La espinita de Javier

mayo 10, 2015 § 4 comentarios

También tres veces se le negó a Solís. La primera cuando es abandonado, la segunda cuando muere la señora tía y la tercera cuando muere la señora madre. El amor de madre no acompañó del todo a Javier; la orfandad, sí. El niño Gabriel creció a la vera del recuerdo de doña Ángela, la tía-mamá, pero también, y habrá que oírlo, de Juana Levario, la señora madre. ¿Eran bonitas?

“Nobleza” fue el título que eligió Nicolás Jiménez Jáuregui para aquel bolero javiersolista: «porque también bonita era mi madre», remata el estribillo de versos que comienzan con «No puede ser cobarde el que perdona». ¿De qué habla don Nico? El coahuilense tramó esto que Solís interpretó en sus primeros años de éxitos. La canción está incluida en esa curiosidad de disco que es Hits…, donde se encuentran más bien perlas raras que poco o nada se tocan. “Nobleza” es la única canción de Jiménez que Solís interpretó, así como con Beatriz Jiménez y su “Bésame y olvídame”. Nicolás y Beatriz eran esposos. A saber si la compositora fue la musa del gran éxito de Nico, “Espinita”, aunque lo cierto es que él murió en la juventud de los cuarenta años. Como fuere, esta otra noble espinita fue más bien de Solís, quien, hay que oírlo, insisto, se hizo de maternales musas.

“Nobleza” (Nico Jiménez)
No puede ser cobarde el que perdona
a un amor que es malo y traicionero.
El amor es dolor cuando es sincero,
vergüenza no es llorar,
vergüenza no es llorar: porque te quiero.

Toda mujer bonita será traidora,
porque al hombre valiente lo hace cobarde;
por su traición, el alma quise arrancarle,
pero al tenerla cerca volví a besarle:
porque también bonita,
porque también bonita era mi madre.

El noble Javier encapsula, por un lado, aquella traición —el abandono— de Juana y, por otro, la belleza de Ángela en apenas este par de estrofas. Según el anecdotario, Solís no perdonó a Juana y siempre tuvo como madre a doña Ángela. La nobleza se le fue en estas sus interpretaciones: hijo a veces, la generosidad a voces.

Madre sólo hay una; Javier Solís, también. No se le puede negar.~

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Con las mujeres de Javier Solís

marzo 8, 2014 § 1 comentario

Fueron en realidad muy pocas. Contadas con los dedos de las manos y pies son las canciones de compositoras que Solís interpretó: diecisiete. Un lugar especial, sin duda, lo tiene María Grever. Javier Solís grabó para Lara, Grever, Baena (1962) cuatro canciones de ella: “Así”, “Volveré” (acaso la más bella del disco), “Ya no me quieres” y “Cuando vuelva a tu lado”, todas con el mariachi Jalisco de Pepe Villa. De esa última hay también una versión con orquesta en Javier Solís en Nueva York (1965), junto con una canción más de Grever: “Te quiero, dijiste” (conocida también como “Muñequita linda”). En total, pues, cinco Grever à la Solís. Raro que no haya grabado “Júrame” (o quizá no se ha editado).

En aquel mentado disco neoyorquino se incluye la mítica “Bésame mucho” de la no menos mítica Consuelo Velázquez. De su autoría hay otra más en el cancionero javiersolista: “Que seas feliz”. La tríada de compositoras más reconocidas en México se completa con Emma Elena Valdelamar: Solís cantó, como nadie, su “Sin mañana ni ayer”.

Hasta aquí van ocho perlas con perfume de mujer. El resto se divide en ocho canciones de igual número de plumas, y una con su pilón: Beatriz Jiménez (“Bésame y olvídame”); Aurora M. Segura (“Piedad, Señor”, junto con Mario Martínez); Zulema de Mirkin (“Recuerdos de Ypacaraí”, junto con Demetrio Ortiz); Minerva Magaña (“Tú y la noche”); Irma Morillo (“Vengo a decirte adiós”); Consuelo Jiménez (“Ya no te burles”); Victoria Eugenia Sepúlveda (“Mañana”); y Graciela Olmos con “La enramada” y “Carabela”. De la canción de Victoria Eugenia Sepúlveda hay dos versiones, con mariachi y con banda, aquí hemos escuchado aquella con lavanda. Casi todas giran alrededor del tema sentimental, del amor posible o imposible; ofrecen, si se quiere ver así, la perspectiva femenina de tales asuntos. Hay, sin embargo, una excepción: “Carabela”.

