Seduce Solís
febrero 19, 2008 § Deja un comentario
Pues bien, selectos lectores, justo me parece que reflexionemos sobre un asunto de capital importancia: ¿Qué diablos hizo Javier que logró volcar a miles de almas en pos de su voz? (Digo almas y con ello también voces de otros tantos que han vivido en el ingenuo esfuerzo de, dejemos el superar, simplemente alcanzar la altura de Javier.) La respuesta es sencilla, pues si Pedro coqueteaba y Jorge posaba, Javier seducía. Seduce, Solís.
Solís obligó —sedujo— al bolero acostarse con las rancheras. Y no conforme, cogió al tango y lo llevó también al lecho. Todavía más, con su voz se metió hasta entre las faldas de una orquesta o de una banda. ¿Crossover? ¡Qué va! Menesteres más bien de una voz que de tan grande acaba por meterse bajo las sábanas de esos géneros que esperan tan solo la primera oportunidad para entrelazarse y fundirse a besos y dentelladas. Cual amantes.
Así se apersona Javier, así le hace el amor a un bolero, a una ranchera, a un tango. Con su voz. Así también nosotros, selectos lectores: queremos seducir o ser seducidos. Sin coqueteos. Sin poses. Por eso escuchamos a Javier, por eso le seguimos. Es cual faro de nuestras pasiones, de nuestros instintos. Su voz es luz que apenas ilumina cuando, ya entre sombras, nos disponemos a sentir lo más, el todo, lo único… Y ahí, seguirá escuchándose Solís: Seductio ad infinitum.
Por aquí nos vemos y leemos; ¡qué va!
PS. ¿Qué tal les fue de San Valentín?
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