El trato y retrato de un marco

enero 28, 2025 § 1 comentario

De Javier se ha dicho que su ausencia dio paso a la presencia por fin de cantantes como Vicente Fernández; no tanto, sin embargo, de otros como Marco Antonio Muñiz. Él mismo lo cuenta en su recién publicada biografía Por amor (Ed. Misión, 2024).

A Muñiz le ofrecieron dos películas tras la negativa de Javier: Dos gallos y dos gallinas (1963) y Los apuros de dos gallos (1963), ambas dirigidas por Emilio Gómez Muriel y coprotagonizadas con Miguel Aceves Mejía. Aquellos fueron en gran medida los inicios de la carrera actoral de Marco Antonio Muñiz, quien un año antes había participado —solo con su piano— en la película La bandida (interpretando el tema ad hoc “Llegando a ti” de José Alfredo). En 1964 Muñiz y Solís compartirían pantalla grande en la película El pecador (Baledón, 1964), donde en realidad nunca salieron a cuadro en la misma escena, nadie canto la canción “El pecador”, y ni siquiera cantaron a dúo una gran versión de “Llegando a ti”: todo se hizo por separado.

Marco Antonio cuenta en Por amor que en su percepción sí había un cierto celo de Solís por el ascenso —valga anotar que el solista Muñiz inició tal carrera después que Solís— del tapatío. Dice Marco Antonio: «Desde que comenzamos a alternar escenario en el Teatro Blanquita, en algún momento que ocupé el mismo lugar que él en términos de importancia, pidió que me movieran más abajo, pues si no, amenazaba con irse del teatro.» Cuenta Marco también que el único lugar donde cantaron juntos fue en el programa de televisión El Yate del Prado, conducido por Lucho Gatica y Paco Malgesto.

La más o menos cercana relación de ambos cantantes se dio entonces entre 1962 y 1965, años en los que, por un lado, el de Tacubaya terminaría por cincelar su carrera artística y, por otro, el de Jalisco comenzaría a forjar su lugar «como uno de los intérpretes más completos e importantes de Latinoamérica» (Gilberto Santa Rosa dixit). La competencia era algo más que carreras solistas paralelas: eran las canciones mismas las que se disputaban las interpretaciones y, claro, el gusto del público. Por ejemplo, el primer disco solista (en 1962) de Marco Antonio incluyó “Luz y sombra” y “Escándalo”, ambas de Rubén Fuentes, grabadas un año antes en el noveno LP de Javier Solís; después, en el segundo disco de Muñiz se incluyó “Adelante” (Mario de Jesús), tema que también pasaría por la voz de Solís en un disco de 1962, El peor de los caminos. Ya con estas tres canciones se tuvo tela para poner a competir a ese par, y lo hicieron en escenarios como el Blanquita, donde Muñiz cantó hasta el hartazgo “Luz y sombra” y Solís, seguramente, remataba con su rúbrica exclamación «¡qué va!» su interpretación de “Escándalo” (asunto que, la exclamación, para algunos es referencia primera en esa canción, pues por los años de edición en LP se pensaría que fue ahí donde por primera vez Solís soltó a media canción un ¡qué va!).

El tercer disco de larga duración de Muñiz, Incontenible (1963), siguió con coincidencias de temas javiersolistas: por ejemplo, “A pesar de todo” y “Mentira, mentira”, donde esta había sido parte del quinto elepé de Solís en 1959 y aquella, un tema de Antonio Guijarro y José Torregosa, se le incluyera en el disco Romance (de 1964). Del cuarto disco de Muñiz, Seguiré mi viaje, se desprendió “El pecador”, tema que a Solís se le incluyera en su disco póstumo Rancheras con Javier Solís. Antes de Sigue de frente, Muñiz grabó el disco 12 maneras diferentes de decir te amo, donde sobresale “Si Dios me quita la vida” (Luis Demetrio), tema que formara parte en el mismo 1965 del mítico disco javiersolista Sombras. Del disco El despertar (1965) de Muñiz, un tema, “Te amaré toda la vida”, vuelve a ser incluido también en el cancionero javiersolista a través del disco (otra vez) póstumo Vida de bohemio; en ese disco de Marco Antonio, por cierto, hay una curiosidad: el tema del francés Gilbert Becaud “Et maintenat” presenta una de las dos versiones en español que en su momento se le hicieran, y ambas sí con Muñiz y Solís: “Y ahora qué” (la de Solís se tituló “Por qué te vas”, incluida en el disco Payaso [1965], y con ese título y versión se grabó en español por el mismo Bécaud y por otros como Raphael).

