Tres para un 43 (entrega primera)

abril 17, 2009 § Deja un comentario

A tres días de conmemorar el 43º aniversario de la muerte de Javier Solís, aquí unas líneas sobre tres artistas que se dieron a la tarea de regrabar algunos temas de Javier en sus respectivos discos. Es decir, que al parecer este año habrá un cedé con material, quiero pensar, «especial y original» de Solís; así las cosas, no está de más entonces traer a colación otros materiales discográficos que, así nos han dicho, han rendido homenaje a Javier y su voz. Tomo entonces tres en particular; en esta primera entrega: Amanda Miguel (Argentina, 1956) y su más reciente material Anillo de Compromiso (2008).

Amanda es una cantante ya hecha y derecha, baladista que supo posicionarse, gracias a su estilo y voz, en un lugar especial dentro de la escena musical, sobre todo, mexicana. Sin duda alguna posee una voz que aún mantiene la originalidad que en sus inicios (los 80s) trajo a las baladas (v.gr., Así no te amaré jamás). Resulta pues natural que aquella de Él me mintió tomara algunos clásicos de Solís y los cantara a su manera. Este es el resultado: tres temas incluídos en su más reciente producción. ¿Pudo pues Amanda lograr descargar toda su característica energía y desgarradora voz en tales canciones?

Antes, valga mencionar como antecedente a esta tarea (i.e., interpretar balada ranchera) a su disco Rompecorazones (1992) donde demuestra con temas como La Escalera, literalmente, la buena altura de su voz para ése tan especial género musical. Ahora, con la dirección de Jorge Avendaño, graba lo que ella misma llama su particular homenaje a la patria adoptiva, México. A diferencia de aquel primer material ranchero, esta vez el disco cubre no solo los boleros-rancheros sino también los boleros y algunas baladas, por lo que el mariachi se ve también acompañado de la orquesta. El resultado en general es positivo y ciertamente hay todavía un muy buen estilo y voz de Amanda Miguel.

Pero entonces, decía pues, que en sí son solo tres temas javieristas los que Amanda reinterpreta en este su homenaje a México (nótese pues el lugar que se le da a Javier: es de aplaudirse). Esclavo y amo, Sombras y Si Dios me quita la vida son los temas en cuestión. El primer tema (que es el número tres en el disco), es apenas una merecida introducción a esto que podemos llamar Solís à la Miguel; es decir, que solo en algunas partes Amanda logra imponer su estilo y sonar así a ella misma y no a una, digamos, cantante más de karaoke. La canción le termina quedando grande. Cinco temas más en el disco y llegamos a la mítica Sombras. Podía esperarse que aquí, ya habiendo preparado al oyente con los temas anteriores, Amanda explotara del todo… No lo hace. De nueva cuenta se queda en la media e incluso esta vez el acompañamiento musical ayuda todavía menos pues, ese sí del todo, suena tal cual a karaoke. La dejó ir, pues, la señora Miguel.

Viene la última. Aquí se ayuda en mucho de que fuera precedida por una insulsa (incluso en su título: Algo tonto) adaptación al español de Something stupid (cierto: ¿dónde quedó el homenaje a México?… en fin), esto es, que lo que siguiera a ese dueto con Verdaguer sería por mucho agradecido. Y sí, además de esas razones, Amanda saca adelante Si Dios me quita la vida y logra, ahora sí, dotarla de su ropaje (cabellera incluída). Es aquí donde mejor se puede apreciar, por un lado, la herencia de Javier (i.e., ese toque de elegancia y sensualidad) y, por otro, la voz e interpretación característica de Amanda. Sobre todo en la última parte de la canción, v.gr, «sería tan grande mi celo que en el mismo cielo me vuelvo a morir», donde ese su grande celo nos transporta a aquellos temas ya clásicos de Amanda, i.e., los de su propio repertorio, y es entonces cuando, cabalmente, se le aplaude: entendió la herencia de Javier y la logró hacer propia. En resumen, sin embargo, Amanda Miguel nos queda finalmente debiendo en esas tres interpretaciones. Su energía y voz no son desafortunadamente los protagonistas en estas queridas canciones como en el resto del material donde sí que se puede escuchar mejor lo que Amanda aún sabe hacer.

Así las cosas, queda aquí esta nuestra primer lectura de estas tres propuestas para recordar la ida de Javier, y con ello dar cuenta de la venida de este nuestro tiempo en el que sin él en los escenarios y estudios de grabación, la escena artística sigue de muchas maneras (y con distintas calidades) ligada a lo que Solís cantó, logró y encumbró.

