El trato y retrato de un marco

enero 28, 2025 § 1 comentario

De Javier se ha dicho que su ausencia dio paso a la presencia por fin de cantantes como Vicente Fernández; no tanto, sin embargo, de otros como Marco Antonio Muñiz. Él mismo lo cuenta en su recién publicada biografía Por amor (Ed. Misión, 2024).

A Muñiz le ofrecieron dos películas tras la negativa de Javier: Dos gallos y dos gallinas (1963) y Los apuros de dos gallos (1963), ambas dirigidas por Emilio Gómez Muriel y coprotagonizadas con Miguel Aceves Mejía. Aquellos fueron en gran medida los inicios de la carrera actoral de Marco Antonio Muñiz, quien un año antes había participado —solo con su piano— en la película La bandida (interpretando el tema ad hoc “Llegando a ti” de José Alfredo). En 1964 Muñiz y Solís compartirían pantalla grande en la película El pecador (Baledón, 1964), donde en realidad nunca salieron a cuadro en la misma escena, nadie canto la canción “El pecador”, y ni siquiera cantaron a dúo una gran versión de “Llegando a ti”: todo se hizo por separado.

Marco Antonio cuenta en Por amor que en su percepción sí había un cierto celo de Solís por el ascenso —valga anotar que el solista Muñiz inició tal carrera después que Solís— del tapatío. Dice Marco Antonio: «Desde que comenzamos a alternar escenario en el Teatro Blanquita, en algún momento que ocupé el mismo lugar que él en términos de importancia, pidió que me movieran más abajo, pues si no, amenazaba con irse del teatro.» Cuenta Marco también que el único lugar donde cantaron juntos fue en el programa de televisión El Yate del Prado, conducido por Lucho Gatica y Paco Malgesto.

La más o menos cercana relación de ambos cantantes se dio entonces entre 1962 y 1965, años en los que, por un lado, el de Tacubaya terminaría por cincelar su carrera artística y, por otro, el de Jalisco comenzaría a forjar su lugar «como uno de los intérpretes más completos e importantes de Latinoamérica» (Gilberto Santa Rosa dixit). La competencia era algo más que carreras solistas paralelas: eran las canciones mismas las que se disputaban las interpretaciones y, claro, el gusto del público. Por ejemplo, el primer disco solista (en 1962) de Marco Antonio incluyó “Luz y sombra” y “Escándalo”, ambas de Rubén Fuentes, grabadas un año antes en el noveno LP de Javier Solís; después, en el segundo disco de Muñiz se incluyó “Adelante” (Mario de Jesús), tema que también pasaría por la voz de Solís en un disco de 1962, El peor de los caminos. Ya con estas tres canciones se tuvo tela para poner a competir a ese par, y lo hicieron en escenarios como el Blanquita, donde Muñiz cantó hasta el hartazgo “Luz y sombra” y Solís, seguramente, remataba con su rúbrica exclamación «¡qué va!» su interpretación de “Escándalo” (asunto que, la exclamación, para algunos es referencia primera en esa canción, pues por los años de edición en LP se pensaría que fue ahí donde por primera vez Solís soltó a media canción un ¡qué va!).

El tercer disco de larga duración de Muñiz, Incontenible (1963), siguió con coincidencias de temas javiersolistas: por ejemplo, “A pesar de todo” y “Mentira, mentira”, donde esta había sido parte del quinto elepé de Solís en 1959 y aquella, un tema de Antonio Guijarro y José Torregosa, se le incluyera en el disco Romance (de 1964). Del cuarto disco de Muñiz, Seguiré mi viaje, se desprendió “El pecador”, tema que a Solís se le incluyera en su disco póstumo Rancheras con Javier Solís. Antes de Sigue de frente, Muñiz grabó el disco 12 maneras diferentes de decir te amo, donde sobresale “Si Dios me quita la vida” (Luis Demetrio), tema que formara parte en el mismo 1965 del mítico disco javiersolista Sombras. Del disco El despertar (1965) de Muñiz, un tema, “Te amaré toda la vida”, vuelve a ser incluido también en el cancionero javiersolista a través del disco (otra vez) póstumo Vida de bohemio; en ese disco de Marco Antonio, por cierto, hay una curiosidad: el tema del francés Gilbert Becaud “Et maintenat” presenta una de las dos versiones en español que en su momento se le hicieran, y ambas sí con Muñiz y Solís: “Y ahora qué” (la de Solís se tituló “Por qué te vas”, incluida en el disco Payaso [1965], y con ese título y versión se grabó en español por el mismo Bécaud y por otros como Raphael).

