Pajarito cantor que llegaste hasta mí

abril 3, 2013 § 1 comentario

Si “¿Dónde estás, corazón?” nació como canción mexicana y se hizo cual tango, “Pajarito cantor” nació como tango y se hizo cual bolero ranchero… con Javier Solís (¿acaso como él mismo: de un tanguero Luquín a un ranchero Solís?). El compositor de ambas es Luis Martínez Serrano; Solís sólo grabó la segunda (y una más del compositor: “Si no estás conmigo”), con el acompañamiento del mariachi Los Mensajeros, para el disco Y todavía te quiero* (1966). Aquí hemos ya hablado de algunas canciones de ese disco: “Una limosna”, “Luz de luna”, “Espumas”, “Sigamos pecando” y “Las rejas no matan”; pendientes están, por ejemplo, el (tristemente) célebre “Amigo organillero”, la (tan) buscada “Gaviota” y ese otro (original) tango que da nombre al disco. Por ahora, este trino, este pajarito cantor.

Esta semana salió en los medios que en Venezuela un pajarito chiquitico se mete a una capilla, da tres vueltas, se para en una viga de madera, silba —bonito—, ve raro, silba un ratico más y se va dejando bendiciones y arengas… A saber qué clase de pajarito pudo imaginar (¿y sentir?) Solís en su interpretación. Con aquél chiquitico se sintió un espíritu revolucionario; con este cantor, la esperanza de la redención. Yo prefiero lo segundo —así visite entre grillos y rejas— a través de un penado Solís:

Pajarito cantor (Luis Martínez Serrano)
Solo estoy entre grillos y rejas,
condenado a morir en prisión,
y no brotan de mi alma las quejas
porque ahogadas quedan en mi corazón.

Fría está como mi alma la celda,
entra apenas un rayo de sol,
solo escucho que un ave muy cerca
al trinar alegra mi triste prisión.

Pajarito cantor que llegaste hasta mí,
mitigando mi acerbo dolor, no te alejes de aquí;
Pajarito cantor, si pudiera volar,
yo quisiera ayudarte a formar tu nidito de amor.

Mientras sufro la amarga condena,
que por ley la justicia dictó,
la avecilla mitiga mi pena
como un alma buena con trinos de amor.

Y en el fondo del alma se aviva
la esperanza de la redención
cuando el cuerpo cayendo sin vida
a mi alma permita volar al perdón.

Tango ranchero cabal. Después de que las trompetas y violines lo anuncien, Solís sale a escena en esa su triste prisión. Subraya contenido los decasílabos y en los estribillos libera la voz ranchera sin olvidarse, ¡qué va!, de sus tenues descensos. Una versión del tango se puede escuchar en Youtube con Emilio Tuero, ahí el “barítono de Argel” saca partido de su voz y logra sin problemas ecualizar el tango; lo cantor, por su parte, alza el vuelo más bien con la versión de Solís.

Si un pajarito viniera a darnos vueltas, ¿qué mejor que con Javier Solís?

Más de tangos y versiones en la siguiente entrega, ¡qué va!

*Edición mexicana, pues la argentina se edita (tras la muerte de Solís) con otro listado de canciones que no incluyen este Pajarito.

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