Por aquí nos vemos y leemos. Mañana la segunda entrega. ¡Qué va!

PS. Sí, la joven cantante Ana Victoria es hija de Amanda Miguel y, genética al fin, tiene un estilo de voz sumamente parecido al de su madre, pero ya hecho a los tiempos de ahora. Acaso, valga decir, valdría la pena escucharla cantar algún bolero ranchero.

Volver a cuando vuelva a tu lado

marzo 17, 2009 § 2 comentarios

En el episodio anterior (18/02/09) nos quedamos en que nuestro héroe había cometido errores en la grabación de “Cuando vuelva a tu lado” en su, ojo, versión bohemia para el álbum En Nueva York (1965). Es decir, avezados lectores, que hay otra versión y que es, de hecho, la incluída en el disco Lara, Grever, Baena (1962).

SOLISMANÍA hace pues el recuento de esta nuestra pifia.

Javier Solís grabó, caros lectores, dos versiones de esta particular pieza de Grever: una para su álbum En Nueva York (con duración de 4 min) y otra, ojo, con mariachi, para Lara, Grever, Baena (con duración de 02:21). Luego, en esta versión con mariachi no hay errores, repito, no los hay. Javier se hace acompañar del mariachi Jalisco de Pepe Villa y canta una versión corta (es decir, sin aquella introducción incluída en la otra versión) y con, podemos decirlo, mayor soltura y acaso poder. Así, amén de, insisto, estar libre de errores en la letra, toda ahora tiene sentido.

Años más tarde, el trío Los Patricios toma la versión bohemia (la del error), pues ciertamente es la que mejor se prestaba (dado el tempo de la voz), para la grabación de su dueto tecnológico con Javier Solís; de ahí que además del verso introductorio se tenga ese mentado error en la letra interpretada.

Ahora bien, para ponerle un toque elegante a este capítulo, aquí una muy pero muy bella (posible) portada del artista diseñador gráfico Daniel Gil (Santander, 1930 – Madrid, 2004), para el disco Lara, Grever, Baena (que nos hace preguntar, ¿por qué tan poquísimas veces Solís tiene esta merecida compañía de arte en sus discos, y tantas otras unas verdaderas penas ajenas, v.gr. el recién cedé Sus Grandes Exitos Con Banda?).

 

Danielgil

© Daniel Gil – artediez

Queda cerrado, me parece, el caso. No se pierdan más de estas entretenidas aventuras. Por aquí nos vemos y leemos. ¡Qué va!

Con banda sinaloense

febrero 28, 2009 § Deja un comentario

El año pasado, 30 de junio, un anónimo (ven por qué quiero que firmen sus comentarios) hizo mención —en la sección de comentarios de la nota: Discos y más discos… ¿cuántos?, 31/05/2006— de un nuevo cedé de Javier Solís: Javier Solís: sus Grandes Exitos con Banda (2008). En su momento no pude recabar información al respecto y dejé el apunte en el aire. Hoy me encuentro ahora sí con el mentado cedé:

 

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Helo ahí. Al parecer en amazon.com está agotado (¡Javier Solís imparable!) pero no en mixup.com.mx
Aquí la lista de canciones (siete de ellas, a mi parecer, javieristas totales, mismas que subrayo):

01. Poco a poco
02. Sombras
03. Con mis propias manos
04. Si Dios me quita la vida
05. Pa’ todo el año
06. Una limosna
07. Payaso
08. Las rejas no matan
09. Amigo organillero
10. Esta tristeza mía

10 arreglos 10. Exactamente, diez mezclas de la voz de Solís con el sonido tradicional, y de alguna manera clásico ya, de la banda sinaloense. Luego, en lo que tengo la oportunidad de escucharlo de principio a fin (desde este lado del Atlántico no me es tan fácil hacerme del disco), aquí una probada (y de muy buena manufactura) cortesía del caro Raúl (rey11mx):

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=povxkcoNtYo&feature=player_embedded]

Efectivamente, como acota Raúl, es un disco por fuerza controvertido. Es decir, a diferencia del trío, orquesta, o incluso la banda de viento tradicional (sinfónica, la llaman unos), el que escucha a Solís, si me permiten la expresión, no lo presta tan fácilmente a un género que hoy día pasa más bien por el filtro (y gusto) puramente comercial antes que por uno realmente musical.