Competencia de canciones. He ahí el pique y celo de Solís, él que con su oído bárbaro sabía identificar dónde y cómo su voz vestía mejor las creaciones de los compositores. Una, acertada y curiosamente, ejemplifica tal celo de Javier: “Esclavo y amo” de José Vaca Flores.

Es 1961 y Marco Antonio Muñiz ya está comenzando a ser oído como solista y grabando sencillos (que en 1962, como se indicó arriba, se editarían en su primer disco de larga duración) en su casa RCA, mientras que Solís, en la Columbia, grababa también algunos a la par, y estaba, sí, atento a lo que grabara el naciente solista Marco Antonio con su acompañamiento de orquesta, pues, oído al fin, sabía lo que un acompañamiento de mariachi podía darle a ciertas canciones. El joven José Vaca Flores, empleado ya de la compañía Columbia, le da a oír primero el tema de marras a Humberto Sandoval (del Dueto Tapatío), quien le hace ver que esa canción era para Javier Solís: pues sí, la hice pensando en Javier Solís, respondió el compositor. En una reunión posterior el mismo Humberto, avispado, va y le dice a Javier: «oye, Javier, ¿ya oíste la nueva grabación que hizo Marco Antonio Muñiz?» ¿Cuál? ¿Cómo se llama? ¿Quién es el compositor? Javier Solís encara días después a Vaca Flores por andar dando temas a la competencia, y le pide que le presente la canción en cuestión. Acto seguido Solís le dice a su productor «Felipe, quiero grabar urgentemente una canción». Valdés Leal, una vez grabada, decide lanzarla al mercado como lado B de un disco sencillo junto con “El loco” (de Víctor Cordero; tema que, por cierto, el mismo Solís le pidiera al compositor que fuera exclusiva de él). “El loco” fue, como se esperaba, un éxito inmediato; “Esclavo y amo” tuvo que esperar un poco y a ser pedida primero en lugares como NY para entonces regresar a México a ser una joya más del cancionero popular. Ambas se acompañaron con el Mariachi Nacional de Arcadio Diaz; “El loco” con arreglo de Rafael Carrión y “Esclavo y amo”, con uno de Fernando Z. Maldonado.

Si hay ausencias que triunfan, dijera aquel, la presencia de Marco Antonio en la carrera de Javier, y viceversa, dio triunfos también. Las canciones fueron las principales ganadoras.

Dos apuntes finales: i) “Esclavo y amo” no la grabaría Marco Antonio sino hasta pasados treinta años, en 1991, cuando el tapatío grabara su homenaje a dos ídolos, Pedro Infante y Javier Solís; ii) confirmado por el compositor Vaca Flores, a quien el mismo Javier se lo aclarara, el grito ¡qué va! se grabó por vez primera en “Esclavo y amo”, ese fue su marco, y qué marco.~

Sigue cantando Amigo organillero

marzo 20, 2024 § 1 comentario

«Amigo organillero es producto de la inspirada vena del maestro R. Carrión, quien además efectuó este arreglo para Javier Solís y en ella se escuchan los evocadores acentos del organillo ambulante.» Es así como se presentó la canción en aquel el último disco publicado en vida de Solís, Y todavía te quiero (CBS, 1966), donde además del organillo, Solís tuvo el acompañamiento del mariachi Los mensajeros.

