¿Me permite unas palabras?
enero 25, 2013 § 1 comentario
Seguramente fue mi primer disco compacto de Javier Solís: Mis 30 mejores canciones (Sony Music, 1998); un doble disco que además de contener a parte de la crema y nata del repertorio javiersolista, incluyó (y a la fecha sólo ahí) diez canciones inéditas. De estas destacan: «Todo y nada» del ínclito Vicente Garrido (la única que le grabara Javier); «Perdónala, Señor» del panameño Carlos Almarán (sí, el de «Historia de un amor»); «Caminos diferentes» de Alfredo «el güero» Gil; y «Señorita» de Ramón Inclán.
Bastantes son las canciones que apelan a alguna señorita, las hay desde cantineras hasta secretarias, pasando por presumidas y caras de pizza. Como la de Inclán, señorita a secas, hay en México, según la base de datos de la SACM, otras seis más; sin embargo, ninguna parece tener intérpretes más que la de Inclán. Así, además de Solís, «Señorita» ha sido interpretada por tríos y por el sonero del mundo, el venezolano Oscar D’León.
Dije ya que desde que la escuché la hice de mis favoritas. Si bien con ella no hay el fuego de una Lolita, «Señorita» tiene una entrañable sencillez. En cuatro pasos —que no en tres— hay también un viaje que termina con la lengua tocando los dientes. Solís, por su parte, retoca y lleva de la mano. «Señorita, ¿me permite unas palabras?».
José G. Moreno de Alba apunta sin yerro la pérdida del uso de esta fórmula de tratamiento en países como México. Todo indica que pasará a la historia: ya pocas se hacen llamar señoritas. En alemán, dicho sea, el término correspondiente hace ya tiempo que dejó de ser utilizado: a lo más se escucha de vez en vez para con alguna niña despierta y traviesa, das Fräulein. Pero más que soltería, parece ser que en esta canción de Inclán se sugiere sencilla y básicamente a una mujer desconocida. Solís lo subraya. Aunque uno pueda intuir que el cortejo es con una mujer soltera, ello pasa a segundo plano, lo importante es, simplemente, darse a conocer. Escribió Inclán:
Señorita, ¿me permite unas palabras?,
le prometo no abusar de su bondad;
su belleza como un sol me ha deslumbrado
y quisiera conocerla un poco más.
Solamente una vez la he mirado
y ya creo haberle dado el corazón;
señorita, tengo un presentimiento:
que ha nacido entre los dos un gran amor.
Helo ahí, Solís interpretará aludiendo cortésmente a la mujer… ¿joven? Es así como, según Moreno de Alba, es probable que perviva el término: como una mera alusión. La soltería, pues, se despide de este asociado término y, opinan algunos, con ello (parte de) la discriminación hacia la mujer.
¿Qué hubiera sido de nuestra «Señorita» en estos días que corren? ¿Algún señalamiento por un discriminador uso del lenguaje? ¿Violencia de género (sic)? Qué va, ¿qué mejor que este género, el bolero ranchero, para tales menesteres de sexo… y del amor? Solís lo supo. Inclán también. Esta pieza, así de cortés, resulta cándida pero no ingenua, acaso inocente.
Hay un par de canciones javiersolistas como esta que recurren al diminutivo: «Bonita» y «Muchacha bonita». Escucho así también a la señorita: como un cabal diminutivo. México es tierra donde proliferan los -itos e -itas, ¿por qué no habría de continuar el uso afectivo de señorita para toda mujer que se sepa (recurriendo a la primera acepción del DRAE) dueña de sí?
Nabokov en sus brazos siempre tenía a Lolita, ni Dolores ni Lola; luego, ni seño o señora, cojamos a esta señorita. Una mujer cuya belleza deslumbre bien vale este (h)ito. No pocas se logran llamar señoritas y no pocos logran llamarlas por su nombre. Como todo, no cualquiera hace de los diminutivos lo más.
Y así, todo esto para decir, repetir, que esta canción me fascina y ha fascinado: aún recuerdo un par de ojazos que eran puro oído con mi Solís. Vitalidad podrá perder un señorita a secas, pero con esta otra tengo un presentimiento…
Damas y caballeros del jurado, oigan este nada espinoso enredo, ¡qué va!
Hola,
Yo soy admiradora de Javier Solís desde hace 50 anos. Yo tenía ocho anos de edad cuando lo empecé a admirar por su hermosa y divina voz. A mi papa le fascinaba esa bella voz angelical como decía el. Yo tenía 11 anos 78 días de edad cuando el Rey Javier falleció. Hubo mujeres llorando hombres tomando de sentimiento porque había fallecido el gran rey del bolero ranchero, Javier Solís. Pero después de tanto tiempo, yo me alegro muchísimo porque sus enseñanzas no han muerto, y primeramente Dios el tampoco a ha muerto, me refiero a que Dios mediante, el Rey Javier será recibido en el cielo por nuestro Padre celestial. Amen.