Carabela: la diosa del mar (Graciela Olmos)
Estoy en el puente de mi carabela
y llevo mi alma prendida al timón;
un soplo de amores empuja mi vela
y zarpo cantando divina canción.
Ni marco mi ruta, ni llevo camino,
por donde mi nave ha de navegar;
yo sé que sin rumbo me lleva el destino:
será un día mi nave la reina del mar.
Que marque mi ruta el ave que vuela,
la estrella errante o el raudo ciclón;
yo quiero ver limpia mi fúlgida estrella:
será un día mi nave la diosa del mar.

Graciela Olmos, la Bandida, es la autora de este himno náutico. Sus dodecasílabos están pesados al centavo. La interpretación de nuestro cancionero lo hace, con todo y sus licencias, un himno javiersolista. De “La enramada”, también de Olmos, qué va, hay versiones para dar y repartir; la de Solís es íntima, coral y breve. Sólo y solo Solís ha navegado sin pérdida esta otra creación de la Bandida. Esta carabela es única. El puente musical, incluso, es, digamos, peculiar: “largo” y se toma su tiempo. La navegación acaso lo exige. ¿El tema? El mundanal andar, y qué mejor que contarlo entre olas.

Editada en El peor de los caminos (1962) la canción pasó a ser de inmediato un éxito y se incluyó en un par de discos de edición especial: El rey del bolero ranchero (2001) y A 40 años… me recordarás (2006). Es decir, que es la fecha que sigue siendo auténticamente javiersolista. La compositora, por su parte, vaya que tiene su historia.

«Era mujer de trabajo, de organización y de agallas», refiere su biógrafa Estrella Newman. La chihuahuense Olmos dio cuenta de ello desde su juventud. Sirvió e hizo servir. La música fue quizá su más fiel compañera, incluyendo a los compositores y cantantes que se apersonaban en su afamado lupanar. «Cabrones», advirtió, «a mí no me vayan a poner como heroína, porque yo fui solo cocaína». Así la diosa de soldaderas, corridos, mancebías y boleros. ¿Quién pedía peras con tales olmos?

Que quede pues este recuento de mujeres en este día de recordatorio, Día Internacional de la Mujer. Éstas son finalmente las mujeres de Solís: pocas pero muchas, de ahí que haya querido subrayar a Graciela Olmos y a su carabela: ¡qué nave!

En la sección de biografías, por cierto, de la Sociedad de Autores y Compositores de México sólo están las de Consuelo Velázquez, Emma Elena Valdelamar y Beatriz Jiménez. En la de esta última hay una anécdota: «Para mí fue muy sorpresivo cuando en una ocasión en que pasaba frente a un pequeño restaurante cercano a mi casa, escuché a Javier Solís interpretando “Bésame y olvídame”; esto ocurrió pocas semanas después de haber registrado la canción. Entré a escucharla, y de la emoción y gusto me puse a llorar como niña».~

Luz a la sombra de Javier Solís

enero 26, 2014 § Deja un comentario

Hoy se cumplen ocho años de este espacio de solismanía, de la SOLISMANÍA.

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gif cortesía de saraigifs

 

¡Qué va!

Navidad javiersolista

diciembre 20, 2013 § 1 comentario

La letra no tiene la potencia de un endecasílabo josealfredista, pero Javier Solís se encargó de que “Llorarás en Navidad” (Humberto Facci) sonara lo más triste posible: a la par de aquella “Amarga Navidad”. Diciembre también nos gustó para Solís. Un órgano, tecla a tecla, nos introduce al fraseo que Solís hilará en menos de tres minutos de canción. Notable el subrayado javiersolista. Es ésta y “Regalo de Reyes” las dos únicas canciones que el de Tacubaya dejara alusivas a la temporada navideña, ¿algo más?

Al cancionero, al final del año, no le queda más que interpretar con su voz al cansancio hecho tristeza. Tú, como yo, llorarás… pero yo cantando. Es Solís y esta es su Navidad (incluída en Las inéditas de Javier Solís, Sony Music 2003):

“Llorarás en Navidad” (Autor: Humberto Facci)
Llegará Navidad
y otra vez llorarás;
si la nieve sepulta mi amor,
volverás a escuchar
otros labios decir
que su amor curará tu dolor.