Tras su puesta en circulación, la canción, además de su éxito radial, obtuvo un halo de leyenda. Que si fue no sólo la última canción grabada de Solís, sino también, por la letra, su premonición; que si nunca nadie la quería grabar después, que si se la veía de mal agüero; que si el autor mismo se arrepentía de ella, etcétera. Lo cierto es que fue un hit y se la incluyó, un año después, en un disco homónimo, junto con otros éxitos del cantante, y con él en portada tocando un organillo.

“Amigo organillero” era parte del lado B de aquel Y todavía te quiero. La seguía, por cierto, “Espumas” de Villamil, una canción colombiana que Solís mismo trajo entusiasmado de Colombia y pidió para su grabación. A saber si Solís también le pidiera al maestro Carrión su “Amigo Organillero”, toda vez que fue sólo esa lo que le grabara el cantante al maestro compositor. Carrión fue más bien arreglista de Solís, y fue por él, lo aclara la citada contraportada, que se incluyó el acento del organillo.

Canción fatídica y dramática, el organillo sí que se hace sonar no precisamente para acompañar, sino para, lo dice la letra, arrancar pedazos. El cantante quiere morir, quiere chillar y quiere que siga tocando, llorando, el amigo y su organillo. Al señor de sombras le vino como anillo aquel sonido.

Años después, por fin, un reconocido cantante quiso grabar la mentada plegaria condenatoria, pero sin organillo. Pepe Aguilar prescindió de este y en su lugar se optó por una flauta. El organillo de Solís, que sonaba no sólo en la introducción, sino también a lo largo del canto, sólo se escucha con él y su versión. Porque ni siquiera Humberto Cravioto en su homenaje (Homenaje al grande del bolero ranchero, 2022), pues él cede el lugar a una trompeta introductoria, y ni hablar de aquella producción con banda de Pedro Rivera, donde un engrudo de metales sustituyen al organillo (y dan al traste en general a la voz de Javier).

Decía de la pertinencia de la canción y de la aureola de Javier, es decir, de sus sombras. No era la primera vez que Javier le cantaba al más allá, e.g., “Cuatro cirios” o “Si Dios me quita la vida”, pero sí acaso la primera en que se lograba recrear del todo la puesta en escena del enamorado abandonado y de luto: helo ahí, en la calle, de noche, dolido, chillando, haciendo amigos con un organillero y pidiéndole tocar. Se quiere morir, y qué más que un organillo para la espera.

No serán pocos los que se quejen del chillido, que lo es, del organillo, y supliquen su silencio; contados, contadísimos, son empero los que pueden incluso pedirle que los acompañe, y uno hasta se siente a escucharlos y aplaudirlos: Javier fue uno de ellos. ¡Qué va!~

Cantar y beber en buenas fuentes

febrero 8, 2022 § 1 comentario

Con Rubén Fuentes vino la consolidación de la música con mariachi como género musical. De Fuentes además surgió el bolero ranchero, ese género que uno de sus intérpretes consentidos de Fuentes, Miguel Aceves Mejía, dicen, ninguneó. Aceves Mejía, claro, le grabó a Fuentes no sólo sus boleros rancheros, sino también sus sones, rancheras, jarabes y huapangos, amén de alcanzar con él el sonido del mariachi que Fuentes buscaba. Pedro Infante, otro consentido de Fuentes (y a quien le diera a grabar 44 canciones suyas), popularizó los primeros éxitos del compositor, incluido aquél bolero ranchero: “Cien años”. A don Rubén poco le faltó para alcanzarlos, murió a los 95.

En la obra de Rubén Fuentes aparece por supuesto el llamado rey del bolero ranchero. Sus caminos, empero, no se cruzan tanto como se esperaría en estos dos titanes contemporáneos de la música con mariachi. Las razones fueron comerciales: Solís y Fuentes trabajaban en las acérrimas casas rivales Columbia y RCA Victor, respectivamente. Todavía más, Fuentes tenía a su lado a la entonces mayor competencia de Javier: el tapatío Marco Antonio Muñiz. Y sin embargo, he ahí dos joyas fuentesinas que llegan a eclipsar a las del Lujo de México: “Escándalo” y “Luz y sombra”. Ambos temas, por cierto, aunque era de esperarse, no fueron incluidos por Marco Antonio (y Rubén, productor) en aquel disco homenaje a Javier y Pedro.

