, ¡qué va!

Por aquí nos vemos y leemos.

Las lunas de Javier

julio 20, 2009 § 2 comentarios

20 de julio del 2009

Seis son las canciones donde Solís alcanza la luna, esa que hoy hace 40 años fue caminada por el hombre en los pies de Armstrong y Aldrin. Solís hizo lo propio: caminó en cada una de sus cuatro letras y, ya les digo, seis veces alunizó.

Lo hizo de varias maneras: alegre, taurino, bohemio, poeta, matemático y, por supuesto, netamente ranchero. Seis son pues los compositores que en voz de Solís pudieron obtener esa claridad que la luna les —y nos— suele brindar e hipnotizar. Es decir, una combinación perfecta: la inspiración, la luna y la voz.

Tomando los años en que las respectivas grabaciones salieron al mercado, ésta es la particular ruta de Javier en su viaje a la Luna, a sus lunas:

“Al claro de luna” se incluye en el disco Llorarás, llorarás (1959), su versión original es en italiano (“Al chiar di luna”, de Rossi Testa) y Solís se encarga —con la ayuda de Mario Molina Montes, quien da la letra en español— de reconcebir aquella primera versión de Bob Azzam, llegando a una donde entre las cuerdas de los mariachis y coros femeninos, la complicidad requerida (de la novia del ancho mar) es hecha patente bajo la claridad de aquella entrañable voz media.

Luis Demetrio, por su parte, escribe “Tres lunas” y se incluye en el disco Javier Solís con acompañamiento de mariachi DCA180 (1960). Un conteo preciso de los menesteres del abandono y del malquerer, e incluso del fatídico final que le espera a aquella a quien Solís, por honor, dulcemente mataría.

“Luna, luna” es literalmente un poema doble, primero por la pluma de Agustín Lara y segundo por el canto de Javier; una historia de amor cadenciosa incluída en el disco Javier Solís interpreta a Lara (1963) y que, sí, nos hace soñar y doblemente hacer brillar a aquella nuestra esfera de papel.

Tres años después —y a tres del Apollo 11— “Luz de luna” se incluye en Y todavía te quiero (1966). Álvaro Carrillo y Javier Solís hacen mancuerna como pocas y en la playa de la farra y del dolor brindan a la bohemia una razón plenilunada, ¡azul como ninguna!

También en el mismo año se graba el disco Vida de bohemio (1966) en el que Solís parte plaza con “La luna y el toro”, de A. Sarmiento y C. Castellanos, enamorando al astado y peinando con elegancia y porte cada nota de ese musical coqueteo taurino; despliega su capote lentamente y alarga pases sin premura y con total arte.

José Alfredo Jiménez concluye esta odisea con su “Serenata sin luna” (editada en 1974 en Dos ídolos que se fueron y después en 1984 en Temas inéditos de sus películas) dejando a Javier la tarea de mostrarse sin más luz que la emanada de su garganta: la protagonista no es ya la luna sino la serenata misma, ese canto al amor que un hombre procura dar con o sin lindos cielos. Y Solís lo hace y nos canta y se nos entrega, y encuentra el modo preciso para decirnos con pasión que es un esclavo —y amo— de la canción.

Hoy día hace 40 años el hombre se mostró amo y esclavo del Universo, la Luna fue su fin y medio… acaso como Solís y sus lunas. ¡Qué va!

Por aquí nos vemos y leemos.

Las rejas no matan

junio 19, 2009 § 4 comentarios

Hoy día se cumplen 14 años de su muerte. Un ícono de la música mexicana que, curiosamente, en la voz de Solís sólo se hizo escuchar de una sola manera. Tomás Méndez Sosa (1926 – 1995) dejó una estela de composiciones que le garantizaron un especial lugar junto a otros grandes de la talla de un, por ejemplo, José Alfredo Jiménez. Lola Beltrán fue, se sabe, su cómplice de cabecera y con ella su inspiración alcanzó, tal cual, la inmortalidad. En sí, Tomás Méndez fue referente constante para aquellos protagonistas de la canción ranchera, v.gr., Pedro Infante, Amalia Mendoza, Aceves Mejía y Lucha Villa. Nuestro Solís, lo dicho, sólo grabó una de sus canciones… y con ello bastó para que ésta tenga un particular espacio en la historia musical de ambos artistas.