Pasará Navidad,
pero no sentirás
el temblor de mi voz,
ni el calor de mi boca al decirte adiós

Volverá Navidad,
otro idilio febril,
y otra estrella brillar mirarás;
mas te juro por Dios,
que aunque me he de morir,
tú mi amor nunca más lo tendrás.

~

Sirva esta nota para agradecerles, atentos lectores, su visita… su lectura: gracias mil por su tiempo y paciencia. Va pues el abrazo y mis mejores deseos en estas fiestas; por aquí nos seguimos viendo y leyendo, ¡qué va!

MAAG

Lo que en su calle no encuentres

julio 10, 2013 § 3 comentarios

Hace apenas un año y meses comenzaron los trabajos de pavimentación —y cambios de tubería— en la calle Javier Solís de la colonia Bonifacio Rojas del municipio El Rosario, Sinaloa, México. El presidente municipal, además de explicar el proyecto, y que luego se seguirían con la calle Mario Moreno, subrayó su porqué: «que quede algo a futuro». Así los trabajos en una más de las calles Javier Solís.

Ya Luis Ignacio Helguera intentó encontrar, sin éxito pero con textual fortuna, la lógica en la denominación de las calles de la ciudad de México. Las calles Javier Solís suelen estar acompañadas de Jorge Negrete, Joaquín Pardavé, Mario Moreno y, claro, Pedro Infante; sus colonias (o barrios), sin embargo, no aluden precisamente al mundo del espectáculo, las hay desde la mencionada Bonifacio Rojas hasta La Joya, pasando por la Bonito Pueblo y la Moderna (donde, mexicana ironía, se ve, al menos en Google Maps™, que sus calles están a años de la mentada modernidad). En total, según mis búsquedas en internet, suman ocho calles Javier Solís en la República Mexicana. Quién o por qué las bautizó así es una incógnita.

Las calles Javier Solís se encuentran en la ciudad de México (dos), Estado de México, Querétaro, Aguascalientes, Zacatecas y Sonora. Y no, las de la capital no están en Tacubaya (donde, dicho sea, sí que hay, desde el 2006, un busto del cantante), sino en la colonia Ampliación Emiliano Zapata, delegación Iztapalapa, y en la colonia Jorge Negrete, delegación Gustavo A. Madero. Todas parecen ser calles de “barrios populares”, es decir, no son precisamente lugares residenciales exclusivos o calles cerradas (tan común en México) de algún fraccionamiento o similares. La más residencial es la ubicada en Querétaro, quizá también la más cuidada; otras, como las de Sonora o Zacatecas, y la de Jalisco (en la colonia Moderna), parecen estar más bien en ciernes, a medio camino entre la tierra y el pavimento. Calles, en fin, de barrio, de pueblos urbanos. Calles rurales en camino a la ciudad.

En algunas, incluso, solo buscando se logra distinguir su letrero: como si quisieran ser más bien calles sin nombre. ¿Qué o por qué las bautizó así? Sigue el misterio. O como diría el refrán: lo que en su calle no encuentres, sal con Solís a buscarlo.

Imágenes sacadas del Street View de Google.

¿Desde cuándo escribes sobre Javier Solís?

enero 25, 2013 § Deja un comentario

Hace siete años comenzó el intento. Más que escribir, quería hablar de Solís, o mejor dicho: caminar alrededor de su voz y dejar constancia de mis pasos (de mis tropiezos). En aquel enero del 2006 apenas y había un par de páginas dedicadas a Solís en internet. Hoy el número es quizá el mismo pero la calidad, sin duda, es otra. La mejor —nacida meses después de este espacio— es la del javiersolista Jorge L. Cáceres; año con año el javiersolis.net mejora y su creador lo hace una fuente muy segura para ver y oír a Solís. De textos, por otro lado, no había casi nada, apenas un par de notas que, básicamente, recordaban a Javier por algún aniversario luctuoso y lo dibujaban con conocidos trazos biográficos. Los grupos de admiradores compartían, eso sí, sus apuntes y comentarios en el club creado en Yahoo! Groups; aún lo hacen y dejan así constancia de las posibilidades de abordar a Solís. Aquí, hace siete años, quise darme ese chance: bordar por Javier.