Hay un par más de canciones de Fuentes en el repertorio javiersolista. Una de película —aunque no de aquella del mismo nombre (donde Marco Antonio y Javier ¡casi cantan a dúo!)—, “El pecador”, que interpreta Javier en la prescindible Los tres mosqueteros de Dios (Morayta 1966), y que en los créditos no apareciera Fuentes sino su hijo, Alexandro F. Roth (la F. es de Fuentes; Rubén también firmó otros temas con sólo su segundo apellido, Gasson, como en “Flor sin retoño”). “Qué bonita es mi tierra” figura también con Solís (en su disco Rancheras con JS y en la película Rateros último modelo [Cortés 1964]); “Viva quien sabe querer”, una graciosa perla que siempre es bueno recordar (y que también Javier canta en una película, Un tipo a todo dar), y “Gorda” completan las cuatro restantes del sexteto de Fuentes en el manantial de Solís. “Gorda” tiene su detalle: Solís se la pidió expreso al compositor para su hija Gabriela, recién nacida, y la grabó con el mismísimo Mariachi de Silvestre Vargas. De peso la criatura.

De tarea queda lo siguiente: Rubén Fuentes sí trabajó directamente con Solís: en la música de sus películas. Ya de entrada podemos apostar que en las tres arriba mencionadas está Fuentes de por medio, pues Javier las cantó en sus correspondientes películas, pero bien podría haber más, es decir, no necesariamente con composiciones de Rubén. Todavía más: hay seis o siete, según el propio Fuentes, grabaciones inéditas de Javier que quedaron en manos del compositor, al ser de él la música, ¿cuáles serán?

Un mexicano en el Tequendama

mayo 18, 2021 § 1 comentario

Una sola carta llevaron Los mensajeros a Colombia. Fue en Bogotá donde se dejó oír durante diez días consecutivos en el hotel Tequendama la voz de Javier Solís; también la radio y la televisión dieron cuenta de las notas y porte del mexicano. El acompañamiento corrió a cargo del mariachi Los mensajeros de José Isabel Paredes, que incluía, entre otros, al trompetista Heriberto Ramírez, El Chiflaburras, y al también integrante del Vargas, José Asunción Casillas. Fueron días fecundos, pues de ahí surgiría, se elevarían, las “Espumas” de Jorge Villamil en voz de Javier, que al escucharla quiso no sólo grabarla en su regreso a México, sino también cantarla, con papel en mano, en la última noche de sus presentaciones, 18 de septiembre de 1965, en el Grill del ya para entonces clásico hotel. En radio Todelar, en su programa Toderama, Javier se despachó con “Sombras”, “Payaso”, “Cada vez”, “Se me olvidó tu nombre” y “En tu pelo”, satisfaciendo así al respetable que antes ya había derribado el portón verde de la casona en la esquina de la calle 18-19 con carrera 5, sede de Radio Continental; en Inravisión, Javier participó en el programa estrella dominical Yo y tú. Las presentaciones en el Tequendama costaron setenta pesos colombianos (equivalentes a unos siete y medio dólares, hoy unos 65 USD) de cover por persona, pagados a la representación del cantante, según consta en el contrato firmado un 30 de agosto de 1965, y rescatado por los archivos oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.

La apuesta de Solís

marzo 11, 2018 § 2 comentarios

Si alguien hubiera hecho una apuesta como aquella entre José Alfredo y Álvaro Carrillo, de probar la facilidad del oficio de cada cual para escribir boleros o rancheras, con alguien como Javier Solís: a saber el tamaño de la pérdida.