Ahora bien, en su momento, lo sabrán mejor que yo, avezados lectores, a Javier ya lo hicieron cantar con banda sinfónica sus excelsos valses y el resultado fue realmente bueno; tuvo un marco que supo acoplarse a la suavidad de Solís y se lograron unos tres cuartos de antología. La diferencia ahora es que Solís tiene un mayor reto —dado, lo dicho, el registro actual, esperado y deseado, del sonido de este tipo de banda. Tal sonido está ya muy lejos de aquello que gente como Luis Pérez Meza logró otrora hacer con la banda sinaloense (encumbrarla, en una palabra). Así, la voz de Javier parece ahora sujeta al acompañamiento y hay momentos incluso que parece una competencia (inútil, por supuesto) entre la voz de Javier y el sonido del viento metálico. Y ni hablar de, al menos en la muestra que ofrece mixup.com.mx de «Si Dios me quita la vida», donde parece incluso que quieren que suene a pasito duranguense.

Lo deseable, por supuesto, es que el propio Javier se hubiera impuesto esa tarea de, pongámoslo así, pasar del mariachi a la banda sinaloense, pues sólo él hubiera sabido encontrar (como lo hizo, por ejemplo, con una orquesta) el punto perfecto de armonía; así como, en una analogía, el referido Pérez Meza hizo lo suyo con, en su caso, el mariachi (p.ej., ver aquí y comparar, sin reparo alguno, con versiones como ésta: cada una tiene lo suyo y no hay conflicto alguno a pesar de las diferencias entre los géneros acostumbrados en cada intérprete).

Entonces, que sin haber escuchado totalmente el disco, yo preveo un balance apenas positivo gracias únicamente a, exacto, la aparición de Javier en tales menesteres de mezcla y sonidos de moda (¿a eso parece reducirse nuestra querida tambora?). Gracias pues a la perenne presencia de Javier en el gusto musical de la gente, productores y músicos de banda incluídos.

Por aquí nos vemos y leemos. ¡Qué va!

Actualización/Fe de erratas

Según yo «Si Dios me quita la vida» no es javierista. Error. Lo es y totalmente: Luis Demetrio (1931-2007), el compositor, la pensó especialmente para Javier Solís.

Cuando vuelva a tu lado: what a difference!

febrero 18, 2009 § 1 comentario

Gracias a la precisa observación de Andrés Fragoso, avezado lector de este espacio, reparo yo también en la pifia de la grabación de “Cuando vuelva a tu lado” (de María Grever) por Javier Solís (incluída, la mismita, en Javier Solís en Nueva York y Lara, Grever, Baena). Efectivamente, hay errores en la interpretación de Solís:

(1) Dice «el amor que te he dado no repitas jamás», debe decir «(…) no podrás olvidar»
(2) Dice «(si) el beso que negaste ya me lo puedes dar», debe decir «(…) ya no lo puedes dar»
(3) Dice «las cosas que te digo no podrás olvidar por compasión», debe decir «(…) no repitas jamás (…)»

Tomo como referencia las grabaciones hechas por otros artistas (disponibles en youtube; por cierto, hay una muy buena y acaso inesperada versión de Antonio Aguilar) y la letra en —si me preguntan, la mejor referencia en la web para el caso— MiCancionero.com

Así las cosas, Fragoso me apunta que el error pudo ser en la mezcla final de la canción. No lo creo. Pienso que simplemente fue un error en la interpretación de Javier. Es decir, si se tuviera constancia de ello en solamente un disco, podriamos pensar que sí, que hubo un error en la mezcla (pues en el otro disco se escucharía sin error alguno). Pero en los dos materiales discográficos se tiene la misma errónea versión. No hubo pues oportunidad de enmendarla. Javier Solís se dejó ir y así nos fue.

Pero vayamos al detalle. El primer error es obvio, pues no es lógico repetir uno mismo un amor dado por otro (cosa diferente a decir por ejemplo, «el amor que me has dado no repitas jamás» o «el amor que te he dado no repita jamás»). El segundo error puede pasar como licencia, digamos, poética, o bien, ¡qué va!, una enmienda a la versión original. Es decir, que de hecho es más lógico pensar en que ahora sí un beso negado se puede dar, y no como reza la versión original. Por el momento tenemos empate: una pifia versus una enmienda. Viene entonces el tercer error… que bien puede ser perdonado y aceptar, ciertamente, que una vez juntos —reunidos— las cosas dichas no se podrán olvidar por, sea pues, compasión. Sí, mejor es no repetir decires en esos íntimos momentos, pero, lo dicho, además puede uno también no olvidarlos. O sea, que, si me permiten, Javier es aprobado: 2 a 1, y no hay fijón.