Competencia de canciones. He ahí el pique y celo de Solís, él que con su oído bárbaro sabía identificar dónde y cómo su voz vestía mejor las creaciones de los compositores. Una, acertada y curiosamente, ejemplifica tal celo de Javier: “Esclavo y amo” de José Vaca Flores.

Es 1961 y Marco Antonio Muñiz ya está comenzando a ser oído como solista y grabando sencillos (que en 1962, como se indicó arriba, se editarían en su primer disco de larga duración) en su casa RCA, mientras que Solís, en la Columbia, grababa también algunos a la par, y estaba, sí, atento a lo que grabara el naciente solista Marco Antonio con su acompañamiento de orquesta, pues, oído al fin, sabía lo que un acompañamiento de mariachi podía darle a ciertas canciones. El joven José Vaca Flores, empleado ya de la compañía Columbia, le da a oír primero el tema de marras a Humberto Sandoval (del Dueto Tapatío), quien le hace ver que esa canción era para Javier Solís: pues sí, la hice pensando en Javier Solís, respondió el compositor. En una reunión posterior el mismo Humberto, avispado, va y le dice a Javier: «oye, Javier, ¿ya oíste la nueva grabación que hizo Marco Antonio Muñiz?» ¿Cuál? ¿Cómo se llama? ¿Quién es el compositor? Javier Solís encara días después a Vaca Flores por andar dando temas a la competencia, y le pide que le presente la canción en cuestión. Acto seguido Solís le dice a su productor «Felipe, quiero grabar urgentemente una canción». Valdés Leal, una vez grabada, decide lanzarla al mercado como lado B de un disco sencillo junto con “El loco” (de Víctor Cordero; tema que, por cierto, el mismo Solís le pidiera al compositor que fuera exclusiva de él). “El loco” fue, como se esperaba, un éxito inmediato; “Esclavo y amo” tuvo que esperar un poco y a ser pedida primero en lugares como NY para entonces regresar a México a ser una joya más del cancionero popular. Ambas se acompañaron con el Mariachi Nacional de Arcadio Diaz; “El loco” con arreglo de Rafael Carrión y “Esclavo y amo”, con uno de Fernando Z. Maldonado.

Si hay ausencias que triunfan, dijera aquel, la presencia de Marco Antonio en la carrera de Javier, y viceversa, dio triunfos también. Las canciones fueron las principales ganadoras.

Dos apuntes finales: i) “Esclavo y amo” no la grabaría Marco Antonio sino hasta pasados treinta años, en 1991, cuando el tapatío grabara su homenaje a dos ídolos, Pedro Infante y Javier Solís; ii) confirmado por el compositor Vaca Flores, a quien el mismo Javier se lo aclarara, el grito ¡qué va! se grabó por vez primera en “Esclavo y amo”, ese fue su marco, y qué marco.~

La cereza del pastel

enero 31, 2014 § Deja un comentario

Hace más de cincuenta años se grabó una canción que resultaría santo y seña no solo del intéprete sino también, y sobre todo, del compositor. “Esclavo y Amo” se sumó a los hits de Javier Solís y multiplicó la popularidad del compositor José Vaca Flores. A partir de 1961 Vaca Flores empezó su gran carrera como compositor; la trayectoria de “Esclavo y Amo” fue exponencial: después de Javie Solís, y de que él estableciera su canon, una centena de intérpretes se echó a la bolsa semejante piedra: con algunos, contados, resultó aún preciosa.