«Las rejas no matan» es no sólo una clásica dentro del repertorio musical ranchero sino también del cancionero popular mexicano. Es por supuesto una clásica de clásicas para nosotros los seguidores de Javier… «Auroras que son puñaladas/ Las rejas no matan/ Pero sí tu maldito querer»… Solís imprimió lo justo y necesario para que esas rejas de Méndez tuvieran la mejor interpretación posible. Fue la única de Javier. Y es sencillamente única. Aquí una versión en vivo grabada en 1964 (en Televicentro):

La canción se incluye en Y todavía te quiero, Rancheras con Javier Solís, la película Amor a ritmo de go-go, en el devedé de 40 Años (que es de donde se tiene esta versión en vivo) y, recientemente, en JS con banda sinaloense. Por aquí nos vemos y leemos. ¡Qué va!

Cómo han pasado los años…

mayo 20, 2009 § Deja un comentario

Hace diez que tuve el honor de recibirle, conocerle, escucharle y, por si fuera poco, cantar con él y su mariachi. Cómo han pasado los años. Recién el pasado 10 de enero se cumplieron siete años de su repentino fallecimiento. Cómo pasan los años. Hoy, a saber por qué, le recuerdo a través de una particular canción: «Cómo han pasado los años». Cómo pasan, Cutberto.

Cierto, Cutberto Pérez no es el compositor pero, ya lo verán, logró junto con su Mariachi 2000 una espléndida y original versión de este tema ya clásico de los compositores Rafael Ferro y Ramón R. de Sirio. Para ello, les cuento, tuvo de cómplices al dueto Carlos Cuevas y, mujerón total, Aída Cuevas

Así, en aquél concierto del ’97 en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, la trompeta de Cutberto (una que, al fin músico y artista cabal, supo hacerse, en mero Nueva Orleans y Nueva York, de acertadas y bienvenidas bases jazzísticas) hizo la diferencia junto con la atinadísima intervención de Aída. Es decir, que si el público esperaba una interpretación más de aquél bolero en la voz de Carlos (y, si me permiten decir, seguramente así extrañar o de inmediato pensar en la versión de Rocío Durcal), grata sorpresa resultó escuchar semejante entrada del mariachi y, segundos después, la voz única de Aída. Redondeo total. Todo en su lugar. El bolero pasó a ser uno de la talla que acaso nuestro Solís hubiera sin duda interpretado tan así de bien arreglado, o sea, un perfecto bolero ranchero. Aquí de lo que hablo:

Díganme si no merece el paréntesis. Y sí, el énfasis de la nota recae en Cutberto, pues creo que su intervención marcó la pauta para lograr así una versión única y acaso irrepetible. ¿La mejor? Hasta ahora sí, sin duda alguna. Mariachi y voces, música y canto, combinados cual anillo al dedo. Así de bien. ¡Qué va!

Brindis
Por Cutberto Pérez (1946-2002) y su legado

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D.R. Mariachi2000CutbertoPerez.com

NB. Por si las dudas, y para que quede claro, Cutberto pudo desde Bach hasta los Beatles… cual vuelo de abejorro.