José Alfredo y Carrillo quedaron a mano después de su «Dios me señaló» y «Eso merece un trago», respectivamente. ¿Quién se hubiera atrevido con un Solís? ¿Quién le hubiera soltado un a que no cantas igual los boleros que las rancheras? El resultado, se sabe, fue un título nobiliario: el rey del bolero ranchero.

Porque sólo Solís probó que los joséalfredos y los carrillos tenían en él igual cabida. Solís nos señaló que los boleros y las rancheras merecen el mismo trago.

Hoy que supuestos soles emprenden regresos triunfantes acompañados del mariachi, Solís en su universo grabó con mariachi y no hubo necesidad de aclararlo. Ésa fue su única apuesta: cantar sin diferenciar entre géneros e interpretar todo a su singular manera. Salió ganando.~

Osa ya preso ser payaso

agosto 14, 2017 § 2 comentarios

En nueve se quedó la cuenta de canciones de Z. Maldonado con Solís, pero más de una habrá valido el doble. Una, incluso, se tiene en el cancionero javiersolista hasta con cuatro versiones (a saber: con Los Panchos, con trío, rondalla y con banda); y dos fueron las que, al parecer, Maldonado hiciera a la medida de Javier: “Qué va” y aquella multiversionada “Payaso”.

Arreglista también, Maldonado supo oír en Solís lo que todos veían, y ver lo que nadie había oído. No conforme con componerlo, Maldonado hasta lo arregló.

Si “Volver, volver” se vuelve coral cada que se canta (o grita, dicho sea con indirecta a los Fernández), “Payaso” se encierra en ese cofre que sólo Solís poseía, único e irrepetible. La hipocresía, por cierto, estaría en afirmar que “Volver, volver” tiene también lo suyo frente a un “Payaso”: no hay tal, la primera es muy inferior tanto en interpretación como en composición (y el propio autor lo sabía y reconocía). Si la anécdota es cierta, Maldonado no sólo vio la tristeza de un payaso a punto de salir a escena (después de una ruptura sentimental), sino también la poesía de aquella careta. Van los endecasílabos:

En cofre de vulgar hipocresía
ante la gente oculto mi derrota.
Payaso con careta de alegría
pero tengo por dentro el alma rota.
En la pista fatal de mi destino
una mala mujer cruzó el camino.
Soy comparsa que juego con mi vida
pero siento que mi alma está perdida.

A la mitad de camino la letra, su estructura, de verdad que se rompe. De una rima AB-AB se pasa a una herida CC-DD. Después, la risa de Solís redondeará la interpretación. La sella. Los estribillos con Solís sirven de maquillaje de esa careta inicial. Si la anécdota es cierta, Javier no sólo vio lo mismo que Maldonado aquella noche, sino también lo entendió de igual manera. El disfraz a la medida: lo que siguió fue la gran función.

Este año, el 20 de agosto, se cumplirán cien del nacimiento de Fernando Zenaido Maldonado. Los javiersolistas tenemos mucho que agradecerle, sus contadas perlas nos son invaluables, y sin duda su trabajo como compositor y arreglista allanó el camino de este nuestro cantante.

Estaría de más escribir que a Maldonado lo recordamos en este espacio con esta sencilla nota: a alguien como Maldonado se lo tiene siempre en mente cuando de Solís se habla y trata. Sirva de recuerdo más bien la siguiente postal: una canción de Maldonado —poco conocida incluso entre javiersolistas— y una imagen que intenta dar en el blanco (en señalar la puntería del maestro Maldonado con el intérprete Solís).