El propio compositor cuenta (en su página web) cómo Solís “exigió” su grabación exclusiva de la canción. Es decir, que acicateado por un amigo común (de Vaca Flores y Solís), este nuestro cantante estrella buscó al compositor para reclamarle aquello de que anduviera dándole canciones a la competencia, i.e., Marco Antonio Muñíz, y, acto seguido, finiquitó la grabación en cuestión de días. “Esclavo y Amo” salió al mercado junto con “El loco” (Cordero), y ambas, a la par, resultaron epónimos de Solís. (La de Cordero se editó en LP antes que la de Vaca Flores, que se incluyó en el LP El peor de los caminos.) La locura y la esclavitud tenían ya amo javiersolista. Marco Antonio Muñíz, por cierto, no grabaría “Esclavo y Amo” sino hasta en 1993 para su, oh, homenaje a Javier Solís y Pedro Infante.

“Esclavo y Amo”, como Solís, se sigue escuchando. Recién en el cine tuvo dos “apariciones”: con el grupo chileno Los Bunkers en la película Besos de azúcar (C. Cuarón, 2013) y con el grupo peruano Los Pasteles Verdes en la película Heli (A. Escalante, 2013). Esta última es la que motiva esta nota.

Hace ocho años la SOLISMANÍA comenzó a dar lata. Hace ochos años, días más, días menos, el primer audio que subí a este espacio fue precisamente “Esclavo y Amo”. Fue la primer canción semanal. Me permito, caro lector, traer unas líneas que en su momento escribí: «¿Una letra de amor y desamor? No, creo más bien una letra de pasión. […] Renglones que hablan de la debilidad y de cómo ésta nos puede hacer sentir fuertes. Claro, la debilidad carnal.» Esta sigue siendo mi lectura… sobre todo después de ver Heli.

«La pasión es así», dije también a la luz de tal sombra javiersolista, «nos hace ir de la sumisión al dominio». ¿Y qué se ve en Heli? Eso mismo. La esclavitud y la posesión. Un universo que se puede encerrar, contener, bajo un cielo estrellado del bajío mexicano, una casa con dos habitaciones para cinco personas, un par de paquetes de cocacína y una canción en la radio. “Esclavo y Amo” suena en voz de Aldo Guibovich, cantante de Los Pasteles Verdes, ¿por qué no con Solís?

El grupo peruano, originario de Chimbote, grabó el éxito javiersolista de Vaca Flores en 1974. Ellos, junto con grupos como Los Ángeles Negros, fueron sin duda parte de aquella ola setentera de agrupaciones baladistas que de México a Sudamérica tuvieron sus mejores años. Así, en grupo, interpretaciones de canciones como “Esclavo y Amo” cedían el protagonismo de voces como la de Solís; el conjunto cobraba importancia, y si bien la voz de Guibovich era ingrediente principal, el resto de la banda no se limitaba al mero acompañamiento. “Esclavo y Amo” es con Solís una amalgama perfecta; con Los Pasteles Verdes es una junta de música y voz… es Heli y su medio, ¿sus circunstancias? La garra es con Solís; el desgarre es lo que ha de oírse en la película. De película.

Las probabilidades de que en estos días (donde se ubica la historia) se escuche en la radio de México, en lugares como Guanajuato, a Javier Solís es mayor frente a la de Los Pasteles Verdes (pero no igual a la de aquellos años sesenta en los que historias como Canoa fueron trazadas). No por mucho: ellos, lo dicho,  sí que tuvieron, y tienen, su espacio en la escena popular mexicana. Es pues natural oír a “Esclavo y Amo” con Los Pasteles Verdes en una escena de película donde una parejita de un medio rural se da una escapada para ver “secretos” mientras la radio del auto está prendida e incluso, al final de una canción de amor, él le hable a ella de matrimonio. Es natural.

Lo que no es natural, y se va por ello a buscar, es oír de nueva cuenta a “Esclavo y Amo” al final de una historia como Heli. ¿O sí lo es? Desafortunadamente en el marco de la historia también lo es. “Esclavo y Amo” vuelve a escucharse con esa voz tristona, chillona acaso, y el conjunto que la envuelve. No ha de ser Solís y su su fuerza lo que se sienta esclavo y amo, más bien sólo su eco a la distancia: la reinterpretación años después de un grupo baladista. El llanto de los violines no tiene lugar en Heli, lo importante ahí es algo todavía más chirriante, cansino. Una escena de sexo por fin consumado y un par de niños al sillón con las cortinas al viento, tras tiempos aciagos, crudos, cabrones, eso es ahora el preámbulo de una canción como “Esclavo y Amo”. Dicho de otro modo, si antes se oye por la radio, al final es lo único que queda por escuchar.