Y de pronto se canta la canción

mayo 17, 2009 § 4 comentarios

En una nota anterior (febrero 2008) colgué la parte de un video (es decir, una foto) donde aparece la imagen de Javier (junto al que parece ser el Piporro) en el sepelio de Pedro Infante, aquél miércoles 17 de abril de 1957. En los respectivos comentarios se acotó que había dudas sobre la veracidad ya no sólo de la imagen sino del momento en sí. Se dice que, por ejemplo, tales imágenes con Solís y demás gente del espectáculo no es posible dado el, precisamente, número de «luminarias» presentes; también, se dice que no era posible que Javier tuviera un lugar, digamos, preferente en aquella tan especial fecha, amén de que en la referida imagen se le ve con traje (terno) y no de charro —como se le conoce en la foto «oficial» incluída en inter alia el libro Pedro Infante 50 años Inolvidable (Ed. Televisa, 2007), del cual ya se ha hablado aquí (noviembre 2007) también.

Pues bien, aquí una mejor evidencia de que sí, Solís estuvo ahí en las primeras filas del sepelio de Infante y que estaba vestido de charro. Esto es, que para aquello de que «no es posible tal cantidad de luminarias», baste recordar que, caramba, el muerto era nada más y nada menos que Pedro Infante, ¿cómo no iba tener ahí congregados ante su tumba a la crema y nata del cine y música del momento (Solís, recordemos, era ya parte de la casa Columbia CBS)? Luego, de la vestimenta de Javier, en aquella foto tan sólo se le ve de negro y no se alcanza a distinguir si su traje es de charro o no. Como fuere, ya les digo, selectos lectores, hay una mejor muestra de que Javier estuvo ahí, y que aquella anécdota de Solís cantando «Grito prisionero» es por demás factible, por no decir veraz. Antes, aquí la nueva liga al video aquél (sucede que quitaron el anterior), donde Solís sale a cuadro (en el minuto 6:27): click.

Decía de la evidencia, es una que gracias al aviso oportuno de Rodman (del Javier Solís Club2), podemos ver en la página güeb de Proyecto 40, en la sección InternetTV, en la parte de Leyenda Urbana, programa donde los días 18 y 25 de abril del 2009 se transmitió un especial de Pedro Infante. Es en el segundo programa donde se da paso a las imágenes del sepelio de Infante. El audio corre a cargo del presentador del programa, Alberto Barranco, y de la voz (en off) del narrador del video original (uno que parece ser fue hecho al cumplirse un aniversario de la muerte de Pedro), éste, pues, es distinto a aquél arriba referido, es todo en blanco y negro y tiene unas tomas más abiertas donde se permite ver a la multitud testigo del momento. Javier, lo dicho, fue parte de ello y sí que se le puede ver claramente en el video. En el programa en sí hacen pasar dos veces esa imagen parte de la crónica audiovisual donde Solís sale a cuadro. En la primera (aprox. minuto 15:15), su imagen coincide cuando se escucha la voz del narrador decir, atención, «Porque nunca se puede olvidar a quien siempre sabe estar presente»; luego, en la segunda ocasión (aprox. minuto 18:38) es la voz de Alberto Barranco la que se escucha decir, al tiempo que sale Solís a cuadro, «Y de pronto llegan los mariachis, y de pronto se canta la canción más querida (…)». Aquí las respectivas imágenes:

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D.R. Proyecto 40

 

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D.R. Proyecto 40

Helo ahí, con su traje de charro (versión camisa pachuqueña sin moño) y acaso pensando en liberar su aprisionado grito después de aquellas primeras dos canciones (cantadas por todos los presentes), «Amorcito corazón» (sí, como bien nos dice Alberto Barranco, «la canción más querida, la más sentida de Pedro Infante») y «Mi cariñito».

Podemos, avezados lectores, hilar coincidencias y decir que aquél momento marcó la historia de Javier y su entonces porvenir. Solís supo estar presente y salir de entre la gente para, con acertada prontitud, cantar la querida canción. Y así fue, caray, inolvidable nuestro Javier por su perenne presencia y por haber cantado sentidamente (y mejor que nadie) las más queridas canciones. Porque nunca se puede olvidar.

Por aquí nos vemos y leemos. ¡Qué va!

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