Donde mora el azar
julio 6, 2022 § Deja un comentario
Porque uno no es ninguno, Eleazar Mora graba y presenta el segundo volumen de Javier Solís, una orquesta y una voz (Trimimar, 2022). Hace tres años, para el primer volumen, el tenor seleccionó 11 temas javiersolistas; para el segundo, junto con un par de joyas javiersolistas (“Qué va” y “En tu pelo“), Mora recuerda a un Solís no siempre reconocido (“Vereda tropical”, “Tres palabras”, “A la orilla del mar”) y no siempre explorado (“He sabido que te amaba”, “Tómate una copa”, “Espumas”). Así, con ahora ocho temas, se remata el homenaje de Mora y el alcance de Solís.
Es decir, si el primer volumen era sobre todo un recuento de éxitos —“Entrega total”, “El loco”, “Ojitos traidores”, “Llorarás, llorarás”, “Sombras”, “Sabrás que te quiero”— combinados con una selección ad hoc de boleros —“La clave azul”, “Cuando tú me quieras”, “La entrega”, “Gema”, “Y háblame”—, el segundo volumen subraya ese gran logro de Javier: poder tomar cualquier canción y sellarla, con mariachi o con orquesta, a su única manera. Por su parte, Eleazar, cuya voz nos recuerda a aquella época de oro de los tenores inolvidables de México —Urcelay, Salinas, Mojica, Arvizu, Vargas, entre otros—, borda con la orquesta y el azar lo lleva a querer recordar no a sus pares líricos, sino al repertorio de un cancionero de Tacubaya. La combinación es fantástica.
Donde mora Eleazar es en Miami, pero el venezolano busca la proyección internacional (“The latin tenor”, se apoda) y ha sabido recorrer el cancionero latinoamericano de punta a punta. Sus selecciones son atinadas y bienvenidas: en Eleazar mora una voz sin aspavientos y un canto fresco que recuerda al azahar. De profesión ingeniero, Mora ha sabido aprovechar las trabes de cantantes como Solís, y ha ido construyendo una producción musical de gran trabajo. ‘Una orquesta y una voz’ es ya una serie de discos en los que Mora repasa temas de Simón Díaz, Nino Bravo y Javier Solís, y consigue en cada uno un aire particular; incluso en esos sus dos volúmenes dedicados a Javier Solís: ninguno repite al otro, cada volumen cumple su cometido: cantar, sin azar, a Javier y encantar, sin demora, con Eleazar.
Una entrevista y una canción
julio 6, 2013 § 2 comentarios
Antes que Elvis Presley y quizá al mismo tiempo que Frank Sinatra, Javier Solís hizo también suya la inspiración de Gilbert Bécaud y Pierre Delanoë. “Et maintenant” se escuchó en español gracias a Solís (y a la adaptación de Julio Guiu Clara); las trompetas abrieron la escena y los violines fueron acompañando a Javier en su letanía. “¿Por qué me dejas?” resultó ser el título de la canción: Javier no lo supo durante algún tiempo.
En el primer año de la SOLISMANÍA escuchamos la versión de Solís de ese éxito mundial. Recién ahora puedo oír una entrevista de Solís en Venezuela. Es del año de 1965, Javier está a días de concluír la filmación de “El hombre de la furia” (Orozco, 1966) —conocida también como “Más allá del Orinoco”— y brinda la entrevista a la Radiodifusora de Venezuela en el programa Las mexicanas del set. Llego al audio gracias al javiersolista Alan, y si bien pareciera estar entrecortado, tenemos el gusto de oír por unos minutos a este otro Solís:
Digo otro Solís pues lo comparo con aquél de esa otra entrevista (del año 1962) donde más bien (nos) platicó y contó; casi cinco años después Javier Solís se concentró en responder, «bueno, primero no me has dicho nada de… ¿canciones de todos o mías?», juguetear con el entrevistador, «Amanecí en tus brazos, no en los tuyos, no, en los de una chamaca», y hasta desmentirlo, «nada de que “ágil”, porque me estás diciendo que fui correlón, y no corrí». Estaba contento, a toda máquina, mencionó un par de recientes grabaciones próximas a salir al mercado: “He sabido que te amaba” y otra que, acotó, «en italiano es “Le mantené”, no sé en español, no recuerdo cómo se llama». Gazapo de Solís: se refería a la francesa “Et maintenant”. El tropiezo fue porque “He sabido que te amaba” es la versión en español de la italiana “Ho capito che ti amo”; la francesa sería incluída finalmente en el LP de Payaso (1966) y la italiana, meses antes, en el LP de Sombras (1966).
