Ya no tienen juicio
junio 28, 2011 § 2 comentarios
San Miguel Canoa despierta aquella mañana del 14 de septiembre de 1968 y lo hace con Javier Solís en los altavoces del pueblo. Primero con una dedicatoria muy personal y después con una más bien pública. Santiago Arce —pagando 25 centavos— dedica con todo cariño a la señorita Josefina Luna la pieza «El pecador» (Alejandro F. Roth y Mario Molina Fuentes), mientras el cura del pueblo explica a su ama de llaves cómo ellos, los ateos, irán a buscarle y quedarse con el pueblo. Luego, Solís vuelve a sonar con «Las rejas no matan» (Tomás Méndez) para Pablo Arce, para que se acuerde pues nomás anda dando vuelta y no les paga lo que le toca, y he ahí a Nicolás Sánchez tirado de tanto neutle y encuerado y a la espera de la esposa con costal y carretilla para cogerlo, y un grupo de parroquianos charlando de religión, mentadas, medicinas y preparativos de ese su día.
Es Canoa (Cazals, 1975) y son escenas donde, lo dicho, Javier canta y acaso hace segunda a las voces de los personajes. El cura, un magistral Enrique Lucero, subraya su espontáneo sermón mientras, en el fondo y al unísono, Solís cierra su plegaria. La segunda escena (seguida de esta primera) es a su vez la segunda parte de esa cotidianidad: «si hasta en mi propia cara coqueteabas, mi vida,… y yo preso por ti,… ¿qué rumbo tomaste, mi vida, qué puerta a tu paso se abrió?», «¿la religión?, qué te la van a quitar, ¿de ‘ónde?, esa no te la quitan, ¿pero pues tus centavos?». Al final, es el testigo de los hechos, primerísimo actor Salvador Sánchez, quien nos enfrenta: «el pueblo trae susto ya de anterior… de veras feo».
Película polémica, sin duda, pero sobre todo buena, muy buena (de las 100 mejores, dicen los que saben, del cine mexicano), y Solís toma parte de ella. Aquí, me parece, es el oyente atento quien reparará en el detalle de la selección: no es gratuito. Apenas a dos años de la muerte de Javier, es seguro que Solís sigue en los sonidos diarios de la época, incluso, ya se ve, en esa vida rural de entonces… mas no estoy cierto en que sea precisamente con canciones como esas, es decir, un pecador que tuvo que esperar a Alberto Vázquez para «pegar» (precisamente en aquellos finales de los sesenta donde, además, y a inicios de la década, la graban a dueto [1963] Marco Antonio Muñiz y Miguel Aceves Mejía), y unas rejas que competían con aquellos otros últimos hits de Solís en vida (e.g., Sombras, Payaso, Renunciación). Quedan dos opciones (en una) que explican mejor el porqué de este par de joyas: la mano del director Cazals y el hecho de que, ojo, ambas forman parte de aquél disco de antología Rancheras con Javier Solís (CBS, 1966). Un vecino de Canoa es el encargado de la programación musical del pueblo y nada más natural que un disco de Solís a la mano… así como un par de selectos temas para tan aciago día.
Dejo aquí los dos temas en cuestión,
y el link a la película (para verla en línea).
Que se oiga Javier, que a veces no queda sino sólo eso.
NB. Es gracias a Daniel del JavierSolisClubYahoo que vuelvo a estos temas (i.e., Javier en películas), y es también por su sugerencia que van estas líneas. Sea pues, lectores, que vengan las voces, ¡qué va!
[…] a la de Los Pasteles Verdes (pero no igual a la de aquellos años sesenta en los que historias como Canoa fueron trazadas). No por mucho: ellos, lo dicho, sí que tuvieron, y tienen, su espacio en la […]
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