Los cómos han sido distintos, desde la reseña de una canción hasta alguna temeraria ficción, pasando por palíndromos y cortinas de humo. Lugares comunes seguramente habrán estado a la orden del día: espero, no obstante, haberlos puesto en orden. Todo para estar alrededor de Javier Solís y no de Gabriel Siria Levario. Su biografía, creo, la he mantenido consciente e inconscientemente al margen. No me han interesado los dimes y diretes de la persona de Solís sino los del personaje. Rescatar el anecdotario javiersolista, meterme tras bambalinas (y no andar hurgando faldas ni pantalones, o trepando árboles genealógicos). Evito, parafraseando al poeta, los líos de masas y misas, y opto por las musas. Por las de Solís, por el intérprete de una pléyade de compositores que, en lo posible, he intentado también aquí darles la mejor cabida.

¿Entender a Javier? Quizá. ¿Pretenderlo? Seguramente. ¿Tenderlo? Sí, eso sobre todo. Esparcir su obra, untar su voz. Bañarme en esas aguas javieristas. Sumergirme, literalmente, en sus interpretaciones. Es la fecha que seguramente apenas y he conseguido el cometido. Me he ayudado de otros, es decir, también he traído aguas y pasiones a este molino, y vaya que la nadada ha resultado. Si bien los comentarios han venido a menos (quiero pensar que la novedad en general de los blogs fue su catalizador), los contados y selectos lectores me han brindado suficiente confianza como para seguir pensando que estas líneas se leen y son de algún interés.

He hablado de líneas: todas lo son por las notas. La voz de Javier se ha escuchado aquí gracias, en gran medida, a mis propios archivos de audio, esto es, que dada la política de Sony Music y la GEMA (la sociedad alemana de derechos de autor), desde Alemania no he podido aprovechar el material audiovisual de YouTube y sus usuarios. Es una lástima (y lastima), ¿qué les hizo Solís? ¿Les gusta cuando calla porque está como ausente?

«Déjame que te hable también con tu silencio», escribió aquél. De mi parte, he procurado hablar claro, sea con lámpara o entre sombras y, ojalá, como anillo al dedo. Simple. De Solís, lo sabemos, tanto su voz como su silencio es de estrella, tan lejanos y sencillos; si está como ausente: unas notas entonces, un qué va que nos baste, y estar alegres, alegres de que no sea cierto.

¡Qué va!

PS. ¿Desde cuándo escuchas a Javier Solís?

Sin mañana ni ayer: Javier Solís

diciembre 30, 2012 § 3 comentarios

Si logras que yo vuelva a querer,
si logro que tú quieras  también,
que olvides tu tristeza,
tu fracaso de ayer.
Si logras que yo olvide también,
haremos un milagro de amor,
buscando en nuestros besos
el olvido y la fe.
Te ofrezco lo que queda de mí
y pido lo que queda de ti,
viviendo en el pasado
no podríamos vivir;
¿Por qué dejar la vida pasar?
Somos un hombre y una mujer,
vivamos un cariño
sin mañana ni ayer.

Emma Elena Valdelamar escribió «Amor sin pasado: Sin mañana ni ayer» a las 72 horas de llegar a Chihuahua, después de que su entonces novio se le casara con otra, y de haber conocido a un muchacho con una historia similar. Así, «para quitarse la tristeza», contó Valdelamar, es como surgió esta canción que fuera la única que Javier Solís le interpretara.

A horas de despedir este año 2012, bien vale esta canción y su autora. El pasado 23 de diciembre murió quien diera «Cheque en blanco». Fue la tercera de las compositoras más reconocidas en México. Solís, quien grabó cinco canciones de María Grever y dos de Consuelo Velázquez, solo tiene esta que nos ocupa de la obra de Valdelamar… Y acaso bastó, pues si a un Moré le sobró mejor que nadie mucho corazón, a Solís le viene, mejor que nadie, un cariño sin mañana ni ayer.

De los últimos discos de Javier, Sin mañana ni ayer (CBS) es también uno que incluye, amén de la canción del título, una buena muestra del alcance de Solís en registros varios (ilustrado incluso, mal que bien, desde la portada: Javier de terno y corbata y en traje de charro); cinco canciones, por ejemplo, fueron editadas después en Mis mejores canciones.