La letra no es fácil, por supuesto, Grever tramó casi un rompecabezas. Se recuerdan agrios momentos y se anuncian unos melancólicos. No es claro que volver sea precisamente lo más esperado o alegre, simplemente se pide —se ruega— por un solaz. Así, la versión en inglés “What a difference a day makes” (letra de Stanley Adams, el mismo que le puso letra en inglés a “La Cucaracha”) es mucho más clara; si bien no es traducción de la letra original, sí tiene de alguna manera el mismo tema comparativo entre el antes y el ahora, donde el ahora es muy diferente gracias a la presencia de la otra persona. En inglés, pues, no hay drama alguno aunque, eso sí, y sobre todo en la exquisita versión de Dinah Washington, una explicación sensual del estar gratamente acompañados.

Como fuere, Javier, jugueteo del destino, hace una diferencia total. And the difference is… Solís!

Peregrina

octubre 9, 2008 § Deja un comentario

¿Qué tienen en común Javier Solís y Alma Reed?

Lamentablemente tan solo su año de muerte y no, como se hubiera querido, la interpretación de Solís de aquella canción inspirada por la periodista. Una pieza, pues, de las tantas que no queda sino solamente imaginarnos en voz de Solís. Una deuda que Javier ya no pudo saldar. Los versos de Luis Rosado Vega ciertamente han encontrado voces varias (e.g., Jorge Negrete) que, se sabe, han hecho de «Peregrina» una joya del cancionero latinoamericano; sin embargo, lo dicho, Javier bien pudo haberle dado acaso la mejor interpretación.

Es decir, que quizá ese año deba ser tomado, y con resignación, como la interpretación que solo Javier pudo hacer de la canción: además de ser esclavo, loco, amo y payaso, era también, como la amada de Carrillo Puerto, un peregrino…

Cuando dejes mis palmares y mi tierra,
peregrina del semblante encantador:
no te olvides, no te olvides de mi tierra
no te olvides, no te olvides de mi amor
.

Inolvidable Javier. ¡Qué va! Por aquí nos vemos y leemos.

Resultados pendientes

julio 29, 2008 § Deja un comentario

Antes de iniciar una nueva encuesta (se aceptan sugerencias), he aquí los resultados de aquella que hace ya bastante tiempo echamos a andar.

  • Pregunta: ¿Quién ha reinterpretado mejor los clásicos de Javier Solís? (total de votos: 2044)
  • Resultados:

Alejandro Fernández 58%
Pepe Aguilar 27%
Pablo Montero 15%

Lectura:

Los resultados reflejan la popularidad de cada uno de los, digamos, competidores. Los comentarios reflejan el sentir de la gente: nadie como Javier Solís. Ahora bien, la encuesta (y creo que no se entendió del todo) no buscaba comparar a Javier Solís con alguno de estos tres jóvenes cantantes propuestos (dada su mayor popularidad dentro del género bolero ranchero); pretendió, más bien, saber hasta qué punto estos cantantes han podido, eso, reinterpretar aquellas canciones que son ya clásicas en voz de Javier Solís.

Alejandro empezó su carrera no solo con la sombra de su padre sino también a la de los otrora éxitos de Javier Solís. (Pisó los escenarios, pues, con la consigna de ser el nuevo valor del bolero ranchero.) Así, logró con algunos clásicos imprimir su huella (e.g., A pesar de todo) y con otros simplemente los dejó como una muestra más de la variedad de interpretaciones (e.g., Mentira, mentira, que, de hecho, después Vicente se encargaría de regrabar en compañía de, oh, Javier Solís). Ciertamente hoy día ya no es el mismo de hace 15 años, y poco o nada del repertorio de Solís ha reinterpretado, pero por lo que grabó yo lo ubicaría en un segundo lugar.