En aquella nota de 2006 hablé de un “bolero ranchero”: error, lo que escuchamos es una balada setentera en ciernes (madre acaso de tristes y naves del olvido) donde Solís, ¡oh, Javier!, se da el lujo de resumir, con los tonos de su voz, la canción en el último par de versos; también, escribí que tanto la versión en inglés (de Sinatra o Elvis) como la versión en español (de Solís) superaban a la original francesa: gran error, no había visto (ni escuchado) ésta en vivo y a todo color del blanco y negro de su compositor:
[youtube href=»https://www.youtube.com/watch?v=p1H_dMrDUNo]
Al Gilbert lo que es de Bécaud y a Javier lo que es de Solís. «El mantenido», bromeó el entrevistador; «no les digo adiós, sino hasta la próxima», se despidió el entrevistado… «¿Y ahora?», nos mantenemos.
Pajarito cantor que llegaste hasta mí
abril 3, 2013 § 1 comentario
Si “¿Dónde estás, corazón?” nació como canción mexicana y se hizo cual tango, “Pajarito cantor” nació como tango y se hizo cual bolero ranchero… con Javier Solís (¿acaso como él mismo: de un tanguero Luquín a un ranchero Solís?). El compositor de ambas es Luis Martínez Serrano; Solís sólo grabó la segunda (y una más del compositor: “Si no estás conmigo”), con el acompañamiento del mariachi Los Mensajeros, para el disco Y todavía te quiero* (1966). Aquí hemos ya hablado de algunas canciones de ese disco: “Una limosna”, “Luz de luna”, “Espumas”, “Sigamos pecando” y “Las rejas no matan”; pendientes están, por ejemplo, el (tristemente) célebre “Amigo organillero”, la (tan) buscada “Gaviota” y ese otro (original) tango que da nombre al disco. Por ahora, este trino, este pajarito cantor.
Esta semana salió en los medios que en Venezuela un pajarito chiquitico se mete a una capilla, da tres vueltas, se para en una viga de madera, silba —bonito—, ve raro, silba un ratico más y se va dejando bendiciones y arengas… A saber qué clase de pajarito pudo imaginar (¿y sentir?) Solís en su interpretación. Con aquél chiquitico se sintió un espíritu revolucionario; con este cantor, la esperanza de la redención. Yo prefiero lo segundo —así visite entre grillos y rejas— a través de un penado Solís:
Pajarito cantor (Luis Martínez Serrano)
Solo estoy entre grillos y rejas,
condenado a morir en prisión,
y no brotan de mi alma las quejas
porque ahogadas quedan en mi corazón.
Fría está como mi alma la celda,
entra apenas un rayo de sol,
solo escucho que un ave muy cerca
al trinar alegra mi triste prisión.
Pajarito cantor que llegaste hasta mí,
mitigando mi acerbo dolor, no te alejes de aquí;
Pajarito cantor, si pudiera volar,
yo quisiera ayudarte a formar tu nidito de amor.
Mientras sufro la amarga condena,
que por ley la justicia dictó,
la avecilla mitiga mi pena
como un alma buena con trinos de amor.
Y en el fondo del alma se aviva
la esperanza de la redención
cuando el cuerpo cayendo sin vida
a mi alma permita volar al perdón.
Tango ranchero cabal. Después de que las trompetas y violines lo anuncien, Solís sale a escena en esa su triste prisión. Subraya contenido los decasílabos y en los estribillos libera la voz ranchera sin olvidarse, ¡qué va!, de sus tenues descensos. Una versión del tango se puede escuchar en Youtube con Emilio Tuero, ahí el “barítono de Argel” saca partido de su voz y logra sin problemas ecualizar el tango; lo cantor, por su parte, alza el vuelo más bien con la versión de Solís.