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Con el 2013 a la vuelta, sin mañana ni ayer habrá que darle la bienvenida… con Solís y Valdelamar, ¡qué va!

La suerte loca de Javier Solís

abril 18, 2012 § 1 comentario

Nunca fue a cantar a Puerto Rico, sólo a filmar dos películas, Caña brava (1965) y Los que nunca amaron (1965); un boricua, Julito Rodríguez, lo descubrió y como nadie interpretó a una pléyade de compositores puertorriqueños, v.gr., Benito de Jesús, Bobby Capó, Rafael Hernández, Pedro Flores, incluído, claro, Noel Estrada: «En mi viejo San Juan». Javier Solís tiene acaso en la Isla del Encanto su segunda patria. Y su gente lo sabe… por lo menos, qué suerte, gente como Daniel Santos.

Recordando a Javier Solís es el homenaje que el Inquieto Anacobero rindió al de Tacubaya. Así de grandes. Editado primero en elepé y en casete, con cinco temas por lado: «Payaso», «Entrega Total», «Ojitos traidores», «Sombras (nada más)», «Adelante», en el A, y «Cuatro Cirios», «Vagar entre sombras», «Suerte loca», «El loco», «Luz y sombra» en el B; después, en 1994, se agregan otras dos: «Si Dios me quita la vida» y «Esclavo y Amo», junto con otras doce de José Alfredo, para así tener, y a la venta en iTunes, el disco Daniel Santos Recordando a… Javier Solís y José Alfredo Jiménez.Una maravilla hecha homenaje.

Con un repertorio javiersolista hasta las cachas, el Jefe no sólo recuerda a Solís sino que lo reinterpreta y de qué manera: a la suya. Impregnado de bohemia y acompañado de arreglos a la medida, Daniel Santos oye a Solís y lo hace eco con aquella voz que nos regalara joyas escritas a mano como las añoradas cartas de Linda.

Tomemos un botón, uno que pocos ojales han visto. «Suerte loca» de Agustín Lara. Grabada por Solís —acompañado del Mariachi Nacional de Arcadio Elías— para su Fantasía Española (1962), Daniel Santos también nos recuerda al compositor que más grabó Javier. Es así la letra de Lara:

«Suerte loca» (Agustín Lara)
Yo tengo una suerte loca,
qué suerte loca, para quererte
con un cariño tan grande
que no se acaba ni con la muerte.
¡Ay, corazón,
no le digas que la quieres tanto,
porque cuando se entrega la vida
los amores acaban con llanto!
Yo tengo una suerte loca,
mira si es suerte saber tus cuitas,
me las han dicho tus ojos,
que son de tu alma las ventanitas.
¡Ay, corazón,
a un amor no te entregues entero,
tras las rosas están las espinas
y te acecha un puñal traicionero!
Los ojos que me embrujaron,
que me miraron, ya no me miran,
los labios que me arrullaron,
que me besaron, ya no suspiran.
¡Ay, mundo cruel,
cómo se abre a mis pies el camino,
esos cambios que tiene la vida,
son caprichos que tiene el destino!

Y aquí lo hecho por Javier:

¿Qué pudo hacer Santos con esta puntada javiersolista?… Qué suerte la de Solís, Daniel vuelve a él para entonces sacar, ¡qué va!, esto bordado a mano:

Cada cual a lo suyo, sin remedos o parches. La voz de Daniel nos recuerda, sí, lo hecho por Javier y, así, lo que él, Santos, sabe hacer. Solo entre grandes.

Se cumplen aniversarios, hoy el 46º luctuoso, y no he encontrado otro homenaje de este calibre. Así de bien logrado y con semejante altura. Irresistible Santos. Es decir, que si se ha de recordar a Javier: recordando que es gerundio.

Y todavía te quiero

diciembre 31, 2011 § 1 comentario

No es del tango de Leocata y Aznar de lo que he de hablar, ni de todo el álbum homónimo que Solís grabara en 1966, pero sí de una parte de él: «Una limosna» de Indalecio Ramírez. El título aquél lo tomo, ya verán ustedes, porque si bien estoy pensando ya en la ausencia del 2011, y le ofrezco un recuerdo con tal limosna, todavía lo quiero.