“Buena” con orquesta:

Javier Solís por AXR
Fotografía de Javier Solís intervenida por la artista visual Arantxa Rodríguez

Vasos comunicantes de Juanga y Solís

agosto 29, 2016 § 3 comentarios

«Y Javier cantó más lindo ese día»
~Juan Gabriel (en “Obertura mexicana”)

Ni diez años cumplidos de la muerte de Javier Solís y una nueva manera de cantar con mariachi tendría lugar: Juan Gabriel graba su primer disco con mariachi. El disco Juan Gabriel con el Mariachi Vargas de Tecalitlán (RCA Victor, 1974) cuenta con los arreglos y dirección de Fernando Z. Maldonado y Jesús Rodríguez de Híjar. El compositor de todas las canciones es, por supuesto, el prolífico Juan Gabriel; las interpretaciones del Divo de Juárez, sin embargo, son producto de esa combinación de nombres ligados a la música vernácula mexicana: Vargas, Maldonado, Rodríguez de Híjar. ¿Y Javier Solís?

Veinte años después de aquel disco de Juan Gabriel, Vikki Carr grabó en 1994 un homenaje a Javier Solís bajo la producción, dirección y arreglos de Chuck Anderson, un viejo conocido del universo javiersolista y, sobre todo, del de Juan Gabriel. Según palabras de Anderson —incluidas en el disco de Vikki Carr—, «la compañía decidió lanzar [a Javier Solís] de nuevo como baladista con orquesta», y fue así como surgió el Javier Solís en Nueva York (CBS, 1965). Los arreglos de Chuck Anderson son únicos en la discografía de Javier Solís, no así en la de Juan Gabriel. A Anderson le debemos, por ejemplo, los arreglos del original y vasto “Hasta que te conocí”, y en sí todos los del disco Pensamientos (Ariola, 1986), así como la producción del toral Recuerdos II (Ariola, 1984), donde anidó la gran “Querida”.

Anderson, pues, arreglando baladas javiersolistas; Maldonado, rancheras juangabrielistas. Éste alcanzó cimas con Javier Solís; aquél, con Juan Gabriel.  Hoy ambos intérpretes son ya leyendas, Juan Gabriel recién dio el paso a la inmortalidad: vigente, aún en gira y con producciones al día, murió el 28 de agosto de 2016. Cincuenta años después de la muerte de Javier Solís, México acaso repetirá un adiós comparable al dado al de Tacubaya en ese su abril aciago.

Anderson y Maldonado no son sólo puntos en común entre Javier Solís y Juan Gabriel: forman parte más bien de un tejido musical que pocas veces se aprecia y sopesa. Cual buen lino, veámoslo así, la música arreglada en voces como las de Juanga y Solís da cuenta de finas arrugas que pesan al centavo y que dan razón de la calidad de la tela y del corte preciso. Las muñecas de las que habló Álvaro Carrillo cuando se refería a sus canciones, requieren para sus vestidos una maestría que no siempre se encuentra únicamente en la tela del intérprete: sastres como Anderson y Maldonado son necesarios. El cantante viste, sí; el arreglista, eso: arregla.

No serán pocas las crónicas que subrayen la maestría del artista Juan Gabriel, valdrá reparar también en su respaldo musical. Las coincidencias de la música suelen ser casualidades… o causalidades para este nuestro caso. Javier Solís cimbró su voz para la orquesta; con Juan Gabriel se aprovechó el armazón, y el mariachi orquestó lo propio. Seguirán los bienvenidos ecos. Hoy quitémonos el sombrero (de charro) para ponérnoslo: Juan Gabriel ha muerto, ¡viva Juan Gabriel!

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PS. Un regalo javiersolista: Juan Gabriel cantando “El malquerido”, popular éxito en voz de Solís, creación del tico Johnny Quirós, ¡qué va!

 

PS2. Una más del universo javiersolista: “Esta tristeza mía”

https://www.youtube.com/watch?v=Dh8DyB11K0U

Ondas javiersolistas

febrero 13, 2016 § 1 comentario

El sonido de un cataclismo cósmico ocurrido hace billones de años es lo que, en estos nuestros días, recién se ha escuchado. Hace cien años Albert Einstein formuló y predijo la existencia de ondas gravitacionales producto de, por ejemplo, fenómenos como aquél, la colisión de dos hoyos negros. Las ondas por fin se hicieron oír; se han visto a través del sonido.