Si un pajarito viniera a darnos vueltas, ¿qué mejor que con Javier Solís?
Más de tangos y versiones en la siguiente entrega, ¡qué va!
*Edición mexicana, pues la argentina se edita (tras la muerte de Solís) con otro listado de canciones que no incluyen este Pajarito.
Aunque sea malas nuevas
febrero 17, 2010 § 1 comentario
Un bolero con mucha carne en su interior. Guillermo Castillo Bustamante lo parió entre rejas y sólo acercándose a su historia y la de su patria Venezuela, puede uno comprender la verdadera intimidad de “Escríbeme”. Aparte están las primeras interpretaciones por su paisano Alfredo Sadel y el chileno Lucho Gatica, donde aquél sigue ostentando la mejor versión, sin duda al haber tenido, literalmente, de primera mano la referencia con el compositor (amén por supuesto de su excelsa e inolvidable voz).
Solís quiso también imprimir su sello. Escribir con su cuerdas y cantar así en memoria del doloroso e injusto peregrinar de encierros de Castillo Bustamante. Acompañado del mariachi Perla de Occidente graba entonces su versión, una que aun con borrones obtiene la esperada y agradecida belleza que sólo Javier sabía dar.
Digo con borrones porque “Escríbeme” en la voz de Solís tiene una desafortunada imperfección. Escuchando la versión editada tanto en el disco Canta Javier (1958) como en el cedé de Las Inéditas de Javier Solís (2005), reparo en que Javier, ya en el cierre de la canción, entra a destiempo. Así tal cual, pasados los 3 minutos y a punto del desenlace, después de «su lectura me conmueve» escuchamos un muy indeciso «aunque sea». Un lapsus que a saber si en alguna otra grabación se evitó. Aquí la canción:
Pero un intento, colegas, ya deseado por aquellos que quieran (o hayan querido) echarse al hombro este pedazo de canción. Pues si con sus “Tres Lindas Cubanas” el venezolano dio rienda suelta a su alegría (en particular) en las notas para el piano, “Escríbeme” exige hacerse de tristeza, sufrimiento y melancolía y, una vez con todo ello, dar salida de principio a fin a notas nada fáciles para la voz—ésta se lleva todo el bolero en sí, dejando a la música como mero acompañamiento. Castillo Bustamante lo dejó todo al texto. Ése que más que escribir ansiaba leer.
Así, al canto se le encarga la súplica, algo que Javier sabía —mejor que nadie— conceder. Lograr pues que “Escríbeme” tuviera su merecido bolero ranchero estuvo a punto de consolidarse con Javier. Insisto, el error está ahí y, lo dicho, ojalá existiera alguna otra versión sin tal detalle. Con Aída Cuevas se tiene, hay que decirlo, una muy respetable interpretación a la altura de lo mejor del bolero ranchero; pero con Solís ese borrón nos cuesta y nos puede.
Con todo, como lo expresara acaso el propio don Guillermo (y que sirva esta nota toda como humilde reconocimiento), aunque sea así se seguirá escuchando sin reparo a Javier. Aunque sea malas nuevas, Solís seguirá cantándonos la buena nueva. Nuestra mejor.
Por aquí nos vemos y leemos, ¡qué va!
Sombras… ¿nada más?
febrero 10, 2010 § 1 comentario
Hace 30 años Héctor Lavoe se dio a la tarea de recordar a su cantante favorito: Felipe Pirela. El salsero «cantante de los cantantes» rindió homenaje al «bolerista de América». Con apenas una selección de ocho temas, en Recordando a Felipe Pirela (Fania Records, 1979) Héctor nos brindó una faceta —acaso la más— íntima de su voz y, de paso, dejó clara la influencia del bolero en su salsa (aquí una acertada reseña del disco). También, y aquí el porqué de estas líneas introductorias, Lavoe nos recuerda que Pirela guarda un peculiar paralelismo con Javier Solís: Sombras… nada más.