No son gratuitas las consonancias y asonancias de la letra de “Esclavo y Amo”, tampoco sus motivos. Solís lo supo, de ahí su canto; los grupos como Los Pasteles Verdes lo entendieron, de ahí su reinterpretación; películas como Heli de Escalante lo descubrieron, de ahí su inclusión.

Volvamos, para cerrar, a la canción. Vaca Flores se la dedicó a su esposa Esthercita. El compositor ahora está, en sus palabras, tranquilón, tiene incluso Twitter y por ahí llego a esta sencilla y valiosa versión acústica de un joven cantante mexicano que, a pesar de su andar televisivo, procura en buena lid el oficio. Sea pues, Yahir y su “Esclavo y Amo”:

Y, ¡qué va!, una estampa (tomada de la página del compositor) de Solís y Vaca Flores:

De izq. a der. Valencia, Solís, Vaca Flores, Alfaro Valencia, Valdés Leal, Carrión y Rodolfo Zamudio.

De izq. a der. Sr. Valencia, Javier Solís, José Vaca Flores, Alfaro Valencia, Felipe Valdés Leal, Rafael Carrión y Rodolfo Zamudio.

Canción de la Semana 01

febrero 2, 2006 § 5 comentarios

Se va, se va, se va. Se fue. He aquí pues el Post —aplausos— dedicado a la Canción de la Semana.

“Esclavo y Amo”, de José Vaca Flores, interpretada de forma magistral por Javier Solís. ¿Una letra de amor y desamor? No, creo más bien una letra de pasión. Quizá entre amantes, por qué no. Renglones que hablan de la debilidad y de cómo ésta nos puede hacer sentir fuertes. Claro, la debilidad carnal. Tan así que se ruega e implora. Pero es inútil pues, ya se sabe, la pasión es así: nos hace ir de la sumisión al dominio de nosotros y de otros, respectivamente. Hombres, al fin y al cabo. Y hablo de todos los hombres, de los dos sexos. Que no se diga.

La grabó Solís cuando estaba en camino de la cumbre de su carrera y eran esas las canciones que el público esperaba salieran de su voz, y de ahí la razón del éxito. Había ya dejado atrás su etapa de imitación del Inmortal Infante. Sólo Solís pudo en-cantar y sentirse esclavo y amo del Universo. Escuchen esas líneas. Escuchen esa música, cómo, en un principio, lo que suena es el llanto de los violines y después cual marcha fúnebre las trompetas anuncian al amante y su ignorancia del ser: no sé cómo fui a quererte ni cómo te fui adorando. Solís empieza desde lo alto y después, con esa media voz (esa Voz), va bajando para después volver a subir y afirmar su sentir último. Sólo así se puede ser esclavo y amo.

En esta primer semana de esta bitácora queda entonces tal canción. La selección no fue (ni es) fácil. Me pareció que finalmente era la apropiada dado ese juego de palabras y cómo, así lo pienso, Javier Solís bien puede ser ése esclavo y amo de la canción mexicana: hizo (canto/grabó) lo que se le dijo/pidió (más de 300 grabaciones) y, a su vez, logró con su voz dominar el bolero ranchero, género que llegó a ser parte importantísima de la escena musical mexicana y que hoy en día sigue dando quehaceres a la industria.

Así las cosas, viene ahora la segunda semana de esta bitácora y con ella otra selección. Mañana viernes la tendrán, mientras, he aquí la letra de “Esclavo y amo”, de José Vaca Flores.

Esclavo y Amo (Autor: José Vaca Flores)
No sé qué tienen tus ojos
No sé qué tiene tu boca
Que domina mis antojos
y a mi sangre vuelve loca

No sé cómo fui a quererte
Ni cómo te fui adorando
Me siento morir mil veces
Cuando no te estoy mirando

*De noche cuando me acuesto
A Dios le pido olvidarte
Y al amanecer despierto
Tan sólo para adorarte

¡Qué influencia tienen tus labios!
Que cuando me besan tiemblo
Hacen que me sienta esclavo
Y amo del Universo.

Por aquí nos vemos y leemos. ¡Qué va!

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