Hablemos de la única composición de Indalecio Ramírez que Solís grabara, una que enseguida resultó éxito y desde entonces es parte cabal del cancionero javiersolista. «Una limosna» le quedó como anillo al dedo a Javier. De breves y certeros trazos también le queda a este 2011 con sus aún horas de vida. Ramírez bien pudo tener más joyas de estas en la garganta de Solís, mas el tiempo es implacable, y la muerte también. Se va el 2011, llega el 2012 y con él, así sea, algo más que limosnas. Cántale, Solís, que tú nos sigues viviendo:

«Una limosna» de Indalecio Ramírez
Aunque sigas viviendo
para mí ya estas muerta,
aunque llegues tocando
insistente a mi puerta,
de lo poco que tengo
te daré una limosna
como a cualquier mendigo,
pero en cosas de amores
ya no cuentes conmigo.
Tú me hiciste llorar,
tú me hiciste sufrir,
pero todo ha cambiado,
hoy me toca reír;
aunque sigas viviendo
ya olvidé tus ofensas,
pero tú al recordar
no me habrías de buscar
si tuvieras vergüenza.

¡Qué va!

Envío
El 2011, lo hecho, llamará a la puerta, mejor es darle una sonrisa (asirnos a la sonrisa): hoy nos toca. Gracias mil por las visitas a este espacio, sirva esta canción del hijo putativo de Álvaro Carrillo para despedir estos doce meses: a por otros, ¡a por el dos mil doce!

Diez años de Solís con Carrillo en el Salón de la Fama

noviembre 29, 2011 § Deja un comentario

Cuando redacté aquella nota semanal sobre el «Sabor a mí» de Álvaro Carrillo en la voz de Solís, no tenía idea de que para esas fechas (2006) tal canción e interpretación cumplían cinco años de haber ingresado al Salón de la Fama del Grammy Latino. Por suerte, me entero gracias a Mario Carrillo de tal suceso, y van aquí estas líneas para celebrar la década de ingreso.

En el 2001 fue establecida la sección latina del mítico salón de la fama de la Recording Academy, el GRAMMY Hall of Fame, con el fin de rendir homenaje a aquellas «primeras grabaciones de perdurable calidad o valor histórico». Los ganadores, explica la Academia, son seleccionados anualmente por expertos en la materia.

A la fecha son once canciones (sencillos) que están enlistadas. Lo curioso, por decirlo de alguna manera, es que se registran sólo con los intérpretes (que no siempre, se sabe, son también los compositores). Así, además de «Sabor a mí», se puede leer que «Bésame mucho» (¡en género tropical!) de Consuelo Velázquez tiene a Pedro Vargas como autor, o «El reloj» y «La barca» (¡también en tropical!) de Roberto Cantoral, tienen a Lucho Gatica. El resto de canciones son: «Desafinado» (Jobim/Mendoza) con João Gilberto, «El día que me quieras» (Gardel/Le Pera) con Carlos Gardel, «El manisero» (Moisés Simons) con Don Azpiazú, «Garota de Ipanema» (Jobim/Moraes) con Antonio Carlos Jobim, «Mambo No.5» de y con Pérez Prado, «Oye cómo va» (Tito Puente) con Santana, y «Somos novios» de y con Armando Manzanero.

«Sabor a mí» está pues con Javier Solís echando de menos al entrañable Álvaro. Es la única con el género regional-mexicano, por lo que al menos es seguro que los señores de la Academia estaban escuchando a Solís con su mariachi, su bolero ranchero.

Grabada en 1960 y editada en el álbum Enamorado de ti, no cabe duda que el talento de esta dupla apenas y cabe en ella. Cuántas grabaciones habrá tenido en su momento (sobre todo con tríos, e.g., Los Panchos) y es Solís quien se alza con el honor. Porque sí, sin duda la canción vale toda por sí misma, pero las muñecas —lo habría dicho Carrillo— no pueden ir desnudas, alguien tiene que vestirlas. Javier lo hizo y de qué manera. Ahí queda ya su grabación, su interpretación, su corte, su —digámoslo— creación a la medida perfecta, en un aparador que, con todo, contiene una muy buena muestra del alcance de la música. No es fama, qué va, es calidad histórica… saboreada en su mejor sazón.

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