La cereza del pastel
enero 31, 2014 § Deja un comentario
Hace más de cincuenta años se grabó una canción que resultaría santo y seña no solo del intéprete sino también, y sobre todo, del compositor. “Esclavo y Amo” se sumó a los hits de Javier Solís y multiplicó la popularidad del compositor José Vaca Flores. A partir de 1961 Vaca Flores empezó su gran carrera como compositor; la trayectoria de “Esclavo y Amo” fue exponencial: después de Javie Solís, y de que él estableciera su canon, una centena de intérpretes se echó a la bolsa semejante piedra: con algunos, contados, resultó aún preciosa.
El propio compositor cuenta (en su página web) cómo Solís “exigió” su grabación exclusiva de la canción. Es decir, que acicateado por un amigo común (de Vaca Flores y Solís), este nuestro cantante estrella buscó al compositor para reclamarle aquello de que anduviera dándole canciones a la competencia, i.e., Marco Antonio Muñíz, y, acto seguido, finiquitó la grabación en cuestión de días. “Esclavo y Amo” salió al mercado junto con “El loco” (Cordero), y ambas, a la par, resultaron epónimos de Solís. (La de Cordero se editó en LP antes que la de Vaca Flores, que se incluyó en el LP El peor de los caminos.) La locura y la esclavitud tenían ya amo javiersolista. Marco Antonio Muñíz, por cierto, no grabaría “Esclavo y Amo” sino hasta en 1993 para su, oh, homenaje a Javier Solís y Pedro Infante.
“Esclavo y Amo”, como Solís, se sigue escuchando. Recién en el cine tuvo dos “apariciones”: con el grupo chileno Los Bunkers en la película Besos de azúcar (C. Cuarón, 2013) y con el grupo peruano Los Pasteles Verdes en la película Heli (A. Escalante, 2013). Esta última es la que motiva esta nota.
Hace ocho años la SOLISMANÍA comenzó a dar lata. Hace ochos años, días más, días menos, el primer audio que subí a este espacio fue precisamente “Esclavo y Amo”. Fue la primer canción semanal. Me permito, caro lector, traer unas líneas que en su momento escribí: «¿Una letra de amor y desamor? No, creo más bien una letra de pasión. […] Renglones que hablan de la debilidad y de cómo ésta nos puede hacer sentir fuertes. Claro, la debilidad carnal.» Esta sigue siendo mi lectura… sobre todo después de ver Heli.
«La pasión es así», dije también a la luz de tal sombra javiersolista, «nos hace ir de la sumisión al dominio». ¿Y qué se ve en Heli? Eso mismo. La esclavitud y la posesión. Un universo que se puede encerrar, contener, bajo un cielo estrellado del bajío mexicano, una casa con dos habitaciones para cinco personas, un par de paquetes de cocacína y una canción en la radio. “Esclavo y Amo” suena en voz de Aldo Guibovich, cantante de Los Pasteles Verdes, ¿por qué no con Solís?
El grupo peruano, originario de Chimbote, grabó el éxito javiersolista de Vaca Flores en 1974. Ellos, junto con grupos como Los Ángeles Negros, fueron sin duda parte de aquella ola setentera de agrupaciones baladistas que de México a Sudamérica tuvieron sus mejores años. Así, en grupo, interpretaciones de canciones como “Esclavo y Amo” cedían el protagonismo de voces como la de Solís; el conjunto cobraba importancia, y si bien la voz de Guibovich era ingrediente principal, el resto de la banda no se limitaba al mero acompañamiento. “Esclavo y Amo” es con Solís una amalgama perfecta; con Los Pasteles Verdes es una junta de música y voz… es Heli y su medio, ¿sus circunstancias? La garra es con Solís; el desgarre es lo que ha de oírse en la película. De película.
Las probabilidades de que en estos días (donde se ubica la historia) se escuche en la radio de México, en lugares como Guanajuato, a Javier Solís es mayor frente a la de Los Pasteles Verdes (pero no igual a la de aquellos años sesenta en los que historias como Canoa fueron trazadas). No por mucho: ellos, lo dicho, sí que tuvieron, y tienen, su espacio en la escena popular mexicana. Es pues natural oír a “Esclavo y Amo” con Los Pasteles Verdes en una escena de película donde una parejita de un medio rural se da una escapada para ver “secretos” mientras la radio del auto está prendida e incluso, al final de una canción de amor, él le hable a ella de matrimonio. Es natural.
Lo que no es natural, y se va por ello a buscar, es oír de nueva cuenta a “Esclavo y Amo” al final de una historia como Heli. ¿O sí lo es? Desafortunadamente en el marco de la historia también lo es. “Esclavo y Amo” vuelve a escucharse con esa voz tristona, chillona acaso, y el conjunto que la envuelve. No ha de ser Solís y su su fuerza lo que se sienta esclavo y amo, más bien sólo su eco a la distancia: la reinterpretación años después de un grupo baladista. El llanto de los violines no tiene lugar en Heli, lo importante ahí es algo todavía más chirriante, cansino. Una escena de sexo por fin consumado y un par de niños al sillón con las cortinas al viento, tras tiempos aciagos, crudos, cabrones, eso es ahora el preámbulo de una canción como “Esclavo y Amo”. Dicho de otro modo, si antes se oye por la radio, al final es lo único que queda por escuchar.
No son gratuitas las consonancias y asonancias de la letra de “Esclavo y Amo”, tampoco sus motivos. Solís lo supo, de ahí su canto; los grupos como Los Pasteles Verdes lo entendieron, de ahí su reinterpretación; películas como Heli de Escalante lo descubrieron, de ahí su inclusión.
Volvamos, para cerrar, a la canción. Vaca Flores se la dedicó a su esposa Esthercita. El compositor ahora está, en sus palabras, tranquilón, tiene incluso Twitter y por ahí llego a esta sencilla y valiosa versión acústica de un joven cantante mexicano que, a pesar de su andar televisivo, procura en buena lid el oficio. Sea pues, Yahir y su “Esclavo y Amo”:
Y, ¡qué va!, una estampa (tomada de la página del compositor) de Solís y Vaca Flores:

De izq. a der. Sr. Valencia, Javier Solís, José Vaca Flores, Alfaro Valencia, Felipe Valdés Leal, Rafael Carrión y Rodolfo Zamudio.
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