Sabemos que la composición de Contursi y Lomuto tiene sus origenes en el Sur de nuestra América. Nacidas como un tango, aquellas sombras tendrían una estación —Venezuela— antes de ser luz en ese nuestro faro Javier. Lo que es más, y mejor, Solís encontró apoyo en el sereno ánimo encendido de Felipe Pirela para poder darnos así, en 1965, una redondísima interpretación del ya bolero y encumbrarlo entonces con el marco del sonido del mariachi.
Más claro todavía, es con Pirela, en 1963 , cuando Sombras se hace bolero cabal; así, bien se puede argumentar que gracias a Felipe y su interpretación, Javier obtiene la primer referencia de entendimiento musical de ese tan particular tema. Es decir, que justo es reconocer aquella versión de Pirela y aceptar su fuerte influencia en la posterior interpretación de Javier; mezquino sería ignorar la fuerza de Pirela y sus Sombras, y decir que la versión de Javier no tiene relación alguna. Solís, pues, no pudo haber tenido mejor referencia para su versión bolero-ranchero que aquella sentida interpretación de Pirela.
Por suerte, en la red de redes hay ya respetables espacios donde se habla largo y tendido de la obra musical de Pirela. El mejor rincón sin duda es el «blog del artista ícono del bolero en Venezuela», del escritor Luis Ugueto. Sirva entonces de saludo esta nota y, ayudándonos de las palabras de la cantante zuliana Teresita Antunez (vertidas en el documental producido por el mencionado Ugueto), recordamos a aquel bolerista que «le faltó tamaño pero le sobró corazón». Grande Pirela, ¡qué va!
Por aquí nos vemos y leemos.
Canción de la Semana 08
marzo 23, 2006 § 4 comentarios
Ochos semanas, selectos lectores, es decir, dos meses ya al aire y los cumplimos primaveralmente con esta aromática selección semanal: “Moliendo café”, de los venezolanos Hugo Blanco y José Manzo. Un clásico caribeño que desde su aparición ha tenido distintos intérpretes y excelentes versiones. La canción no es precisamente un bolero, Hugo Blanco (1940) le daría el título de «orquídea» al género musical de dicha canción. A saber. Lo que sí, es que con Javier la tenemos en una versión con mariachi harto sabrosa. Y es que precisamente mucha de la magia de esta canción es que puede ser interpretada en distintas versiones o con algunas variaciones en la melodía, y en todas logra transmitir un sabor y ritmo típicamente latino. De ahí el éxito de tal canción en boca y manos (oh sí, en el arpa suena rebién) de distintos artistas. Javier no fue la excepción, por supuesto.
Así las cosas, les digo, la voz de Solís encuentra perfectamente la alegría y la tristeza que combina “Moliendo café”. Es una mezcla interesante; con tal letra uno no esperaría tal ritmo, sin embargo ahí está, las trompetas anuncian un festejo que después es atenuado por el chas tristón de la molienda y la pena y tristeza de Manuel, el zambo. Magia pura. Escuchen cómo Solís y su voz nos transportan a ese paraíso de los cafetales. La música es tan rítmica como la naturaleza que rodea a éstos.
Aquí la letra, provechito.
Moliendo café (Autores: Hugo Blanco y José Manzo)
Cuando la tarde languidece
renacen las sombras;
y en la quietud los cafetales
vuelven a sentir
el chas tristón, canción de amor,
de la vieja molienda
que en el letargo de la noche
parece gemir.Una pena de amor, una tristeza,
lleva el zambo Manuel en su amargura,
pasa incansable la noche moliendo café.
Sobre el chas, pues así quedó (a pesar de la escasa participación en la consulta que hice, mensajes abajo). Una experta en el tema, javiersolista también (entre otras tantas virtudes más), Raquel, me secundó y así queda la letra entonces en voz de Solís: «el chas tristón de la vieja molienda». Otras versiones dicen, «esta triste canción de amor de la vieja molienda», pero con Solís es claro que no hay tal, que era el chas o echar tristón una canción. Si alguien escucha algo diferente, pues venga, comentar por vidita de Dios. Gracias mil.
En fin, no queda sino hacerse (de) un rico café y seguir disfrutando a Solís. A mí me encanta. Solís y el café. Por aquí nos vemos y leemos. ¡Qué va!