Hay un bienvenida coincidencia en el universo javiersolista con tales acontecimientos físicos: hace cincuenta años Javier Solís grabó un cataclismo. Parida en 1963 por el maestro Esteban Taronji, “Cataclismo” se reprodujo en voz de Solís un par de años después (y fue incluída en el disco Payaso). Del trío —cantada por Felipe Rodríguez y Los Antares— paso al mariachi; de Puerto Rico llegó a México.

Así como los físicos preguntaron a las estrellas, Solís también lo hace y le pregunta a la distancia. Su eco llega hasta nosotros y seguramente hasta su dios. Desesperado, imagina Solís la reacción de partidas y desencuentros. Vemos el tormento, la necesidad de cantar ese particular bolero: Solís no copia ni emula, tan sólo quiere cantar para oír ese cataclismo. La letra, como las fórmulas del físico, es apenas la mitad del camino, resta la comprobación, y Solís se encarga de ello. En su interpretación retrotrae la ficción de Taronji, el respetable se convierte en testigo y, al fin, oye todo lo visto e imaginado por el intérprete. Un delirio, un desastre vuelto ordenada y puntual música. Como si el Universo nos cantara*.

*Porque, se sabe, en la Tierra, en el centro de la Tierra, la única música posible es la voz de Javier Solís.

La espinita de Javier

mayo 10, 2015 § 4 comentarios

También tres veces se le negó a Solís. La primera cuando es abandonado, la segunda cuando muere la señora tía y la tercera cuando muere la señora madre. El amor de madre no acompañó del todo a Javier; la orfandad, sí. El niño Gabriel creció a la vera del recuerdo de doña Ángela, la tía-mamá, pero también, y habrá que oírlo, de Juana Levario, la señora madre. ¿Eran bonitas?

“Nobleza” fue el título que eligió Nicolás Jiménez Jáuregui para aquel bolero javiersolista: «porque también bonita era mi madre», remata el estribillo de versos que comienzan con «No puede ser cobarde el que perdona». ¿De qué habla don Nico? El coahuilense tramó esto que Solís interpretó en sus primeros años de éxitos. La canción está incluida en esa curiosidad de disco que es Hits…, donde se encuentran más bien perlas raras que poco o nada se tocan. “Nobleza” es la única canción de Jiménez que Solís interpretó, así como con Beatriz Jiménez y su “Bésame y olvídame”. Nicolás y Beatriz eran esposos. A saber si la compositora fue la musa del gran éxito de Nico, “Espinita”, aunque lo cierto es que él murió en la juventud de los cuarenta años. Como fuere, esta otra noble espinita fue más bien de Solís, quien, hay que oírlo, insisto, se hizo de maternales musas.

“Nobleza” (Nico Jiménez)
No puede ser cobarde el que perdona
a un amor que es malo y traicionero.
El amor es dolor cuando es sincero,
vergüenza no es llorar,
vergüenza no es llorar: porque te quiero.

Toda mujer bonita será traidora,
porque al hombre valiente lo hace cobarde;
por su traición, el alma quise arrancarle,
pero al tenerla cerca volví a besarle:
porque también bonita,
porque también bonita era mi madre.

El noble Javier encapsula, por un lado, aquella traición —el abandono— de Juana y, por otro, la belleza de Ángela en apenas este par de estrofas. Según el anecdotario, Solís no perdonó a Juana y siempre tuvo como madre a doña Ángela. La nobleza se le fue en estas sus interpretaciones: hijo a veces, la generosidad a voces.

Madre sólo hay una; Javier Solís, también. No se le puede negar.~

Saludo a la retirada

abril 19, 2015 § 1 comentario

In memoriam mi señor padre

La historia de José Alfredo con Solís es más o menos similar a aquella con Negrete: la muerte le arrebató unos sendos intérpretes que estaban por explorar y hacernos descubrir semejantes universos josealfredistas. Si bien el de Dolores Hidalgo tuvo a su mejor intérprete con él mismo, pocos fueron los hombres que le brindaron vestidos a la altura; además de su compadre, y acaso primer intérprete, Miguel Aceves Mejía, también los llamados tres gallos —Infante la pasó a lo grande— cumplieron a cabalidad la tarea de cantar a José Alfredo. Digo pocos hombres pensando en aquellas mujeres que, sobre todo a partir de los 60, dieron fuerza inesperada, por donde se la mire, a la inspiración de José Alfredo.