Y sí, mi primer lugar sería para Pepe. Es él quien mejor ha entendido a Javier y por ello más allá de competir con la grabación original, procura una nueva, una suya, una muy a su manera. En tu pelo le quedó bastante aceptable: la refrescó y logró darle una nueva imagen. Tiene otras, y creo que en cada una se volcó hacia lo que ya él venía haciendo con su repertorio (e.g., Por mujeres como tú) y no cedió ante los impulsos de ocupar lugares. De ahí que, lo dicho, me parece el que mejor ha, literalmente, reinterpretado a Solís.

Finalmente, uno que más que a reinterpretar, se dedica a querer interpretar es Pablo Montero. Y sí, como algunos participantes comentaron, es él quien más busca, con su estilo y voz, parecerse a Javier. Es claro que se queda en el intento. Sus grabaciones son burdas interpretaciones de los clásicos de Javier. Su disco homenaje a Javier fue simplemente una buena recopilación de temas, no de interpretaciones, y ni hablar de reinterpretar: no lo logró y, al paso que va, no creo que lo logre (i.e., esperaré sentado).

En fin. Otros más han grabado los clásicos de Javier: por ejemplo, Luis Miguel y Cristian Castro. Sin embargo no lo han hecho tanto como los tres listados, de ahí que los dejara fuera de las opciones. Insisto, no busco comparar; pero sí encontrar a alguien que en la actualidad haya podido entender las letras y música que hicieron de Javier un ícono de la música. Valga un ejemplo final con la canción El mundo: Javier Solís, primero, logró reinterpretar la versión italiana y nos dejó una versión en español sin comparación alguna; luego, José José hizo la versión suya tan así, que con ella sentó sus bases para éxitos posteriores. Es que, en tales menesteres de la regrabación, de eso se trata precisamente: de reinterpretar.

Por aquí nos vemos y leemos. ¡Qué va!

Solís y el Vargas

julio 22, 2008 § Deja un comentario

Si ustedes, selectos lectores, tienen alguna otra fuente de información, sea pues; mientras, no me queda más que hacerme de mis teorías. Es decir, que tengo como hecho la ausencia de grabaciones de Javier Solís acompañado del mariachi Vargas de Tecalitlán. La pregunta obligada es el por qué de esta ausencia. Un vacío en la música, incluso. ¿Alguna conspiración? ¿Complot?…

Se me antoja que la respuesta es más sencilla y mortalmente pragmática: Javier y el Vargas estaban en distintas compañías disqueras. Es decir, Solís no colaboró con Rubén Fuentes (en su momento arreglista principal del Vargas, y de alguna manera su líder moral) porque simplemente ambos no coincidieron en la misma compañía. Más claro, el equipo de Javier y el del mariachi Vargas estaban en equipos competidores uno del otro, y de ahí que nunca se diera la colaboración. Una lástima, sin duda alguna, pues no se puede negar el talento de Fuentes y no nos resta más que imaginar la magia que hubiera resultado de la unión de Rubén con la voz de Javier.

Cierto, Solís grabó canciones de Rubén (e.g., Qué bonita es mi tierra) pero esa es harina de otro costal: el sonido del Vargas de Tecalitlán como marco de los trazos de Solís y su voz es deuda perenne de la historia de los boleros y las rancheras. Del bolero ranchero.

Por aquí nos vemos y leemos, ¡qué va!

13 Solís 13

junio 16, 2008 § Deja un comentario

Aprovechando un reciente hallazgo (ver mi otro blog: Aguaclara), aquí mi versión de las trece virtudes, 13, de Javier Solís.

  1. TEMPLANZA. Aquella voz media;
  2. SILENCIO. Cada pausa entre cada nota;
  3. ORDEN. Otros lo llaman fraseo;
  4. RESOLUCIÓN. Una vez iniciada la melodía, su canto era total de principo a fin;
  5. FRUGALIDAD. Dicen que grabó demasidado… más bien apenas lo necesario para su inmortalidad, sin desperdicio alguno;
  6. INDUSTRIA. Como Infante, no cesó de trabajar hasta la muerte;
  7. SINCERIDAD. ¡Qué va!
  8. JUSTICIA. Dotó al bolero del porte de su voz y del acompañamiento del mariachi;
  9. MODERACIÓN. Se limitó a cantar lo que le correspondía y venía;
  10. LIMPIEZA. En vivo o a través de un vinilo, casete, cedé, etc., pulcritud en cada nota;
  11. TRANQUILIDAD. Sin gritos ni prisas, se limitaba a interpretar;
  12. CASTIDAD. Más que sexo, hacía el amor en cada nota, y sin prostituir su arte y voz;
  13. HUMILDAD. No era cantante: se decía cantador.

¡Qué va! Por aquí nos vemos y leemos.

¿Y Javier?

mayo 15, 2008 § Deja un comentario

A raíz del aniversario luctuoso de Frank Sinatra (ayer 14 de mayo) y el anuncio (por parte de sus herederos) de la creación de Frank Sinatra Enterprises, la pregunta obligada es: ¿Y Javier, nuestro Javier Solís?… Lo de siempre, lo acostumbrado, lo común, lo ordinario: una misa aquí, un programa especial allá (favor que nos hacen) y un disco por acá (otro gran favor). No es que esté mal, qué va (Javier dixit), pero es simplemente un nimiedad ante el legado de Solís. Javier sigue esperando algo más de las masas que discos y misas: musas.

El paralelismo de Sinatra y Solís en cuanto a voz y talento se limita a eso, precisamente, y no se extiende a lo que los herederos en el caso de Frank han hecho con semejante ícono de la música anglosajona: un ícono cultural. Javier Solís sigue esperando alguna fundación (acaso como la Frank Sinatra Foundation) o algún mercadeo como la mencionada Frank Sinatra Enterprises, fruto de la visión a mediano y largo plazo de sus herederos (es decir, la familia Sinatra) y casa disquera (Warner Music).

¿Qué estamos esperando? ¿Solución a conflictos a familiares para comenzar entonces una verdadera y bien pensada explotación musical de Javier Solís? Digo bien pensada porque una cosa es lanzar el debido disco (sea doble, triple o de edición especial) y otra repensar el catálogo musical de Javier para su mejor estudio, disfrute y deleite. Digo explotación porque así como en vida Javier dio todo de sí para ese extraordinario número de grabaciones y actuaciones, éstas deben tener eco no solo por, lo dicho, su número sino, sobre todo, por su extraordinaria calidad. Digo también solución a conflictos familiares porque Gabriel Siria, como su ídolo Pedro, dejó de igual forma un buen enredo de lazos familiares, y con ello un obstáculo para la comercialización post mortem de su música (i.e., de a cómo y a quién va a ser la parte del pastel de la venta de equis disco del difunto).

Así las cosas, pareciera que Javier Solís (y con él sus seguidores) seguirá sujeto a aniversarios y fechas especiales para que alguien y algo lo recuerde con lo hasta ahora visto y tenido, y nada más; mientras. que otras figuras de la misma e igual talla, como Sinatra (y sus seguidores), pueden ver cómo su herencia y legado se perpetúa con acciones sendas y prestas.

Por aquí nos vemos y leemos, ¡qué va!

Envío

A Jorge L. Caceres, por su magnífica página, ejemplo de aquellas requeridas acciones.

Seduce Solís

febrero 19, 2008 § Deja un comentario

Pues bien, selectos lectores, justo me parece que reflexionemos sobre un asunto de capital importancia: ¿Qué diablos hizo Javier que logró volcar a miles de almas en pos de su voz? (Digo almas y con ello también voces de otros tantos que han vivido en el ingenuo esfuerzo de, dejemos el superar, simplemente alcanzar la altura de Javier.) La respuesta es sencilla, pues si Pedro coqueteaba y Jorge posaba, Javier seducía. Seduce, Solís.

Solís obligó —sedujo— al bolero acostarse con las rancheras. Y no conforme, cogió al tango y lo llevó también al lecho. Todavía más, con su voz se metió hasta entre las faldas de una orquesta o de una banda. ¿Crossover? ¡Qué va! Menesteres más bien de una voz que de tan grande acaba por meterse bajo las sábanas de esos géneros que esperan tan solo la primera oportunidad para entrelazarse y fundirse a besos y dentelladas. Cual amantes.

Así se apersona Javier, así le hace el amor a un bolero, a una ranchera, a un tango. Con su voz. Así también nosotros, selectos lectores: queremos seducir o ser seducidos. Sin coqueteos. Sin poses. Por eso escuchamos a Javier, por eso le seguimos. Es cual faro de nuestras pasiones, de nuestros instintos. Su voz es luz que apenas ilumina cuando, ya entre sombras, nos disponemos a sentir lo más, el todo, lo único… Y ahí, seguirá escuchándose Solís: Seductio ad infinitum.

Por aquí nos vemos y leemos; ¡qué va!

PS. ¿Qué tal les fue de San Valentín?

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