El de Tacubaya fue protagonista de un particular renacimiento, o mejor dicho, de una modernización. Atrás parecían estarse quedando las rancheras de José Alfredo, como si en una década la Columbia le hubiera tomado la exacta medida y no hubiera más a dónde ir. Quizá de ahí el cambio de aires a la RCA Victor. Solís empero estaba en la primera casa de José Alfredo y no había que dejar pasar esa pelota. Jonrón de José Alfredo… con la Columbia de Solís; he ahí, de ejemplo, las siete de diez —las restantes tres habían sido ya grandes éxitos en la Columbia— canciones editadas en el disco de Javier Solís para homenajear a José Alfredo (a un año de su muerte): Dos ídolos que se fueron (1974).

Fueron más de diez canciones que Solís le interpretó a José Alfredo. Grabadas fueron once en total; la excluida en aquél disco-homenaje es “Media vuelta”, por cierto grabada antes por Solís que por el compositor. El palmarés lo encabeza “Retirada”, no sólo por su exclusividad javiersolista, sino también por la interpretación de Solís: tan de a peso que no por nada es parte del mítico disco Sombras. De interpretaciones en sí, lejos no se queda “Amanecí en tus brazos” (también en Sombras), donde Solís, bien podemos decir, brinda la versión masculina de la genial versión de Lucha Villa. Y qué decir de aquella “Media vuelta”, rescatada en el cedé A 40 años… me recordarás (2006) y, ojo ahí, versionada por Los Panchos (Enrique Cáceres en la primera voz) en el muy sabroso Los Panchos con Javier Solís. “Poco a poco (Llegando a ti)” tiene además esa otra versión irrepetible de película, que también hay que oír. “Serenata sin luna” tiene una peculiaridad: la incluida en Temas inéditos de sus películas abre con un popurrí de sonidos josealfredistas (¿cuáles?, sería la trivia). En fin, de todas estas, “Retirada” y “Amanecí en tus brazos” son reconocidas en los discos del libro Y sigo siendo el Rey (Sony Music 2013) como perlas de interpretación en audio y video, respectivamente. La segunda, su video, es parte, y esto no lo aclara el libro, de la película Especialista en chamacas (1965), donde también Solís se despacha con esta excelsa “Retirada”:

Pero hay más canciones de José Alfredo de película. Canciones que no fueron editadas en disco y que sólo están disponibles en video (sueltos en la red o en las películas mismas), a saber: “Amor del alma” (en Escuela para solteras), “El silencio de la noche” (en Los hermanos muerte) y “La bola negra” (en Escuela para solteras). Es decir, avezado lector, que Solís tiene catorce temas josealfredistas para dar y, mal que bien, repartir. La mayoría, ya se ve, son parte del cancionero nuevo del José Alfredo de aquellos años, uno que se insufló de bríos sesenteros que se expandían al ritmo y competencia de baladas, pop y rock, y ni hablar del bolero ranchero que Solís encumbraba. Lo dicho, a Solís se le acortó el viaje y a José Alfredo la bienvenida y renovada compañía.

Quise pues en este 49° aniversario luctuoso recordar a esta mancuerna. Un recuerdo, hay que decirlo, que se queda a años y ensombrecido por ese sí gran recuerdo que Daniel Santos les regaló a ambos en su Recordando a… Javier Solís y José Alfredo Jiménez.Un tema, sin embargo, bien puede valer más, y cerrar, este recordatorio. Un saludo, homenaje, a sus retiradas. Un dúo de película, claro, entre Solís y José Alfredo: “La bola negra”.

Cada quien agarró su camino,
cada quien escogió su estrella…

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